“Cuando emprendas tu viaje a Ítaca/pide que el camino sea largo, /lleno de aventuras, /lleno de experiencias. /No temas a los lestrigones/ ni a los cíclopes/ni al colérico Poseidón, /seres tales jamás hallarás en tu camino, / si tu pensar es elevado, / si selecta es la emoción que toca/ tu espíritu y tu cuerpo”. Este bello poema titulado “Ítaca”, del poeta griego Constantino Cavafis (1863-1933), recuerda que el viaje es más trascendente que la meta, y que la Ítaca metafóricamente simboliza los propósitos de la vida. Para Daniel Catán, reivindicar la ópera en español en su país y el mundo, era su Ítaca. Por eso, que ahora se programe su ópera Salsipuedes, en la cartelera del Palacio de Bellas Artes, icono de la cultura en México, es un agasajo inconmensurable a la memoria del compositor y a la cultura latinoamericana.

Daniel Catán (1949-2011) fue compositor y filósofo. Según comenta el director de orquesta Eduardo Diazmuñoz, de entrada, fue el primer compositor mexicano que logró darle un lugar a la ópera en español en todo el mundo. Manuel de Falla logró algo similar con La Vida Breve en 1904-1905 y producida hasta 1913, así como El retablo de Maese Pedro, producida en 1923.

El maestro Catán fue el primer compositor mexicano en haber estrenado una ópera en español en Estados Unidos, en 1994, con San Diego Opera, “en donde tuve el honor de dirigirla también”, señala Eduardo Diazmuñoz. Y fue el primero en haber recibido una comisión conjunta de casas de ópera estadounidenses, para componer una ópera en español, después del éxito de La hija de Rappaccini. Florencia en el Amazonas fue el resultado y se estrenó en Houston, Seattle y Los Ángeles. Eso posicionó a México como un país “primer-mundista” alrededor del orbe en cuestión de ópera y nuestro idioma natal es parte indisoluble de sus óperas, como lo demuestran las producciones de varias de sus obras en diversas casas de ópera en el mundo.

Lamentablemente la representación de Salsipuedes, su cuarta ópera, llegó a México 13 años después del estreno (2004). El número mayor de puestas en escena se dio en Alemania y el menor en México, a pesar de ser este último la patria del compositor y donde el español representa mayoría lingüística.

Para Cavafis lo significativo era el viaje, no la meta, así que es interesante narrar el trascurso del camino que llevó al surgimiento de Salsipuedes o el amor, la guerra y unas anchoas, nombre completo de la ópera. El abuelo de Daniel había emigrado de Turquía, pero hizo una escala de cinco años en Cuba mientras se dirigía a México, naciendo en la mayor de las Antillas su primogénito (padre de Catán). Ambos (abuelo y padre), enamorados de la cultura, fueron los artífices principales del gusto por la música y los boleros cubanos en el joven. Daniel Catán parecía tener una deuda con su casa patriarcal y después de concluir Florencia en el Amazonas, los tambores indujeron su alma al peregrinaje de sus raíces, reencontrándose con ellas y redimiéndolas en su siguiente ópera, Salsipuedes.

Estos eran los cimientos que necesitaba para una ópera en español. La mezcla de las culturas que convergían en sus venas las aprovechó, unificando las líneas vocales clásicas, la música sinfónica afrocubana, dando como resultado una ópera con lenguaje caribeño. Como indicara el propio compositor: “En esta ópera traté de incorporar la música del Caribe. No sólo porque la historia sucede en esa región, sino porque es una música que me interesaba mucho explorar. Especialmente la parte rítmica” (Yrízar, 2011).

Como trabajo de investigación para la creación de Salsipuedes el maestro realizó algunos viajes, señala su esposa Andrea Puente Catán: “Durante cuatro años íbamos a tomar clases de baile los sábados en El Floridita, Los Ángeles, como estudio para la realización de la ópera. Yo sé que llevaba desde 1998 empezando a trabajar los nuevos ritmos y armonías, inclusive se fue a vivir a Miami, además de unos viajes a Cuba para empaparse en la música caribeña de la isla. Estudió de fuente directa los ritmos en Miami y Cuba en clubes además de un sinfín de grabaciones, Buenavista Social Club, Celia Cruz, Benny More, Grupo Bamboleo, etc. […]”, (Benítez, 2017).

Salsipuedes estuvo intrínsecamente relacionada con la música popular cubana y la influencia que ejerciera en los años 40 y 50 el éxodo musical cubano y que Daniel recordara haber “intoxicado sus sentidos” (Cruz, 2017).

Pero no solo bebió de la música popular cubana de su época, también recurrió a los grandes compositores de la música cubana del siglo XX, quienes habían incursionado en la ópera fusionando ritmos afro-cubanos, como Alejandro García Caturla con Manita en el suelo. Palabras textuales del maestro, refiriéndose a la conexión entre ritmos cubanos y los géneros sinfónicos europeos aclaran lo planteado:

“Este ha sido un sueño compartido por muchos compositores. Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, por mencionar sólo a dos de ellos, exploraron en varias de sus obras diferentes maneras de conjugar la extraordinaria música cubana con la tradición europea. Incursionaron, incluso, en la ópera”. (Cruz, 2017)

Todo esto fue el preámbulo desde el punto de vista compositivo, pero el libreto también tiene su historia. Todo comenzó hace más de dos décadas, cuando Eliseo Alberto de Diego Lichi conoció a Catán. Como lo cuenta Eliseo Alberto, disertando y soñando con Catán, el compositor mexicano lo convenció que en lugar de convertir su novela El día en que la banda de músicos se fue a la guerra en un guión cinematográfico, lo adaptara a una ópera. Alberto de Diego tuvo sus dudas, su relato no parecía material para una ópera. Más bien, era óptimo para un guión de cine (Pallais, 2004). La obra narra el día que Cuba ingresó a la Segunda Guerra Mundial, enviando un pequeño barco a patrullar las aguas del Caribe. Para despedir el barco, una banda de músicos subió a bordo para tocar las canciones del momento. La sorpresa llegó cuando el barco despegó del muelle antes de que la banda de músicos tuviera tiempo de desembarcar. Según su creador […] el incidente que pone en marcha la historia se inspiró en un evento real: Cuba envió una nave para ayudar a las Fuerzas Aliadas en la Segunda Guerra Mundial y accidentalmente levantó el ancla con una banda completa de despedida a bordo […] (Ópera Cues, 2004: 27).

Cuando Catán le presentó a Eliseo una secuencia musicalmente atractiva y a la vez convincente de su relato, lo persuadió que además de hacer un guión, se podía adaptar a una ópera. El dúo de creadores se dispuso de inmediato a trabajar en los diálogos de cada escena. Para poder convertir el relato en una ópera, se tuvieron que modificar algunas cosas. En vez de una banda completa, por ejemplo, en el barco de la ópera debían aparecer solamente los protagonistas de la historia, Ulises y Chucho. Y el tema central se mantuvo fiel a la ficción que Eliseo Alberto le había agregado al incidente: el rompimiento de la vida de dos parejas cuando la isla declaró la guerra a los nazis.

La alianza contó como invitado al también escritor Francisco Hinojosa (mexicano), quien concluyó el libreto producto de las ocupaciones laborales que se le presentaron a Lichi tras ganar el premio Alfaguara de Novela (1998).

Con motivo del homenaje realizado en Bellas Artes tras el fallecimiento de Alberto de Diego (2011), María José, su hija, señalaba que El día que la banda de música se fue a la guerra, es una novela inédita, aún sin publicarse. Del mismo modo detalló como esa aventura de los músicos enfrascados en una odisea, su travesía en alta mar fue inspirada en un tío abuelo que vivió algo parecido (Talavera, 2016). Asimismo, el alumno del novelista, Maruan Soto Antaki escribió un artículo donde referencia dicha obra: “Ningún médico impediría aquella reunión de amigos que se juntaban para ver cómo filmar La banda. Un guión suyo que seguí trabajando dos años después de su muerte y en el que Lichi narraba una fantástica participación cubana en la Segunda Guerra Mundial. La Invencible, fragata capitaneada por un traficante de leche, zarpaba para, tras un motín, vencer a los submarinos alemanes con una banda de músicos. Un cajón, el tres y la trompeta”, (Soto, 2016).

De ahí que surgiera de un guión de cine, el libreto de Salsipuedes o el amor, la guerra y unas anchoas. Su parte histórica, ilustra el escenario político transcurrido durante la Segunda Guerra Mundial en una isla del Caribe, los valores éticos del líder en turno y su trascendencia en la vida social de una nación.

Por consiguiente, la trama del libreto concluyó por narrar la historia de dos jóvenes músicos recién casados que ven interrumpida su noche de bodas por la llamada militar, en una Isla del Caribe por el año de 1943. Estos son invitados a cantar el Himno Nacional en la despedida de la fragata El Invencible, por un error del segundo oficial del barco se alzan las anclas sin percatarse de que los músicos están a bordo. Entonces, las esposas, sin saber de ellos, pasan la ópera en su búsqueda. Esta aparente historia de amor del escritor cubano deja entrever una relación soterrada de forma satírica con los períodos del presidente Fulgencio Batista y la subvención cubana con relación a algunos países durante la Segunda Guerra Mundial. El enriquecimiento que traía entre manos el gobernante cubano.

Es de aclararse que el presidente Fulgencio Batista Zaldívar, durante estos años de beligerancia, solidificó lazos de apoyo con los países de las Naciones Unidas, entre ellos Estados Unidos, al que abastecía a través de su mayor producto de exportación: el azúcar. Desde fines de 1941, en que Estados Unidos declarara la guerra a Japón y con ellos al eje Berlín-Roma-Tokio, los monopolistas yanquis manifestaron una atracción desmesurada por el azúcar (Le Riverend, 1975: 4). Al respecto el economista Arnaldo Silva en su obra Cuba y el mercado internacional azucarero, señala:

A partir de este instante se va a producir una fiebre especulativa con nuestro azúcar por parte de los grandes intereses azucareros norteamericanos, debido a su alto valor como alimento y como materia prima para la producción de alcohol, caucho sintético, explosivos, etc., el azúcar y las mieles pasaban a convertirse en productos de excepcional importancia. (Silva, 1971: 124).

En diciembre de 1941 Cuba declaró la guerra al bloque fascista. La Marina de Guerra cubana participó activamente en la persecución de los submarinos alemanes en aguas cubanas y en mares próximos. Asimismo, brindó protección al tráfico comercial marítimo (Silva, 1971: 92). De ahí la relación con el navío llamado El Invencible que cita el libreto y la ficticia declaración de guerra a la Alemania nazi.

Los sucesos históricos a través de los años son musas que inspiran novelas, cuentos, ensayos, guiones cinematográficos, obras de teatro, entre otros. Así también como las obras literarias en relación con los libretos de ópera. Ejemplos fehacientes de esto son: La Traviata de Giuseppe Verdi, basa su libreto en la novela La Dame aux Camélias de Alexandre Dumas; Romeo y Julieta de Gounod, en el libro de Shakespeare;The Fairy Queen de Henry Purcell, inspirada en el Sueño de una noche de verano igualmente de Shakespeare; Eugene Onegin de Piotr I. Tchaikovski, basado en la novela homónima de Aleksandr Pushkin; Salomé de Richard Strauss es una traducción literal a la lengua alemana de la obra de Oscar Wilde; Porgy and Bess de George Gershwin está basada en Porgy de DuBose Heyward y Carmen de George Bizet, en la novela de Prosper Mérimée, entre muchas más.

Por lo que no es de extrañarse que Salsipuedes o el amor, la guerra y unas anchoas fundamente su libreto en la novela inédita El día en que la banda de músicos se fue a la guerra de Eliseo Alberto de Diego, y ésta, a su vez, en el hecho histórico que se suscitó en Cuba durante la Segunda Guerra Mundial.

Salsipuedes es una ópera bufa, con características especiales por el uso de ritmos, géneros musicales como: el son cubano, el guaguancó, el flamenco y la inserción de elementos del folclor cubano como es el personaje del chino, el juego de la charada, el sonido de la trompetica china, etc. El camino fue largo, pero gracias a la persistencia del maestro se podrá disfrutar de esta obra maestra del drama musical con fisionomía latinoamericana en el Palacio de Bellas Artes y el pasado 17 de mayo, en el Teatro del CEM “Arturo Márquez”, fue el estreno de Fantasía para flauta y piano Salsipuedes, obra creada por quien esto escribe, como trabajo de tesis de maestría.

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