2014 fue otro mal año para la refinación en México. Las seis refinerías de Pemex —Cadereyta, Madero, Minatitlán, Salamanca, Salina Cruz y Tula— procesaron 1.15 mb/d de petróleo crudo, equivalente a una tasa promedio de utilización de 68%, la más baja jamás registrada. Más aún, dos de las refinerías que fueron recientemente modernizadas (Cadereyta y Madero) registraron las peores tasas de utilización (50-60%). En contraste, la tercera (Minatitlán) tuvo la utilización más alta, cercana a 84%, pero todavía muy inferior al promedio de las mejores refinerías mundiales, que usualmente operan a 95% o más.

El incremento cuantitativo y cualitativo de la demanda nacional durante las últimas dos décadas evidencia la ineficiencia estructural del sistema nacional de refinación. El uso mayoritario de crudos medianos y pesados con importantes concentraciones de azufre (Istmo y Maya, respectivamente), aunado al hecho de que la mayoría de las refinerías de Pemex tienen configuraciones “simples”, poco adaptadas a estos tipos de crudos, explica la merma gradual de la tasa promedio de utilización.

En efecto, las refinerías mexicanas producen todavía grandes volúmenes de combustóleo, cuyo uso (esencialmente en el sector eléctrico) se ha desplomado a medida que la CFE opta por combustibles más limpios (diesel) o más eficientes (gas natural). Mientras tanto, el crecimiento de la demanda nacional se ha concentrado en los destilados medios (turbosina, gasolina y diesel). El resultado neto es que la importación de este tipo de refinados, en particular de gasolinas, se ha disparado a un costo alrededor de 25 mil millones de dólares anuales. En contrapartida, Pemex tiene que exportar gran parte del combustóleo que produce, generalmente con descuentos importantes, por ser un producto refinado de muy baja calidad.

Si bien Pemex ha hecho esfuerzos para modernizar algunas de sus refinerías, el camino ha sido lento, costoso y poco exitoso. En años recientes la empresa ha tratado de limitar las pérdidas de su filial de refinación, reduciendo los volúmenes de crudo procesado para minimizar la producción de combustóleo. Algunos observadores creen ver en ello una prueba más de una “conspiración” contra Pemex, sin considerar que operar las refinerías a mayores tasas de utilización bajo las configuraciones actuales tendría poco sentido económico, pues la oferta de destilados aumentaría solo marginalmente, mientras que los volúmenes de combustóleo serían mucho mayores. En otras palabras, la importación de productos apenas disminuiría, en el mejor de los casos, pero Pemex tendría que vender aún más combustóleo a precios descontados.

Una solución temporal sería mejorar la calidad de la mezcla administrada a las refinerías, mediante la inyección de crudos más ligeros.

Algunos críticos se preguntan por qué Pemex no utiliza el crudo ligero (Olmeca) que produce, en vez de exportarlo. Las razones son eminentemente operativas. Por un lado, los volúmenes de crudo ligero producidos son muy bajos: apenas unos 300 kb/d por año, comparados con una capacidad de refinación total de cerca de 1.7 mb/d, es decir menos de la quinta parte. Por el otro, si bien el crudo Olmeca es ciertamente ligero (39.3 grados API), tiene también un alto contenido de azufre, lo cual nos regresa al problema de la limitada complejidad de nuestras refinerías.

Idealmente, una solución durable consistiría en modernizar las refinerías de Salamanca, Salina Cruz y Tula, resolver los problemas operativos de Cadereyta y Madero, y aumentar gradualmente la tasa de utilización de Minatitlán. De esta manera, todas las refinerías mexicanas estarían configuradas para optimizar el procesamiento de crudos nacionales. Sin embargo, las inversiones necesarias son cuantiosas y difícilmente asequibles, sobre todo en un entorno de menores ingresos por exportación de crudo.

En suma, la industria de refinación en México seguirá enfrentando grandes retos en los próximos años. Posiblemente habrá que esperar a que capitales privados inviertan en el sector, una vez que haya concluido el proceso de apertura contemplado por la reforma energética, antes de ver una mejoría operativa significativa. En lo inmediato, sin embargo, la bajo de precios tendrá un efecto favorable: las importaciones de productos refinados serán mucho menos costosas.

Presidente e Integrante del Comité Técnico de Energía del IMEF

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