Crecimiento económico por inercia, fue lo que se registró durante el primer trimestre del año. El incremento de 2.5% tiene mensajes que deben atenderse.

El primero corresponde al ciclo económico. El análisis del mismo permite establecer una tendencia moderada a la baja. La implicación directa es que para el segundo trimestre la economía seguirá registrando un desempeño inferior a su capacidad potencial. Lo último se traduce en creación de empleo, pero que no alcanza a satisfacer las necesidades de la población, y un entorno que no favorece el aumento de la inversión.

El segundo mensaje es directo, durante el primer trimestre el gasto de gobierno se elevó en casi 12%, de manera particular el de capital lo hizo en más de 19%, el PIB solamente en 2.5%. La estrategia de mayor gasto público sólo funciona cuando está alineada a la solución de los problemas que inhiben el crecimiento, cuando se encuentra debidamente enfocado y se ejerce eficazmente. Además, para el segundo trimestre comenzará la aplicación del recorte presupuestal anunciado por las autoridades, algo que dejará la evolución de la economía en manos del sector privado. El problema es que las expectativas de los empresarios no son positivas, las encuestas públicas y privadas indican la cautela que los directivos tienen para incrementar sus inversiones.

Algo similar ocurre con el Banco de México y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, pues han debido revisar a la baja sus pronósticos de crecimiento para el 2015.

La moderación de las expectativas tiene una implicación directa, ambas instituciones han sido imprecisas en la elaboración de su marco macroeconómico, es decir, su análisis no corresponde con la realidad. Esto representa una mala directriz para las empresas que planificaron sus inversiones siguiendo la expectativa de que el PIB crecería más de 3.5% durante este año. Hoy, nuevamente, deben modificar a la baja su proyección.

Una pregunta natural es: ¿Por qué no estamos creciendo como el gobierno, y muchos analistas, esperaban si ya se aprobaron las reformas estructurales? La respuesta es simple pero difícil de aceptar: es necesario modificar el modelo económico, llevarlo más allá de las reformas. Además, es necesario realizar un diagnóstico preciso de lo que no está funcionando. El sector minero se encuentra en recesión, los últimos 5 trimestres con resultados negativos así lo demuestran. El crecimiento del primer trimestre se basó en el sector primario, la construcción, las manufacturas, el comercio y algunos de los servicios. Sin embargo, la educación, la salud y los servicios corporativos, por ejemplo, tuvieron un desarrollo nulo, marginal o hasta negativo.

La cuestión es que algunos de los motores del crecimiento enfrentan desafíos que podrían afectarlos. El primero viene de la economía norteamericana, las expectativas oficiales confiaban en un crecimiento de 3%, el cual no se dará. Hasta el mes de abril, el ciclo de las manufacturas y de la actividad industrial de Estados Unidos sigue desacelerándose, lo cual inhibirá al de México, por lo menos hasta el segundo trimestre.

Si no hay una reactivación rápida del sector industrial la consecuencia directa se observará en la generación del empleo y con ello en el comercio. La evolución del mercado interno depende de la fortaleza del mercado laboral. La construcción y las manufacturas fueron parte importante de la creación de empleo. Si se da una desaceleración en dichos sectores el comercio comenzará a debilitarse.

Ante la reducción programada en el gasto público habrá otros sectores que comenzarán a disminuir su ritmo de crecimiento, por lo que será necesario que se implemente un programa emergente para evitar una desaceleración mayor, que por tercer año consecutivo lleve el crecimiento por abajo del promedio de 2.5% de los últimos 30 años, un número que en si es malo.

Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico

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