El único camino para aprovechar las oportunidades que se generan es con el trabajo bien hecho. Siempre es posible observar empresas que van bien y otras que van mal, la diferencia radica en la persona que está a cargo y en las acciones que implementa.

Pero, ¿cómo podemos visualizar el trabajo bien hecho de los directores y de su equipo? Un elemento probable es la permanencia, ya que se puede tener un negocio noble muy mal administrado, con una amplia cartera, con un mercado protegido, con un subsidio que le permita sobrevivir durante 15 años, pero eso no implica que las cosas se estén haciendo bien. Lo que realmente importa son los resultados, no se puede permanecer en el mercado si no se consiguen de manera favorable.

Se tiene la impresión de que una empresa con un buen director mantiene empleados felices, pero ¿a ésta le sirve que la gente sea feliz? ¿Quién es responsable de la felicidad de las personas? La respuesta es: la propia persona.

Es necesario que los empleados tengan una cuota de tensión creativa, ya que el cambio se produce a partir de razones, mismas que nacen de la expectativa y la insatisfacción. En ese sentido, la felicidad está conectada con la motivación. El empleado hace un esfuerzo, le cuesta trabajo, pero es motivado porque tiene que ver con él.

¿Cómo fomentar las motivaciones de las personas? No sólo se trata de satisfacción, sino de capacidad. Conocer los motivos de las personas es fundamental para conectar o generar empatía con ellas y lograr que trabajen, a fin de obtener resultados positivos para la empresa.

Las acciones son la parte más importante en una empresa pues está hecha de ellas, no de pensamientos o decisiones. Las acciones producen resultados y, si se quiere mejorarlos, se deben modificar. Por ejemplo, la manera de vender o de comprar.

También es una realidad que para modificarlas es necesaria la contribución de todas las personas que la conforman y si las motivaciones están conectadas, es más factible conseguir el cambio. Por otro lado, la empresa debe poner atención en las necesidades de los clientes, empleados, proveedores, accionistas, sindicatos, gobiernos y alrededores.

Fijar la mirada en el procedimiento es la pauta para conocer el horizonte de la firma: hacia dónde va, dónde está situada, cuánto esfuerzo ha hecho, sin importar el resultado, cuando se trata de trabajo operativo o de inicio.

Sin embargo, la sustentabilidad de una compañía se observa en el retorno de inversión; sin recursos no hay empresa. El cliente paga por un producto competitivo y elige a su proveedor, porque es la mejor opción para él. Ser la mejor opción depende del modelo de negocio, visto como un proceso en el que, al final, los dos elementos obtengan beneficios.

La permanencia de una organización puede ser un indicador, aunque se debe puntualizar que ésta no va relacionada al éxito logrado por un negocio. En la actualidad, depende de la competitividad, si es rentable y sustentable, es decir, vender, ganar y conservar.

Los factores de la fórmula anterior son: el proveedor (porque existe una cadena de valor en los procesos) y la adaptación tecnológica (porque es parte de la sustentabilidad); además de la capacidad de mano de obra y de los directivos, lo que lleva a la atracción de talento.

Todas las partes involucradas en el proceso empresarial deben tener razones para aportar. La responsabilidad de integrar un sistema balanceado y mantener a los más capaces, recae en el director y en el trabajo bien hecho.

La eficacia de las acciones implementadas se puede medir mediante el concepto de utilidad suficiente, buen flujo, administración y lista de resultados. Lo que interesa al directivo es la eficacia, los efectos esperados, procesos de capacitación e incentivos, las personas de las que se rodea y la acción.

* Director del Programa para Presidentes y miembros de Consejo y profesor del área de Política de Empresa de IPADE Business School.

Google News

TEMAS RELACIONADOS