Una idea surgida en un viaje a Europa y una buena planeación le dieron a Gerardo Álvarez del Castillo una empresa —que mantiene junto con otros dos socios— que tan sólo en dos años y medio de operación, reporta ventas de 10 millones de pesos al año.

Luego de renunciar a su trabajo, sabía que quería poner una empresa pero no sabía de qué. Antes, se fue de vacaciones. Viajó a Berlín y se encontró un paraíso justo a su medida, (es vegetariano desde hace 15 años y en México son escasas las opciones), que ofrecía 40 platillos de hamburguesas y hot dogs vegetarianos.

Regresó a México y buscó a un chef amigo de su hermano, a quien conocía bien pero con el que no había trabado realmente amistad. Le pidió que le hiciera algunas recetas porque ya había decidido poner un carrito de hot dogs y hamburguesas vegetarianas.

Pero Juan, el chef que ahora es su socio, le propuso una idea mejor: “La idea es muy buena, ¿por qué no ponemos un local chiquito a ver si nos funciona?”.

Así empezó Pan Comido, en un local de 20 metros cuadrados en la colonia Roma y con capacidad para nueve personas, en donde Gerardo “mesereaba” y Juan cocinaba junto con Adrián, un socio con el que tenía en un inicio un negocio de banquetes. Gerardo decidió tomar el “paquete completo” y hacer una sociedad con ambos. Al principio todo fue de palabra, asegura, pero en cuanto empezaron a crecer estipularon porcentajes y responsabilidades en un contrato ante notario.

De la necesidad de producir pan para Pan Comido, un año y medio después surgió Chomp Chomp, una postrería que ofrece galletas, malteadas, pays y postres. Luego vino otra sucursal del restaurante en la colonia Anzures y la ampliación del pequeño local de la colonia Roma en el que empezaron. Todo en menos de tres años. En el camino requirieron socios capitalistas pero al igual que al inicio, quedó estipulado en el contrato su participación.

“Más que evitarnos problemas, el contrato viene a solucionar un conflicto si se viene a dar. Nosotros no hemos tenido ninguno pero si lo llegamos a tener en un futuro ahí hay un papel que dice cómo están las cosas”, explica.

¿Emprender solo o con alguien más?

Es una de las preguntas más frecuentes que los emprendedores se hacen antes de comenzar la aventura de su primer empresa. Las historias de éxito son posibles. Pero, ¿qué tienes que tomar en cuenta antes y durante el proceso?

Es posible emprender con amigos, familia o con gente externa y la búsqueda de socios corresponde a varias necesidades, como el conseguir el capital necesario o simplemente el tener alguien con quién compartir el camino.

Incluso es más común que hacerlo solo. De acuerdo con cifras recabadas por Noam Wasserman, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard y autor del libro Los dilemas del fundador, 84% de los emprendedores buscan cofundadores con el objetivo de complementar sus debilidades, manejar altas y bajas, dar apoyo emocional, capital humano y contactos que el otro no tiene.

En el caso de México, según las cifras de la firma PricewaterhouseCoopers, 90% de las empresas toman la decisión de hacerlo en familia. En ellas, coexisten padres e hijos y no precisamente el orden es el que prevalece en su creación. Al respecto, la directora de la incubadora Proempleo Productivo, Yemi Smeke, asegura que tanto las relaciones y asociaciones familiares como las que se hacen con amigos, se hacen de forma desordenada, lo que en un futuro genera problemas.

El consejo es si puedes, no te asocies con tu familia. Pero si no puedes, hazlo pero deja las cosas claras.

Por más común que sea el asociarse con la familia o con amigos, esto implica varios riesgos que debes considerar antes de subirte a la montaña rusa del emprendimiento. Ante estos riesgos, lo mejor es blindarse de la mejor manera y dejar las cosas bien claras antes de hacerlas a través de un específico plan de negocios y de la firma de un contrato.

“Independientemente de con quién lo vayas a hacer, debes hacer tu plan de negocios, y éste incluye cómo asociarte. Quiere decir, si tú y yo nos vamos a asociar, qué porcentaje voy a poner yo, cuánto tú, cuáles son tus derechos y los míos y qué pasaría en caso de que en un tiempo decidiéramos disolver esta sociedad. Todo esto tiene que quedar por escrito antes de que se haga la sociedad”, aconseja Smeke.

Asociarse en sí no es malo, de hecho, coinciden los especialistas que puede conllevar un gran crecimiento.

Pero cuando terminan mal las cosas, suele ser porque se asumieron y no se dejaron claras. “No es que sea malo asociarse sino que se dan por hecho cosas que yo entiendo de una manera y mi socio de otra. Cuentas claras, amistades largas”, afirma María Fonseca, directora de la Escuela de Negocios del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, campus Estado de México.

Entre los riesgos que se presentan a los emprendedores en este camino, está buscar a un socio que sea muy similar al fundador, alerta Wasserman, para lo cual hay que preguntarse si la persona está agregando cosas que el emprendedor no: “Te tienes que preguntar si éste es el equipo más fuerte y te tienes que asegurar de que cualquier amigo agrega piezas claves para lograr objetivos”.

Un emprendedor que busca a un socio sabe que necesita algo para llegar y que necesita a una persona para que le dé apoyo cuando el negocio tiene altibajos, sin embargo, una inclinación naturalmente humana es buscar a alguien muy similar a uno, afirma.

Estabilidad empresarial

Wasserman asegura que fundar con amigos y con familia vuelve a las empresas menos estables. Basta confirmar cifras. En México, según un estudio de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, a largo plazo los vínculos familiares motivan la desaparición de las empresas: de seis empresas de primera generación, sólo una llega a la tercera.

“Suponemos que los conocemos, que confiamos en ellos, que estarán en el mismo canal, que tienen las destrezas que se requieren, que sabemos qué tan bien trabajan, ¿van a poder subir? ¿podremos decirle a nuestro amigo que no está subiendo? ¿que tiene que bajar de rango? ¿que se les va a reemplazar?”, cuestiona el investigador de Harvard.

Los asuntos que se tratan en el trabajo albergan una gran cantidad de tensión, y al estar tratando con amigos o con la familia, se pueden dañar las relaciones personales, lo que ocasiona repercusiones en el equipo, explica, por lo que aquellos negocios fundados con gente externa son los más estables. Como el de Pan Comido, por ejemplo.

Ahora, si ya decidiste asociarte con alguien de tu familia o amigos tienes que tomar en cuenta que no sólo es establecer las condiciones en un contrato, sino dejar también en claro el organigrama y no aceptar a cualquier miembro de la familia (o amigo) sólo por serlo, sino que también tiene que ser competente, explica Smeke.

“Estos asuntos causan conflicto, se cierran empresas porque se pelearon los hermanos y muchas veces se dejan de hablar de por vida”, dice.

Además, tienes que tratarlo como si fuese un extraño y establecer salarios y condiciones competitivas para todos.

Por su parte, si tienes el presupuesto y la visión, mejor emprende solo, eso sí, con la consciencia de que implicará sacrificios, asegura María Fonseca.

Somos socios, ¿cómo nos lo dividimos?

Ya sea porque necesites capital o porque la idea creció colectivamente, si decides asociarte debes antender a la manera en la que los porcentajes se dividen entre los socios.

“Si un socio capitalista te da el recurso y tu aceptas que tenga el 60%, la empresa es de él. O si tienes tres socios y tú tienes el 49% otro 49% y el otro el 2%, puede ganar él haciendo alianzas”, explica Smeke.

Wasserman asegura, hay “historias de horror” relacionadas con la división de porcentajes. Si se reparte 50% y 50%, por ejemplo, el problema comenzará si uno de los socios trabaja mucho y abandona otros deberes para dedicarse de tiempo completo y el otro no. “Si en la siguiente revisión no existe ninguna duda al respecto de estos puntos, entonces sí es conveniente repartirse al 50%”, citó.

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