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¿Mayor integración o desintegración?

¿Mayor integración o desintegración?
23/10/2012 |23:57
Redacción Querétaro
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Las preocupaciones de la zona euro son sobre su sostenibilidad; es decir, si ésta logrará permanecer. Además, en este complejo entorno, ahora se discute el papel de Alemania dentro de la eurozona e incluso si ésta debería de salir.

A diferencia de Estados Unidos, la Zona Euro ha mostrado mucha lentitud en su respuesta en la crisis que le afecta. En Europa se han tomado sólo medidas de corto plazo, principalmente, como: prevenir el default de deuda soberana (sobre todo en Italia y España); atenuar el riesgo sistémico de un default bancario; y arreglar los desajustes fiscales. En este sentido, son de corto plazo porque su objetivo ha sido evitar una severa contracción de la liquidez y atender necesidades de financiamiento inmediatas.

El largo plazo implicaría una seria y comprometida visión de integración y crecimiento sostenido. De acuerdo a Manuel Balmaseda, Economista en Jefe de Cemex, esto implicaría una restructuración del sector bancario que llevara eventualmente a una unión de estas instituciones financieras. De esta manera, se requeriría una consolidación en el sector y una visión con medidas más de carácter regional y de competencia.

Actualmente hay un debate entre austeridad y crecimiento en Europa, que implica un severo círculo vicioso de recesión. Los prestamistas privados han sido remplazados por los flujos públicos y éstos han sido repatriados de la periferia hacia el centro. Alemania, en este ámbito se yergue como el gran líder y el principal prestamista.

La dilación de España en pedir un rescate, lo cual aumentó de manera importante el costo del mismo, y por otro lado, las medidas de austeridad que han aceptado y han impuesto a Grecia sus acreedores para cumplir sus metas de ajuste, han acrecentado el riesgo social en la zona. Al punto que en algunos círculos financieros se discute la posibilidad de que Alemania esté dispuesta a aceptar una mayor tasa de inflación, para permitir algo de competitividad en los mercados externos vía precio, o incluso, existe ya una corriente que pide que Alemania renuncie al euro. En la pasada reunión de la National Association for Business Economists (NABE), George Soros se pronunció a favor de esta medida como necesaria para superar la crisis de la región.

Por su parte, la canciller alemana, Ángela Merkel, se encuentra muy presionada por el ambiente interno de clara oposición de algunos sectores a continuar llevando la mayor carga de esta crisis y de los problemas que ha tenido con otros países de la Unión Europea, como uno de tipo presupuestal que presenta con el primer ministro de Gran Bretaña, David Cameron, de reducir el gasto comunitario al 1% del Producto Interno Bruto europeo.

Incluso, Merkel ha advertido que de no llegar a un acuerdo en este sentido, la posibilidad de cancelar la cumbre de la Unión Europea prevista para el próximo mes. Asimismo, los detractores de Merkel piensan que ésta está más interesada en su reelección como canciller, que en los asuntos de interés regional, por su falta de apoyo a la creación de eurobonos y su cabildeo para posponer las medidas para la unión bancaria de 2013 a 2014.

Sin embargo, la cuestión de sacar a los germanos de la zona euro, no es un asunto sencillo, ya que Alemania representa más de una cuarta parte del PIB de esta región y es el país que más ha contribuido al Fondo de Rescate Europeo (cercano al 30%). Si se suma la cantidad de activos financieros de países europeos que tiene la banca alemana, su salida significaría simplemente un colapso financiero. Además es natural que Merkel también tenga que pensar internamente, cuando la economía se le está desacelerando y ha bajado la proyección de crecimiento para ese país en 2013 de 1.6% a menos de 1%.

De acuerdo a Balmaseda, Europa tendrá que hacerse cargo de medidas de envergadura, reformas institucionales, como la fiscal; la instauración de incentivos (fiscales, regulatorios, etc.); la unión bancaria, que permita pensar y actuar regionalmente, y a su vez, contar con mayor regulación y supervisión de la banca; y reformas estructurales transversales en toda Europa, predominantemente en la periferia (que los lleve a mayor competitividad). Asimismo, reforzar estas medidas con un menor peso a las políticas locales y a la estrategia de “comprar tiempo”; así como, la soberanía como una referencia para los corporativos y amortiguar el riesgo social.

No cabe duda que la zona euro se encuentra en un equilibrio inestable y en la disyuntiva de mayor integración o desintegración. Lo que es cierto es que la actual crisis hace necesaria una actuación más comprometida sobre el proyecto europeo.

La autora es coordinadora de la Maestría en Economía y Negocios y Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac

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