La integración comercial de Canadá, Estados Unidos y México ha cumplido dos décadas, periodo en el cual se ha intensificado el intercambio comercial entre las tres naciones, principalmente por la parte que se relaciona con las importaciones que Estados Unidos realiza de sus dos socios comerciales. Para México, las promesas y expectativas no se han cumplido.

La interacción comercial trilateral tiene un componente energético y manufacturero que cubre la mayor parte de la misma, situación que se explica por el estrecho vínculo industrial existente entre los tres países y la dependencia energética norteamericana.

Respecto a la interrelación manufacturera, se tiene que la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) generó los incentivos suficientes para que grandes empresas trasnacionales se instalaran en México y Canadá, estrategia acorde con la decisión directiva de las mismas para abaratar sus costos de producción sin comprometer la logística de sus operaciones.

Ello promovió que importantes flujos de inversión extranjera directa llegarán a los sectores exportadores de México, que con un bajo costo laboral y una cercanía geográfica al mercado estadounidense recibió los beneficios de la una apertura comercial diseñada bajo la estrategia comercial y geopolítica del presidente George Bush a principios de los años noventa.

Bajo la necesidad de crear polos productivos y comerciales que integraran las cadenas consideradas esenciales para hacer frente al nacimiento de lo que hoy es la Unión Europea, el TLCAN se conformó como un mecanismo comercial que tenía como antecedente la asociación entre Estados Unidos y Canadá (mediante el Free Trade Agreement de 1988).

A veinte años del TLCAN se observa que el intercambio comercial de Estados Unidos con México y Canadá se intensificó, sin embargo ello no fue privativo a dichas naciones. En el mismo periodo de tiempo se dio el ascenso vertiginoso de China en el intercambio comercial de la zona TLCAN. Las exportaciones del país asiático a Estados Unidos, Canadá y Estados Unidos se incrementaron a tasas superiores a las alcanzadas por el resto de los países integrantes del TLCAN.

En el caso concreto de México, la presencia de China significó una abierta competencia por el mercado de Estados Unidos y Canadá. El propio mercado interno mexicano ha enfrentado una creciente presencia de productos chinos, tanto en la parte de insumos intermedios como en los destinados al consumo final. Lo descrito ha tenido un impacto profundo no solo en las exportaciones de origen mexicano, también ha incidido en la pérdida de empresas manufactureras, en la ruptura de las cadenas productivas, en un estancamiento de la inver extranjera directa dirigida a la producción industrial y en la generación de empleo.

Para México la presencia de China muestra que el TLCAN no es suficiente para competir en el actual contexto internacional, no obstante hay dos aspectos estructurales que también tienen una gran relevancia y que se deben tener en consideración. El primero es que lo citado enseña una lección aprendida por países asiáticos como Corea del Sur, Japón y la propia China: sin el desarrollo de un sólido sector industrial no se puede participar en el comercio internacional y generar crecimiento económico que permita integrar las cadenas productivas y que al mismo tiempo distribuya los beneficios económicos más allá las empresas que concentran la mayor proporción de las exportaciones, normalmente grandes trasnacionales.

La segunda es de estrategia: mientras Estados Unidos negociaba el TLCAN con México y Canadá, también le daba el trato de nación más favorecida a China, con lo cual preparaba el terreno para aprovechar los beneficios del comercio internacional que estaban disponibles. LA diferencia es que China lo sabía y aprovecho para desarrollar a su industria, México no lo vio.

*Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Económico.

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