Se aprobaron las leyes secundarias que siguen a la reforma constitucional en materia de energía, evento que fue muy aplaudido por muchos en México y en el extranjero, faltando sólo la elaboración y aprobación de varios reglamentos de las leyes decretadas. En materia de técnica jurídica, al parecer todo va sobre ruedas y no tendría por qué ir mal en el futuro; en lo que algunos llaman la instrumentación de la reforma, es de esperarse que haya negociaciones políticas, pero nada obstructivo.

En materia de gas, se abre la puerta para que haya inversión pública y privada para extender la red de gasoductos y llevar el fluido desde el sur de Texas hasta las zonas industriales de la frontera norte y el occidente, principalmente.

La mayor oferta se abastecerá con un precio más bajo que el actual, por lo que de trasladarse el menor costo a la industria significará una ganancia de competitividad para muchas de las ramas exportadoras del país. Es precisamente en esta zona en donde se ha presentado el mayor aumento en inversión extranjera directa para la industria automotriz, electrodomésticos, metalmecánica, electrónica y ahora la industria aeroespacial, que ha iniciado con grandes perspectivas.

También, la industria eléctrica del país ha anunciado un programa de inversión para modernizar su planta productiva, cambiando de la tecnología termoeléctrica a la de ciclo combinado, hidroeléctrica, eólica y fotovoltaica, en donde se esperan grandes inversiones de empresas privadas nacionales y extranjeras, lo que permitirá, eventualmente, disminuir las tarifas para el uso industrial y doméstico de la electricidad. Esto, aparte de significar una ganancia en competitividad, podría traducirse en una baja de precios en las tarifas para los hogares, beneficiándolos de nueva cuenta.

En el tema de la gasolina, además de que las tarifas se van a fijar de acuerdo a los precios internacionales, tomando como referencia a Texas y California, y ya no obedeciendo criterios de recaudación, se ha anunciado la libre importación a partir del año 2018, lo que ampliará y diversificará la oferta para los consumidores, que de nueva cuenta se beneficiarían si es que se mantiene la tendencia de la producción, que ha aumentado. Lo anterior significaría una baja de precios a futuro, en especial si se avizoran indicios de acuerdos para disminuir las tensiones geopolíticas, lo que mantendría el abasto mundial dentro un amplio margen de seguridad, a un precio relativamente estable.

Como en todo lo que tiene que ver con cambios y transformaciones, muchos efectos positivos se materializarán dependiendo de la política pública asociada; en especial destaca el marco regulatorio en México, de donde se derivan costos de transacción muy elevados y un amplio margen para corrupción, por lo que será necesario trabajar en este tema a fin de garantizar mejores condiciones para hacer negocios en nuestro país.

México se encuentra en un punto de inflexión en donde se esperan fuertes flujos de inversión, lo que permitirá crear más y mejores empleos y elevar el bienestar de muchas familias. Para materializar estos logros será necesario mantener la estricta disciplina fiscal, en especial en el manejo de la deuda pública, así como realizar diversas acciones para mejorar la calidad de los servicios públicos que se ofrecen a las familias. Podemos ser un país diferente, en unos cuantos años, con una tasa de crecimiento más elevada; todo es cuestión de no bajar la guardia y mantener la disciplina.

**Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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