Se ha dado por nombrarle “ecosistema emprendedor” a las miles de pymes que constituyen casi 100% de la totalidad de las empresas en México. Sin embargo, la realidad es que no funciona tan bien como lo hace un verdadero ecosistema.

La metáfora sirve para tratar de explicar la coordinación y orden con los que deberían funcionar estas pymes en relación con el gobierno y demás instituciones, pero la realidad es que no es una buena similitud que logre explicar el estado actual de la situación.

La columna vertebral de la economía –como a veces se le nombra a las empresas familiares en México por generar 52% del PIB, según Inegi–, sus legislaciones y su relación con el gobierno tiene varias deficiencias que a lo largo de sexenios no se han podido todavía subsanar.

Entre otros aspectos, falta transparencia en cómo se ejercen los recursos que se destinan al apoyo de emprendedores y que los programas gubernamentales realmente lleguen a los que lo necesitan. También es esencial la existencia de un sistema de métricas y números que permita evaluar la realidad emprendedora mexicana. El entorno también necesita una educación que se imparta a los más jóvenes y que permita dotar de herramientas para emprender en un futuro.

Todas estas necesidades ya han sido detectadas con anterioridad por expertos, pero hoy están puestas sobre la mesa del recién echado a andar Observatorio Nacional del Emprendedor (ONE). Esta institución autónoma (que fue creada por el actual gobierno a la par del Instituto Nacional del Emprendedor en 2013) tiene entre sus objetivos monitorear y hacer recomendaciones de políticas públicas para mejorar el entorno emprendedor.

A más de dos años de que fuera creado, la semana pasada el Observatorio tuvo la primera reunión de su consejo, formado por expertos en el área como Lynda Applegate, profesora de negocios de la Harvard Business School, y Juan Ramón de la Fuente, presidente del Instituto Aspen en México.

Los pendientes

Las instituciones relacionadas con el emprendimiento en México adolecen —como casi todas los organismos de gobierno en nuestro país— de uno de los elementos esenciales para la democracia: transparencia.

En el caso del Instituto Nacional del Emprendedor es necesario saber cómo y en qué se gasta el dinero que otorga a las instituciones bancarias para realizar préstamos a emprendedores.

Giuliano Lopresti, presidente del Observatorio Nacional Emprendedor, en entrevista con EL UNIVERSAL lo explica así: “El Instituto Nacional del Emprendedor está dando dinero a los bancos, pero nadie está viendo a dónde se va ese dinero y si se está relacionando con los emprendedores. Entonces es parte de lo que el Observatorio quiere hacer, revisar y asegurar que los bancos empleen ese dinero del gobierno para apoyar a esos emprendedores”.

El financiamiento para las pymes es en realidad el mayor problema para los emprendedores mexicanos.

Incluso, Enrique Jacob Rocha, presidente del Instituto Nacional del Emprendedor, ha reconocido que la barrera principal que impide crecer a las pymes es la falta de acceso al financiamiento.

Sólo 18% de las empresas mexicanas recibe un financiamiento por parte de algún banco, según la Asociación de Bancos de México. Uno de cada cuatro emprendedores interrumpe su proyecto porque no tuvo financiamiento, de acuerdo con el estudio Monitor Global de la Actividad Emprendedora, realizado por el Tec de Monterrey y el Global Entrepreneurship Monitor.

Suelo igual para todos

La necesidad de un “piso parejo” para todos es también un pendiente para este rubro de la economía que genera 72% del empleo en el país. Esto se refiere a que falta legislación que regule la diversidad de industrias y que permita que se abran más pymes de las que hoy se están generando.

“El gobierno es el que pone las reglas del juego sobre la mesa y dice: ‘esta industria bajo estas regulaciones, y ésta otra bajo éstas otras’. Necesitamos que el gobierno se mueva más rápido, regule y legisle para que haya suelo parejo para todos los jugadores y más personas puedan abrir negocios”, explica Lopresti. Guiliano pone el ejemplo de una industria: la de bienes raíces.

Ésta no tiene un lugar que aglutine toda la información, ni una estructura legal para garantizar las comisiones para los vendedores.

“En otros países el gobierno ha trabajado en conjunto con la industria para crear condiciones y muchas personas puedan entrar a la industria y generar valor, entonces necesitamos ese tipo de trabajo y regulación que ayudará a crear transparencia y un piso parejo”, asegura.

Uno de los objetivos principales del ONE es el de convertirse en un “interconector” entre las partes que forman este conjunto.

Lynda Applegate, profesora de negocios de la Harvard Business School, explica que esto ayudaría, entre otras cosas, a que la gente tenga la asesoría que necesita para hacer crecer su negocio. “El objetivo del grupo es hacer que las iniciativas trabajen juntas para apoyar emprendimiento como una clave para el crecimiento económico y conectar a la gente con la gente correcta para los proyectos”, asegura la especialista.

Mediciones

Otra de las carencias del emprendimiento mexicano es la falta de cifras para medir la efectividad de los programas que actualmente existen en este rubro. El Observatorio buscará crear una serie de indicadores que permita evaluar la efectividad de las políticas públicas que existen actualmente.

“El Observatorio medirá la actividad para tratar de entender si vamos en el camino correcto o no y hacer propuestas de políticas públicas al gobierno”, explica Lopresti.

En este sentido, una de las coincidencias de expertos es la poca efectividad de las iniciativas gubernamentales. “En lo relacionado con el emprendimiento, las iniciativas no necesariamente crean valor”, dice Lapresti.

Una cultura para el fracaso

La profesora de negocios de la Harvard Business School explica que en México es necesaria la educación ante el fracaso ya que de esto depende la innovación y creación de valor por parte de las pequeñas y medianas empresas.

“Cuando un emprendedor te da su plan de negocios lo único que sé con seguridad es que está mal, pero eso no nos detiene. Tenemos que ser capaces de entender que hay incertidumbre pero hay que empezar a hacer las cosas, eso nos da la oportunidad de probar. No es fracaso sino aprendizaje y es parte del proceso”, asegura Lynda.

Cada vez que un emprendedor se equivoca no debe ser visto como un fracaso sino como un aprendizaje.

El reto es generar la confianza de volver a intentarlo entre aquellos que intentan establecer un negocio y no lo logran a la primera.

Una cifra que puede ayudar a entender cuánto las empresas mexicanas se equivocan es lo relacionado a su porcentaje de mortalidad.

Según el Consejo Coordinador Empresarial, 75% deja de existir en los primeros cinco años y son pocas las que se convierten en medianas o en empresas de crecimiento acelerado.

A manera de comparación, las cifras en Estados Unidos son muy similares. Applegate asegura que el reto es que los emprendedores que ya se equivocaron lo vuelvan a intentar.

Lo que es un hecho es que a nadie le gusta equivocarse. “Mucha gente me dice, ‘¿Cómo enseñar a los emprendedores a estar cómodos con el fracaso?’ La realidad es que no se puede, nadie está cómodo con fracasar pero puedes enseñar a la gente a aprender rápido”, afirma la consultora.

Además de Applegate, el Consejo Asesor del ONE está conformado por otros especialistas como Daniel Isenberg, profesor del Entrepreneurship Practice Babson College, Juan Ramón de la Fuente, presidente del Instituto Aspen en México, Mario Sánchez Ruiz, diputado federal, Fermín Ezquer, director de Think Creative, entre otros expertos.

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