“Ella es un volcán, un tornado, un terremoto. Ella es un vendaval, una brisa clandestina, amor que no pude evitar”, entona Edgar Oceransky en su nuevo disco Escarlata, en el que además de rendirle tributo al amor y a los vínculos inquebrantables que lo unen a su familia, le canta a la música, una de sus más grandes pasiones que lo han mantenido durante 25 años arriba de los escenarios como cantautor, y debajo de ellos como gestor cultural e impulsor del Trovafest.

Previo a su participación en la quinta edición de este festival, el trovador mexicano compartió con EL UNIVERSAL Querétaro algunos detalles de este evento, que dejó en vilo durante meses a la población, cuando el gobierno municipal anunció que no se organizaría este año.

Así mismo, el artista adelantó algunos detalles de su concierto de hoy, que tendrá lugar a las 19:30 horas, en la Alameda Hidalgo, y en el que además de interpretar temas de sus producciones pasadas, presentará las canciones de su treceavo álbum.

Recapitulando un poco, ¿cómo comienza la historia del Trovafest?

—Es un proyecto que teníamos madurando desde hace siete años, antes de la primera edición en 2014, que fue cuando empezamos a hacer giras nacionales con las que nos dimos cuenta que contrario a lo que se pensaría, como la música de nosotros no sale en la radio, ni en la tele, y no estamos en los periódicos, ni en la prensa del corazón todos los días, era muy difícil que la gente nos conociera. Y era completamente al revés. Nos percatamos de que había un público muy grande, como subterráneo queriendo escuchar estas melodías y que se había empezado a enterar de la trova a través de las plataformas digitales, encontrado en nuestra música un espacio para la reflexión y para algo que no se le estaba brindando desde otro lado. Entonces, al ver esa necesidad y al tener en México una tradición autoral muy importante, desde por lo menos principios del siglo XX, con Guty Cárdenas y muchos otros compositores que han sido parte de la cultura nacional, nos dijimos: ¿qué pasaría si juntamos al público de todos estos artistas y reunimos a los exponentes de la trova para que empiecen a suceder cosas entre ellos también? Así fue como en 2013 llevamos esta iniciativa a la Cámara de Diputados, siendo muy bien recibida desde el primer momento por la Comisión de Cultura.

No sólo como artista, sino también como gestor cultural, ¿cómo recibiste la noticia de que no habría Trovafest este año?

—El alcalde anterior, Marcos Aguilar, fue un gran impulsor de este festival, incluso hizo público su interés de que este año pudiera continuar el evento, aunque ya había terminado su administración; sin embargo, por cosas que tienen que ver con los trámites de cambio, es muy complicado comprometer dinero de una administración anterior a la que sigue; y como el Trovafest normalmente es en noviembre, y la administración se dejó a finales de septiembre, era muy difícil hacerlo. No es que ellos no quisieran. Debo reconocer y agradecer la sensibilidad que tuvo el nuevo presidente municipal, Luis Bernardo Nava, pues en cuanto escuchó las peticiones sobre el festival, me buscó directamente a través de la secretaria de Cultura, Andrea Avendaño, para ver qué podíamos hacer. Eso habla de una disposición muy importante para que la cultura siga siendo el espacio de mayor inversión en los gobiernos. Yo creo que la cultura y la educación son dos rubros en los que el Estado tiene que invertir más porque a la larga termina siendo más redituable.

¿Cuál fue el monto destinado para el festival de este año?

—A diferencia de las otras ediciones, este año recibimos tres millones de pesos. Recordemos que la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, el primer año destinó tres millones y medio de pesos al evento; en 2015, fueron cinco millones de pesos, cubierto al 100% por el gobierno federal; en 2016, se designaron siete millones y medio de pesos, entre apoyo federal y municipal, y el cuarto año ambos niveles destinaron 10 millones de pesos para la organización.

¿Cuáles son las expectativas sobre esta nueva edición?

—Este año esperamos a 20 mil personas, y estamos seguros de que habrá una importante derrama económica para el municipio, pues desde siempre el 30% del total de asistentes han sido turistas.

De hecho, el primer año contamos con 30 mil espectadores; en la segunda edición hubo 40 mil; en la tercera el público fue conformado por 60 mil personas, y en 2017 tuvimos cerca de 65 mil asistentes.

¿Cuál crees que es la relevancia sociocultural de festivales como el Trovafest?

—Cuando tienes la cultura tan a la mano permea invariablemente en ti, permitiéndote hacer cambios en tu forma de pensar y actuar, y motivándote a encontrar nuevos horizontes. Yo puedo decir que me cambió la vida haber estudiado en una universidad como la UNAM, en donde por lo menos tres días a la semana yo podía ver un concierto gratuito, así como ballet y teatro en cualquiera de sus salas.

Aprovechando esta reminiscencia, ¿puedes compartirnos cómo fue tu primer acercamiento a la trova?

—Fue súper bonito, porque hoy por hoy me trae una satisfacción indescriptible ese recuerdo, y es que cuando escuché por primera vez un disco de Guadalupe Pineda tenía apenas 10 años. Con mi familia escuchábamos una y otra vez canciones como “Unicornio azul” y “Niña color tabaco”, lo recuerdo muy bien. Tres décadas después, a los 40 años, me habla la maestra Guadalupe Pineda por teléfono para pedirme no sólo que le diera una canción para grabar en su nuevo álbum, sino también para invitarme a cantarla con ella; con eso se cerró un ciclo musical hermosísimo. Esa experiencia me hizo ver que realmente ha valido la pena recorrer este sinuoso camino de hacer, difundir, organizar y producir música durante 25 años.

Este año también formarás parte del programa, ¿qué es lo que has preparado para tu presentación?

—Además de canciones de mis álbumes anteriores, presentaré varios temas de mi nuevo disco Escarlata. Se trata de un proyecto conformado por 11 canciones y 11 poemas en el que se concentran dos facetas mías muy marcadas. Por un lado, mi parte pacífica, creativa y estable que tiene que ver con mi familia, con mis animales, con una vida cotidiana muy bella a la que yo siempre he aspirado y que se refleja en estas canciones, y por otro lado, mi parte más pasional relacionada con la música. De hecho, incluí la canción “Ella es un volcán”, que habla de esa pasión musical que me hace sentirme vivo y con un hervor en el pecho que cada que me encuentro ante 10 mil personas cantando junto a mí, se dispara.

¿Por qué elegiste el título de Escarlata para esta nueva producción?

—Hay una canción en este álbum llamada “Hilo escarlata”, fue la que escribimos al final, y la última que tuvo título. Cuando encontré por fin el nombre adecuado, fue que caí en cuenta de que todo el disco hablaba de esos vínculos irrompibles que tengo con distintas personas, como mis hijas, mi padre, la misma música, mi mujer, y mis antiguos amores. Pero por una manía que tengo con que todas mis producciones lleven siempre nueve letras en el título o que el número de dígitos se reduzca a esa cantidad, es decir, pueden tener 18 letras, por el resultado de 1+ 8 o 27, por el 2+ 9… no podía ponerle Hilo Escarlata, así que lo dejé en Escarlata; palabra con nueve letras, que simboliza el rojo como el fuego, la pasión, el amor y la sangre. En ese sentido, el disco habla de mi sangre, de mi gente, de mis padres, de mis hijas, de la música y de quien soy yo en este momento: una persona amorosa y apasionada, que se quiere conservar así el tiempo que requiera esa etapa de su existencia.

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