La Ciudad de México es el centro político, económico, social y cultural del país. Sin embargo, en lo últimos años, la dinámica de crecimiento económico del Distrito Federal ha permanecido prácticamente estática; en el periodo 1993-2002, la tasa promedio de crecimiento fue de 2.65%, mientras que en el periodo 2003-2012, ésta ha sido de 2.75%, un crecimiento de apenas una décima de punto porcentual a pesar de las obras en infraestructura y desarrollos urbanos que ha experimentado la capital en estos años.

El tema económico debe copar la lista de prioridades de nuestras autoridades, toda vez que problemáticas en movilidad, disponibilidad de servicios y, principalmente, empleo y seguridad están presentes. Con el fin de contar con una Ciudad a la altura de las demandas presentes y futuras de quienes vivimos o transitamos por el DF, es necesario definir líneas estratégicas encaminadas a atender dichos problemas, pero es necesario que éstas se engloben dentro de una misma visión, una que mire hacia el futuro; una de las grandes fallas en el pasado ha sido solucionar un problema hoy creando uno para el día de mañana, este círculo vicioso debe romperse.

En desarrollo económico, se requiere impulsar la economía del conocimiento y la innovación. Por años se ha hablado de que el DF debe ser la “Ciudad de los servicios”, toda vez que el sector terciario ha ido ganando espacio como motor económico ante el menor peso de la actividad industrial en la economía capitalina. En 2003, la actividad manufacturera representaba el 10.5% del PIB capitalino, en 2012 solamente fue de 7.6%. Sin embargo, a pesar de que sí ha crecido la aportación de las actividades terciarias al PIB del DF, pasando de un 84.9% en 2003 a un 88.2% en 2012, como se ilustró anteriormente, ello no se ha reflejado en una mayor dinámica de crecimiento, ya que muchas de estas actividades del sector terciario son de bajo valor agregado, el gran padecimiento de la economía nacional.

Es entonces necesario realizar una mejora en el tipo de actividades terciarias, poniendo énfasis en las que son de mayor valor agregado y tienen un mayor impacto en el ingreso, la clave es la innovación. Para ello, debe destacarse que la Ciudad tiene el potencial de cambiar la situación, ya que varias regiones poseen los elementos para convertirse en verdaderos clústeres del conocimiento e innovación, si se fomenta una mayor vinculación entre academia, centros de investigación e industria pero, sobre todo, si se articulan los esfuerzos y recursos en pro de ello. Más que una “ciudad de los servicios”, ésta debe ser la “ciudad al servicio del conocimiento y la innovación”.

El segundo tema, de varios, que resultan clave en la construcción de un mejor futuro para la Ciudad de México, consiste en la generación de nuevos esquemas para garantizar la seguridad: el enfoque es el empleo. En ello, el rumbo que debe adoptarse es hacer énfasis en un foco rojo que si bien hoy ya es un problema, en 5, 10, o 20 años, todo indica que puede derivar en catástrofe: los jóvenes.

El año pasado, el Instituto de la Juventud del DF indicó que de los poco más de 2 millones 336 mil jóvenes (entre 14 y 29 años) que aquí habitan, el 19.3% está catalogado como “ni-ni”, es decir, que ni está matriculado en alguna escuela ni está trabajando.

De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Adicciones (ENA), en el DF, los jóvenes de 12 a 17 años que beben alcohol al menos una vez a la semana representan el 1.8%. Lo grave es que muchas veces por ser menores de edad, recurren a canales informales, con los riesgos que ello implica para ellos mismos, los potenciales costos en salud pública, y los futuros efectos económicos adversos en términos de competitividad por contar con una creciente población que cada vez vislumbra en la delincuencia su única oportunidad. Los datos en cuanto a incidencia delictiva en jóvenes mayores de edad ilustran por su parte que casi la mitad de los sentenciados (51.4 %) tenían entre 18 a 29 años al momento de recibir su primera sentencia.

Todo lo anterior representa un altísimo costo económico y social para el futuro del DF. Es primeramente imperativo contar con los focos críticos y su dinámica, así como dimensionar el impacto que esto tiene hoy y mañana en el desarrollo, para generar los indicadores clave de gestión, a fin de crear lineamientos de política pública y económica que permitan dar solución a esta problemática. Los programas más efectivos de prevención del delito, más allá de campañas de comunicación, son los enfocados a generar oportunidades de crecimiento económico, mismo que resultan más eficientes cuando se complementan con el diagnóstico y la georreferenciación de puntos de conflicto, que por su irregular origen conllevan un riesgo para la salud.

Visualizar la Ciudad que queremos incluye varios temas, pero hoy, estos son dos de los más urgentes, más cuando se trata de dos temas ligados: el fomento a la innovación genera valor agregado, lo que se traduce en empleos, mismos que son lo que hoy necesitan nuestros jóvenes a fin de que el impacto económico que generan sea uno de productividad y no de delincuencia; el desarrollo económico es la mejor estrategia de prevención del delito y de la productividad.

*Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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