A sus 26 años ya cumplió el sueño de muchos emprendedores: crear una empresa y venderla a una gran trasnacional en una cifra que, por contrato, no se puede dar a conocer. Es decir, en abril del año pasado se abrió una ventana de posibilidades que antes no tenía. Ahora podía dedicarse a lo que quisiera, pero después de casi 10 años programando y lidereando a un equipo de personas, tiene más interrogantes adelante.

Pau, este chico español, es en parte producto de la comunidad de software abierto. Se trata de un grupo de personas en diferentes lugares del mundo que crea código para lanzar diferentes software que generalmente resuelven algún problema menor. El problema que Pau se dispuso a resolver era más complejo: un servicio de virtualización que le da a los usuarios acceso a plataformas complejas desde casi cualquier dispositivo. Es decir, convertía en sencillo y accesible el manejo de software complejo como los llamados ERP.

Ahora Pau se ha convertido en un ejemplo a seguir para los emprendedores, pero venir de España, donde hasta hace poco se han generado empleos, se le ve como una esperanza en la oscuridad. ¿Estamos ante un nuevo paradigma de hacer negocios??

INVENTOR “Mi abuelo era inventor.” O eso le decían cada vez que se le ocurría alguna manera creativa de resolver algún problema. Los tiempos de su abuelo no eran los de internet, y aunque Pau García-Milá ya vivía en un mundo interconectado por la red mundial, cuando a sus 14 años sus padres le preguntaron qué prefería, una antena de radio transmisión o la conexión a internet, el joven Pau eligió la antena.

“Me encantaba crear cosas con mis manos. Mis juegos eran siempre Lego, cosas para construir. Mi padre me dejó una habitación que transformé en mi oficina. Como no había timbre, solo un agujero en la pared, puse un tornillo. Puse un letrero que decía ‘TIMBRE’.

Al empujar el tornillo, éste caía en un plato y hacía tanto ruido que anunciaba la llegada de esa persona.”

A los dos años de estar expuesto a la red mundial fundó EyeOS, el producto fruto del trabajo de toda una comunidad de programadores. Esta fue la empresa que casi 10 años después vendió a Telefónica.

CULTURA DEL ESFUERZO. Se dio cuenta del impacto que podría tener su producto, en tiempos en que nadie hablaba del Cloud Computing, cuando su software fue bajado en 100 países. Sus padres le preguntaron “Dime el nombre de 100 países”. El joven Pau solo pudo nombrar 14.

Su labor era de comunidad. Otras personas lo buscaron para programar aunque fuese solo una hora. Todos querían ser parte de ello, pues tenía un impacto mundial y, de alguna manera, Pau había logrado que funcionara. Ahora era común que desde un browser cualquiera pudiera entrar a sistemas complejos. Era el futuro que más tarde llamarían cloud computing.

“No teníamos nada de dinero. Uno de nosotros repartía flyers de una pizzería. Yo reparaba computadores. Nos dedicábamos en las mañanas en ganar dinero y en las tardes a trabajar para EyeOS.”

EL DOLOR DE CRECER. Pero de algo se dio cuenta Pau. Sabía que para que fuera exitoso el proyecto de EyeOS necesitaba cierta estabilidad, dirección. Se dio cuenta de que si él faltaba, el proyecto no continuaba. Que si él bajaba el ritmo de trabajo, el producto no funcionaba. Además, él mismo no se consideraba un programador excelente.

La primera gran decisión que tomó al frente del proyecto fue dejar el liderazgo, en el sentido de saber que debía haber alguien allá afuera que fuese mejor programando y dirigiendo que él. “La empresa solo crecía al ritmo que yo crecía profesionalmente, así que me busqué un jefe, alguien que pudiera dirigir la empresa mejor que yo. Así que me dediqué a formarme, estudiar y a prepararme, y después volví y me sentí más cómodo dirigiendo personas.”

Sabía que tenía que dedicarle tiempo y esfuerzo a lo que quisiera lograr. Ser un programador no era su prioridad, por eso había dejado la universidad años atrás. Pero fue durante su niñez que se dio cuenta de algo más importante.

“El momento en que me di cuenta que podía emprender desde los ocho años. Lo que quieras tienes que conseguirlo: no te lo vamos a dar gratis. De pequeño quería una caja de lápices para colorear y me tuvieron como tres meses ahorrando para comprármela. Me enseñaron la cultura del esfuerzo. Cuando conseguí la caja, era lo más valioso que había conseguido en toda mi vida.”

OPTIMISTA. Ahora Pau se dedica a dar pláticas, consejos y a IdeaFoster, un servicio para ayudar a quienes tengan ideas de emprender a llevarlas a cabo. Sin juzgarlas, solo haciéndolas posibles. Parte de su aprendizaje está basado en “aventarse”.

Es particularmente alentador para un español pensar así, pues la situación en su país no es favorable para hacer negocios (apenas la semana pasada marcaron una ganancia en creación de empleos). Su tesis: el entorno nunca va a ser favorable o alentador. Siempre hay alguien que te dirá que aquello no funcionará. Ejemplos hay muchos y casi todos remiten a algún inventor destacado, a Alva Edison, Tesla; alguien fuera de nuestro alcance.

Pau lo dice con conocimiento de causa. El lo hizo mientras España pasaba por una crisis y todos a su alrededor le daban razones, muchas válidas, de que aquello no podría funcionar o que no podría ser rentable.

Con la experiencia que ha adoptado, es capaz de ayudar a los demás a hacer lo mismo. O mejor aún, a hacerlo diferente.

El mercado de las StartUps, por llamarle de alguna manera, está viciado para Pau. Por un lado están quienes “te compran” las ideas a cambio de una participación enorme de tu empresa. Luego están quienes te apoyan con dinero (también a cambio de participación de tu compañía) pero cuando realmente ya está funcionando muy bien, solo necesitas cierto capital para escalar tu negocio. Y finalmente, todas estas instancias se dedican a juzgar si tu idea o empresa es viable, rentable, y ese reto es el que hace que muchas StartUps no funcionen: que nadie más que sus fundadores hayan creído en esa idea.

Pau piensa que con IdeaFoster puedes emprender tu idea hasta el nivel que tú desees y ver si funciona según tus propios estándares, no los de algún inversionista que solo quiere su retorno de inversión.

LAS DOS PREGUNTAS. Para Pau todos quienes tengamos alguna idea para emprender debemos añadirle la respuesta a dos preguntas básicas: ¿En qué momento, para nosotros, aquella idea habrá tenido éxito? y ¿en qué momento habrá fracasado?

Parece sencillo, pero si no tenemos esto claro en un principio, según Pau, nos podemos perder en el camino. Si lo que quieren es hacer dinero, el ambiente de las StartUps no es el ideal. Muchas veces conviene más invertir el dinero en el banco o en algún otro giro que no tenga que ver con tecnología.

Las ideas a las que se refiere Pau son aquellas que pueden cambiar el entorno. Es decir, tales como “mi idea será exitosa cuando todos los que tengan un smartphone tengan mi app en su teléfono”. Ojo, Pau no está diciendo que tendrá éxito cuando haya vendido su empresa por tantos millones de euros. Ese es otro objetivo.

De igual manera, sugiere que se escriba cuándo se tendrá el fracaso. Si tu app no resuelve tal problema, eso puede significar el fracaso, según como tú lo veas. Pero es importante tenerlo claro antes de emprender. Si te quieres hacer rico, quizá debas emprender en algo más que no sea tu pasión, como la de él fue el software libre.

HIJO DEL FRACASO. Cuando se dio el tiempo para prepararse entró al programa IGNITE en Cambridge University. Esa semana se le abrieron los ojos. Descubrió que su pasión era la formación. Al fin tuvo claro, tuvo la certeza de lo que quería hacer.

“El gran enemigo de todo empresario es la incertidumbre. Provoca que no sabes qué va a pasar. Durante los tres primeros años de empresa vivía en la incertidumbre porque no sabía cómo el proyecto que habíamos hecho entre amigos se había transformado en el proyecto más grande en software libre. Me provocaba una frustración porque no sabía que tenía que hacer para hacerlo crecer.”

De ahí que ahora propone que te preguntes, si has tenido cierto éxito, ¿qué es lo que te ha hecho tener ese éxito? Si no lo sabes, no lo podrás repetir o mantener. Esta historia no es exclusiva de empresas pequeñas, también sucede en las grandes, algunas de las cuales ahora le piden consultoría al mismo Pau.

“A veces las empresas pequeñas se basan mucho en el ensayo y error, que es muy bueno. Pero cuando algo tiene éxito, cuesta mucho entender por qué ha funcionado. Le dedicamos mucho énfasis a por qué hemos fracasado a por qué hemos acertado.”

*** Al día siguiente en que vendió su empresa a Telefónica, el joven Pau inició IdeaFoster, que ahora le toma el tiempo que antes le dedicaba a EyeOS, solo que con la diferencia de que su nueva empresa nació ya con números negros.

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