Anteriormente hemos señalado que Estados Unidos ha estado generando incertidumbre en los mercados financieros internacionales y marcando el ritmo de la política monetaria de sus autoridades, que están a la espera de saber cuándo y en cuánto la Reserva Federal (FED) subirá sus tasas. Lo cierto es que la FED ha señalado que la modificación sólo se dará cuando existan muestras claras de la recuperación del mercado laboral, lo que aún no se logra.

De lo que también hay certeza, es de la turbulencia que generará la nueva dirección de la política monetaria norteamericana, y que afectará a los mercados financieros y de capitales, en particular de los países emergentes que se convirtieron en refugios para los capitales especulativos, entre los que se encuentra México. En efecto, desde iniciada la política heterodoxa de la FED para incentivar la economía, la tenencia de valores del sector público en manos de extranjeros pasó de 632 mil millones de pesos en diciembre de 2010, el 20 % del total, a 2.3 billones en marzo de 2015, cifra que representa el 37.4% . Lejos de los que piensan los bancos e instituciones de inversión, no podemos más que señalar que este fenómeno debe prender luces de precaución.

Ahora bien, ante este entorno, uno de los métodos con los que cuentan los bancos centrales para asegurar el logro de sus objetivos —el poder adquisitivo de la moneda—, como en el caso de Banxico es el tratar de influir en las expectativas de los agentes económicos para, en cierta medida, mantener la confianza en el desempeño de la política monetaria.

El lenguaje mostrado en las dos últimas intervenciones públicas del gobernador Agustín Carstens —la primera en la que señala que “México tiene un arsenal de 270 mil millones de dólares para encarar la tormenta que vive la economía global” y la segunda que “la turbulencia por el alza en las tasas de interés en Estados Unidos es buena noticia para México porque significa que nuestro principal socio comercial está creciendo”— demuestran que el banco central intenta calmar el nerviosismo de inversionistas a pesar de que la mayoría sólo ve nubarrones.

Ante la eventual alza de tasas de interés en EU, lo que en principio está de por medio es una fuga de capitales que presionaría al tipo de cambio hacia su depreciación y un aumento de precios. Desde esta perspectiva, la postura del Banco de México de enfatizar las fortalezas financieras y política monetaria como medidas precautorias deben interpretarse como acción adecuada.

Por otro lado, el alza de las tasas de interés en EU podrían acotar aún más el crecimiento de México para los próximos años.

La mejoría en la economía norteamericana es benéfica para el país. Sin embargo, no es prudente afirmar que la turbulencia por el alza de tasas de interés en Estados Unidos es buena noticia cuando existen agravantes y escollos por enfrentar.

Presidente de Consultores Internacionales S.C.

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