El país debe cambiar, se debe recuperar el tiempo perdido. El mundo avanza a pasos acelerados, en México apenas reorientamos los programas de desarrollo económico y social para reducir los problemas de pobreza y crecimiento. Lamentablemente no hemos solucionado lo básico, pero la agenda global se dirige hacia el progreso tecnológico y la innovación.

Los países desarrollados y economías emergentes más avanzadas saben que su progreso depende de invertir en ciencia y tecnología, así como de la calidad de su sistema educativo, particularmente en los niveles superiores.

El fomento a la competencia y al crecimiento de sus pequeñas y medianas empresas se da en el marco de la economía del conocimiento, no en el de una regulación que frene el crecimiento de las grandes empresas. El incremento de la productividad y competitividad es para todos.

Evidentemente que parten de una base productiva y social distinta a la existente en nuestro país, el éxito de su modelo económico les ha permitido superar los requerimientos básicos de cualquier ser humano, alimentarse por ejemplo. De igual forma el perfil de sus empresas es distinto, se ha puesto énfasis en crear pequeñas y medianas empresas que son líderes mundiales en sus respectivos sectores.

Sin lugar a dudas Corea del Sur, Japón y Alemania representan el mejor ejemplo de lo anterior. No solamente forman parte de la élite mundial en materia de ciencia y tecnología, también son ejemplo de que no hay justificaciones para el fracaso. Todos ellos tienen como común denominador la destrucción de sus países, las distintas guerras que vivieron les llevaron a la pobreza y devastación.

No obstante, el liderazgo y visión de su clase política, el trabajo coordinado con su sector empresarial, la construcción de un sistema educativo de calidad, así como un sentido de responsabilidad social nacional son parte de la explicación de su éxito actual. El tener empresas propias en sectores productivos tecnológicos les llevó a desafiar la perspectiva de quienes en su momento cuestionaron la viabilidad de sus programas económicos. Por ejemplo, Corea del Sur dejó de lado el argumento en contra de que debería dedicarse a la producción de bienes básicos en donde tenía ventajas comparativas para dar paso al fomento y desarrollo de sus empresas automotrices, petroquímicas y electrónicas. Hoy, dichas empresas representan más de la mitad de su PIB.

Sin contar con recursos naturales abundantes, los países mencionados lograron sobreponerse a duras condiciones de marginación, reconstruyeron su industria y avanzaron hacia la economía del bienestar.

Lejos de seguir modelos y conceptos económicos ajenos a sus requerimientos sociales, aprendieron lo mejor de cada uno de ellos para aplicarlos a su realidad y momento histórico.

Desarrollaron y fortalecieron instituciones que les permitieron orientar y evaluar sus esfuerzos. Reordenaron su administración pública pero también la dotaron de una inteligencia estratégica que constantemente evalúa tanto su entorno interno como las megatendencias globales.

La eficacia es la medida con la que ponderan la permanencia de su modelo económico y de las políticas públicas respectivas. Mantienen lo que funciona. Los ajustes se realizan con oportunidad y en algunos casos se planifica con anticipación.

De igual manera conocen que el mercado termina por decidir la orientación final de la economía. El objetivo es alcanzar éxito económico y generar suficiente empleo de calidad. La movilidad social se da a partir de la educación de calidad.

La comunicación de los sectores público y privado es un factor esencial. No existe la falsa diputa que frena a países menos desarrollados. Existe una coordinación para alcanzar un desarrollo económico y social nacional superior.

De la interacción público-privada surge la orientación de la política económica, la cual se ve potenciada tanto por la educación e investigación aplicada como por la contribución que los centros de pensamiento hacen a la elaboración de la estrategia de mediano y largo plazo que se implementa en cada uno de esos países. En México todavía tenemos mucho que construir.

* Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico

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