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Si eres joven y tus primeros sueldos apenas los recibes y estos se te escapan de tus manos, te interesa leer esto, porque por seguro que no te gusta sufrir al final de la quincena. Primero, ten la seguridad de que no eres el único al que le sucede este inconveniente financiero y de que de alguna manera es normal luego de dejar de depender de tus padres, pero es necesario tener en claro que por ningún motivo debe convertirse en una costumbre que se prolongue, pues esto terminará por meterte en problemas financieros.

Cuando se es joven es muy fácil pensar en el momento y dejar el futuro para después, pero si tus quincenas se desaparecen de tus manos, no sólo estás comprometiendo el futuro, sino también el presente.

Quizá ahora no lo veas claro, pero debes tener claro que el dinero no vuelve. Puede sonar tentador gastarte ese recurso en salidas o ropa, por ejemplo, pero ten en cuenta un consejo que hoy puede salvarte de tirar tu dinero durante años: el dinero que hoy gastas no va a regresar nunca más. Podrás ganar en un futuro un mejor sueldo, pero no será el mismo recurso, sino uno nuevo, explica Sonia Sánchez Escuer, especialista en finanzas personales y autora de varios libros al respecto como Diario de una oveja financiera. Esto quiere decir que si sigues con el mismo ritmo de consumo, dentro de unos años te vas a preguntar en dónde quedó todo ese dinero que ganaste durante los años que le siguieron a tu primera quincena.

Al inicio puedes ser libre de darte unos gustos, al final tener tu primer trabajo fue un logro por el cual seguramente trabajaste intensamente. Pero esto sólo aplica un par de meses quizá.

Seguramente tienes ganas de comerte el mundo a mordidas: de irte al cine, a cenar, a beber, de viaje y comprar tu auto, todo al mismo tiempo. Pero en este momento, hay que aprender a tomar las cosas con más calma, porque si te organizas bien todo lo podrás hacer pero uno por uno.

Lo más sensato es que hagas un presupuesto. Y las mejores prácticas dicen que 40% del dinero que ganas deberás de guardarlo y 60% de gastarlo en forma corriente. Este 40% debe de repartirse: 10% se debe de ir a metas a corto plazo, es decir ropa, etcétera; el otro 10% a mediano, es decir, al que genere patrimonio (por ejemplo una casa); otro 10% a tu retiro y el otro 10% a construir un fondo de emergencia, explica Laura Seira, cofundadora de la consultoría financiera Toda la Diferencia.

Sin embargo, cuando se es joven, es difícil seguir estos consejos. “Está bien soltarse el chongo un ratito, comprar lo que tú quieras, pero como jóvenes es muy importante que aprendan a hacer las cosas una a la vez”, recomienda Sonia.

Claramente no vas a poder comprar ni hacerlo todo en el primer mes, así que lo mejor que puedes hacer es comenzar a ponerte metas que puedas ir cumpliendo de manera progresiva.

“El músculo que vas a tener que empezar a entrenar es el de la planeación y priorización. Tienes que hacer una cosa a la vez, porque te va a dar la certeza de que vas a poder tener todo lo que quieras sólo que irá escalonado”, explica la especialista.

Así, por ejemplo, si tienes un viaje para diciembre –que ya está prácticamente a la vuelta de la esquina– comienza a ahorrar para éste y bájale al consumo y a las salidas, porque si sigues gastando lo mismo en los paseos independientemente de la meta, no vas a lograrlo.

Cuando alcances esa meta, entonces empieza con la que sigue: “Esta es una manera muy intuitiva de acomodar el dinero y no gastarte todo de un jalón. Entender que tienes que ir una por una”, asegura Sonia.

Tener una meta a la vez va a ayudarte también a la motivación, porque esta organización va a demostrar que sí puedes lograr lo que deseas con esfuerzo y dedicación.

A largo también

Pero que las metas de corto plazo no te hagan dejar de lado las de largo, porque aunque ahora lo veas muy lejano, es muy seguro que vas a volverte viejo.

La vejez no es el tema más divertido del cual se puede hablar ahora que eres joven; de hecho es aburrido, tedioso, y muchos lo suelen dejar de lado, pero lo mejor es que comiences a ahorrar una cantidad para cuando llegue ese momento. Esto porque seguramente empezaste a trabajar después de 1997 cuando cambió el esquema de retiro al de Afores, lo que significa en sencillas palabras que no va a alcanzarte para cuando seas viejo.

Lo único que ahora estás ahorrando —esto en el supuesto de que no ganes por honorarios sino de que estés registrado por tu patrón ante el IMSS— es el mínimo porcentaje de 6.5% de tu sueldo, el cual es obligatoriamente depositado en esta cuenta.

Mientras que antes de 1997 las personas recibirían una pensión por parte del gobierno (pagada por las aportaciones de los más jóvenes) hoy tú recibirás únicamente lo que está en tu Afore, y si no ahorras voluntariamente, ten por seguro que será muy poco. Así que la recomendación es que comiences ya sea a aportar a tu administradora voluntariamente o si tienes posibilidades, contrates un plan de retiro o un instrumento que te permita guardar una cantidad para el futuro. Tu Afore te permite hacer depósitos automáticos y éste es un buen consejo, no sólo para el ahorro del futuro sino para todos los pagos de servicios y de tarjetas.

Hazlo autómático

Aprovecha la domiciliación que ofrecen los pagos de servicios y de tarjetas de crédito, ya que la puntualidad puede ayudarte más de lo que crees.

“Establece pagos automáticos cuando puedas, porque esto puedes empezar a desarrollar una historia de pagos a tiempo que impulsarán tu score de crédito, lo cual puede significar mejores condiciones de préstamos”, señala Nolo, una consultoría jurídica de Estados Unidos en un texto denominado Consejos financieros para adultos jóvenes.

En este mismo tema, otra recomendación para que te rinda el dinero es que pagues primero los gastos fijos, esto es la renta, el mantenimiento, la luz, el agua, tu gimnasio, tu tarjeta de crédito y dentro de esto, considera también el ahorro. Ya lo que te sobre entonces podrás gastarlo. Si es que llega a sobrarte dinero, ahórralo, que más adelante lo puedes llegar a necesitar.

Un fondo

Comienza a construir un “fondo” para mediano plazo, tanto para las buenas cosas como para las malas. Es decir, ya sea para un viaje de improviso a Acapulco o para pagarle al dentista el que te quite la muela del juicio que de la noche a la mañana te empezó a doler.

“Es mejor tener un guardadito para aprovechar tanto las oportunidades bonitas como en imprevistos. De las mejores cosas que puedes hacer con tu vida financiera es no endeudarte, y la mejor forma de hacerlo es tener un fondo de ahorro”, asegura Sonia. Este fondo se construye poco a poco, con aportaciones periódicas y sobre todo constantes.

Laura Seira, cofundadora de la consultoría financiera Toda la diferencia, recomienda que este dinero lo tengas líquido –es decir, disponible–, por lo que aconseja que lo pongas en un fondo como Bonddia, una sociedad de inversión que te permite tener liquidez diaria.

Si te decides por meterlo en Cetes, te permitirá poner una barrera para tener el dinero pero que no te lo gastes (tienen periodicidad). Es el instrumento de ahorro más básico después de la cuenta de cheques.

Ten en cuenta que estos instrumentos van a darte menos de la inflación (3%). Así que ahora que eres joven es un excelente momento para que empieces a explorar otros instrumentos de inversión que si bien implican más riesgo, significan más rendimientos a largo plazo, tales como los fondos de inversión o incluso la Bolsa de Valores (esto es recomendable en el caso de que te la tomes en serio y te pongas a estudiar cómo se invierte).

Lo ideal sería que tuvieras otro fondo, al que se le denomina fondo de emergencia y éste, según las mejores prácticas, debe estar conformado por al menos tres meses de tu sueldo, esto precisamente por si llegaras a perder el trabajo o alguna otra situación que no esté prevista.

Para gastar menos

Medir el gasto que estás pensando en hacer —ya sea una bolsa o una botella de alcohol en un antro— en horas de trabajo es una técnica que puede ayudarte a moderar tus gastos, porque medirás el esfuerzo que te cuesta ganar el dinero frente a lo rápido que lo gastarás.

“Saca cuánto ganas por hora, divides lo que ganas al mes entre treinta y sacas lo que ganas cada día, es un aproximado, pero esto te va a hacer pensar cuántos días de trabajo va a costarte si te compras esa bolsa guapísima”, explica la especialista.

Otra táctica es que antes de gastar pienses a qué equivale esa cifra, quizá sea tu mantenimiento o la luz. Así quizá ya no suene tan barato ni tan atractivo comprar esos tenis.

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