Toda empresa familiar que quiere llegar a institucionalizarse tiene que pasar por el cambio generacional. Este momento es crítico, pero trascendental si tomamos en cuenta que sólo una de cada seis empresas familiares logra llegar de forma exitosa a la tercera generación.

Para lograr una exitosa institucionalización y transición generacional es necesario trabajar en cuatro pilares: el predecesor, los sucesores, la empresa y la familia. La clave está en planear y preparar.

1. El predecesor

El aspecto clave en toda sucesión radica en la voluntad del fundador de iniciar este proceso. Nadie más que él, con la ayuda de directivos, familiares y asesores, lo puede llevar a cabo con éxito.

Quien ha dado su vida a un proyecto empresarial y lo da a otros lo hace por generosidad, porque su obra se preservará y su familia podrá disfrutar de los frutos de su trabajo, además de conservar los empleos creados en favor de la sociedad.

Quizá, una última consideración, radica en el valor de planear la siguiente etapa de la vida. La clave es tener un proyecto a futuro y asumir alguno o varios roles: Presidente del Consejo de Administración, mentor de la familia, embajador de la empresa, asesor de otros empresarios, etc.

2. Los posibles sucesores

Que los miembros de la familia tengan experiencia profesional fuera del negocio ayuda a que los posibles sucesores tracen una trayectoria independiente y encuentren su propia forma de dejar su marca.

Una práctica sana, aunque difícil, es que el crecimiento de los familiares dentro de la empresa sea por méritos. Este es un tema delicado. Es recomendable que los familiares inicien bajo las órdenes de directivos no familiares. Finalmente, hay que decir que los familiares en un negocio funcionan cuando están por vocación.

3. La empresa

La institucionalización tiene que ver con dos aspectos básicos: gestión y gobierno. “La mayoría de las compañías desaparecen, no por lo que hacen los competidores, sino por lo que ellas hacen o dejan de hacer internamente”, señala Russel L. Ackoff. La falta de acuerdos y el mal desempeño afectan más a la empresa.

En la gestión es importante aprender a trabajar en equipo y asegurarse de tener directivos talentosos. Si todas las habilidades de ellos están al servicio de la empresa, los retos que se presenten podrán ser superados. Es deseable complementar las aptitudes dentro de la familia con la atracción de talento externo.

En cuanto al gobierno es fundamental tener un Consejo de Administración para garantizar la existencia, desarrollo y balance de tres componentes institucionales: iniciativa, dinero y poder.

Además, el Consejo es un excelente vehículo para evitar problemas con los familiares que son dueños pero que no están trabajando en el negocio, ya que éste vigila la transparencia y el cumplimiento de las leyes.

4. La familia

Durante el proceso sucesorio, debe tener la voluntad de lograr la unidad y trabajar con compromiso. Sin estos dos aspectos, nada se puede hacer, como señala Miguel Ángel Gallo.

Es muy satisfactorio ver lo que surge de una familia funcional, que dialoga, se comunica y va superando sus dificultades para llegar a acuerdos y compromisos.

Finalmente, es importante señalar que no es lo mismo ser dueño a ser directivo. Quizá no todos los familiares quieran estar en la operación del negocio, pero lo más probable es que sean dueños y lleguen a participar como consejeros de la empresa. Esta es una de las funciones esenciales de un Consejo de Familia y requiere una preparación especial.

*El autor es director del Centro de Investigación para Familias Empresarias (CIFEM) del IPADE.

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