Anastasio Tiburcio Santiago explica que el lugar donde se coloca el poste para el ritual de los Voladores de Papantla se debe purificar para la Madre Tierra, es importante hacerlo, y la Plaza San Pedro está lista para recibir a este rito ancestral.

Los miembros del grupo de voladores llegaron la mañana del viernes a El Marqués. Viajaron de noche desde Papantla, Veracruz, para instalar el poste que se mandó hacer en La Cañada, pues traer uno desde Veracruz hubiera sido muy caro.

Anastasio Tiburcio Santiago, caporal de los Voladores de Papantla, explica que la ceremonia consiste en purificar el espacio, así como pedir permiso a la Madre Tierra. Se usa aguardiente, flores, veladoras y un sahumerio, para purificar el lugar.

Dice que en los lugares donde no se ha llevado a cabo la ceremonia, se usa un gallo o un guajolote y gorditas. En el caso de la Plaza de San Pedro no se desarrolla el ritual completo, pues ya se había hecho antes.

En el cielo hay pocas nubes, ninguna oculta al sol, por lo que el calor es intenso. Trabajadores del municipio ayudan a armar el poste. Usan soldadura para unir algunas de las piezas, aunque las que giran deben ir sueltas. Ahí emplean tubos de PVC, lo que sorprende a muchos.

Anastasio indica que la tradición es ancestral, se hereda, además de buscar a las nuevas generaciones para que se unan. Precisa que usan flauta y tambor, para ejecutar su danza.

Apunta que quienes quieran pertenecer a los voladores lo pueden hacer desde temprana edad, siempre que tengan interés y puedan controlar el temor a las alturas. Ellos, como expertos, saben reconocer qué niños tienen la aptitud para pertenecer a los voladores. Si vuela, si hace bien su acción, se continúa de manera paulatina con el aprendizaje.

Una parte importante en su aprendizaje es la elaboración de su traje y la creación de los instrumentos. “Todo tiene un tiempo y una trayectoria, pero todo inicia cuando el niño dice que quiere volar. También se habla como los padres de familia, pues desde el momento en el que el niño va, es porque los papás le dieron permiso de asistir”.

Actualmente reciben a cualquier niño que quiera aprender a volar. Incluso, ya hay, siguiendo la equidad de género, niñas que ensayan a la par que los varones.

Anastasio apunta que ya existían antes mujeres voladoras, pero no se divulgaba mucho, pero hoy lo hacen más abierto y en las mismas condiciones que los niños. No hay distinción, las clases y las enseñanzas son iguales para ambos géneros. Aprenden juntos, dice el hombre.

Agrega que desde 2007 hubo mayor apertura para las niñas, con una educación libre de machismo, pues niñas y niños aprenden en igualdad de condiciones. “Los niños en ese momento no distinguen entre hombres y mujeres. Uno se tiene que adaptar a ese momento, en esa igualdad. En el equipo que tenemos hay ocho niñas y 12 niños. Dentro de ellos hay cinco caporales”.

Los trabajos en la colocación del poste se atrasan. Todo debe de ser perfecto para la presentación que tendrán hoy y mañana en El Marqués, para conmemorar los 100 años de la danza Guerreros Azteca.

A un costado de la plaza también trabaja un grupo de hombres que colocan la placa conmemorativa del centenario de la danza. La idea era situarla en el templo de San Pedro, pero no se dieron los permisos.

Los danzantes se acercan a la plaza para la ceremonia. Son vistos con admiración y respeto por los marquesinos. Ya tienen listos sus utensilios para la purificación.

Llevan puestos sus trajes típicos, con sus tocados que brillan con el sol. Buscan una sombra poco antes de comenzar la ceremonia.

Anastasio, antes de irse, dice que cuando termina de volar es como si volviera a nacer, “porque no sabemos qué va a pasar”.

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