Al iniciar la cuarentena impuesta por el Covid-19, se cancelaron todos los pedidos en los que trabajaban las 55 mujeres del Taller Casa de Madera, de San Ildefonso Tultepec, Amealco, Querétaro.

“Ahí nos preguntamos, ¿y ahora qué vamos a hacer? Porque todo quedó parado. Se cancelaron los pedidos y las mujeres llegaban con sus bordados y ellas necesitan su pago para comer, para salud, entonces dijimos: ¿cómo vamos a hacer que esto se mueva? Porque ya llevamos un mes y surgió la idea de hacer cubrebocas, para seguir trabajando, tener solvencia económica y que las mujeres no se queden sin un ingreso”, platica Isabel Pascual García, integrante de Casa de Madera, a EL UNIVERSAL Querétaro.

Casa de Madera comenzó formalmente en el año 2005, la pionera fue Genoveva Pérez Pascual y hoy son 55 artesanas las que integran el grupo, porque además de las mujeres que iniciaron, ahora sus hijas —que han crecido y saben a la perfección del bordado otomí— continúan con la tradición.

“Estos cubrebocas están hechos por manos indígenas, también hay que recalcar que cuentan con el sello de calidad de Manos Indígenas, no cualquiera lo tiene; son de tela, y el bordado está hecho con paciencia, calidad, más que un cubreboca es un pedacito de San Ildefonso que se va con la persona que lo va a tener, es un pedacito de nuestra identidad, y en el bordado va el corazón de las mujeres que lo bordan”.

Isabel se integró hace tres años al grupo y además de bordar, se encarga de compartir desde su perfil de Facebook, en donde tiene un apartado titulado Bordados que cuentan nuestra historia, las piezas que elaboran y detalles de la iconografía otomí que lucen en sus prendas. Y fue a través de Facebook que comenzaron a promover sus nuevas creaciones: los cubrebocas.

“Antes no teníamos la facilidad porque no había internet aquí en la comunidad y no teníamos más que bordar, no había surgido la necesidad de tener una cuenta para interactuar con la gente de fuera, hasta que pasó esto de la contingencia. Luego de hacer las pruebas se estuvieron mejorando las costuras y diseños, hasta que quedó finalmente, y subimos las fotos a Facebook, realmente no creíamos que iba a tener tanto impacto, porque muchos empezaron a vender cubrebocas desde mucho antes, y realmente nos sorprendió que al momento de subir las fotos teníamos notificaciones y notificaciones, pedidos y pedidos, no nos esperamos que fuera tan noble y que nos ayudara tanto estar en Facebook”, afirma.

Amigos y clientes que ya conocen el trabajo y calidad de sus prendas comenzaron a hacer pedidos, al grado que hoy en día no sólo producen para Querétaro, Tequisquiapan, San Juan del Río, han hecho envíos al Estado de México y ahora mismo trabajan en un pedido de 300 cubrebocas que irá para Estados Unidos, y de Colombia también solicitaron sus cubrebocas pero por la demanda que tienen no podrán surtir ese pedido.

“Hay mucha respuesta, tenemos un pedido de 300 para Estados Unidos, nos pidieron de Colombia también pero como ya tenemos mucha gente que ya depositó su pago, tenemos que atenderlos primero, y también está el problema del envío, pero nosotros estamos trabaje y trabaje, tenemos un tiempo de entrega de una semana, por la demanda que hay. Y como sí tenemos mucho pedido dejamos un ratito las muñecas y otros productos, ahora estamos trabajando puros cubrebocas, son muchos pedidos y a veces son las 10 o 11 de la noche y aquí estamos, hay mucho trabajo y estamos muy agradecidas con eso, porque semanas atrás sí nos estábamos preguntando: ¿cómo le vamos a hacer para tener ingresos?”, asegura.

El costo de los cubrebocas varia, hay de 50, 80 y 120 pesos, el precio se fija por la cantidad del bordado, para realizarlo primero bordan las tiras y luego se aplica al cubreboca, que está hecho con tela y tiene doble filtro, es lavable y según su cuidado puede dudar varios años.

“Ahora estamos sacando los cubrebocas por la contingencia, fue su principal objetivo, pero también hay otros trabajos, oficios que los pueden usar de diario, por ejemplo, cocineros, o los que trabajan en un taller cortando tela, o haciendo medicina tradicional, gente que requiera para su día a día les puede funcionar muy bien”, agrega Isabel.

Uno de los pedidos llegó a casa de María Teresa Gómez Saldaña, creadora de la Fundación México Orgullo y Tradición, quien apoyó con la distribución en la ciudad de Querétaro. La Fundación tiene como emblema de paz una muñequita otomí de nombre Pacesita, que fue creada por Genoveva Pérez Pascual, fundadora de Casa de Madera.

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