Con el nombre de Bilis, Francisco Diego bautizó a un personaje sin rostro definido, que puede ser él o ella, un anciano, un niño, un joven con los sentimientos vueltos un remolino. Su figura se repite en ocho esculturas de bronce y 11 óleos que se pueden apreciar en la exposición “Dulce Bilis”, que se encuentra en el Museo de los Conspiradores, en el Centro Histórico de Querétaro, ciudad en la que radicó por varios años el joven artista.

Y esta selección sólo es el comienzo de una gran serie, porque Francisco Diego tiene 25 bocetos más, además quiere hacer una escultura de Bilis en gran formato.

“Bilis apenas comienza, tengo bocetados 25 más, todavía falta explorar más al personaje, necesito hacer unas esculturas mucho más grandes, va a salir una colaboración con el Museo de Arte Indígena y las piezas las van a intervenir varios artesanos, serán siete y se irán de gira, la expo se la van a llevar a varias ciudades de México, Irak, Dubái y diversos lugares de Estados Unidos, también tengo muchas ganas de hacer un Bilis monumental de bronce, y quién sabe a dónde más pueda llegar”, explicó en entrevista a EL UNIVERSAL Querétaro.

“Dulce Bilis” congrega dos emociones, “la dulzura de saber que estás forjando tu carácter y haciendo algo bueno, pero al mismo tiempo la bilis de hacer un mini berrinche o coraje, al enfrentarse a esos momento, en que alguien se enoja con algo que estás haciendo bien”, detalló el artista sobre el nombre de su exposición.

Esos sentimientos, en que el ego se enaltece y el coraje o frustración son inevitables, el pintor y escultor los ha vivido, y esa experiencia la muestra ahora en esta exposición.

“Son momentos en los que he sentido la angustia, una contemplación a la muerte para poder apreciar la vida, el enojo o la desesperación, y todo está plasmado en ocho esculturas de bronce sobre madera y 11 cuadros de óleo, los cuales todos son este mismo personaje en diferentes momentos, no se sabe si es mujer, hombre, viejito o niño, sí tienen rasgos humanos pero inicialmente decía ‘Quiero que el sentimiento sea más físicamente cualquier expresión humana, pero dándole más ese valor a los sentimientos y expresiones”.

El expresar, en la escultura o la pintura, sus propios sentimientos, de manera íntima, sin máscaras ni censura, sirve también para conectar con el espectador.

“Al final todos son ideas o ideales de algo que vivo o veo a mi alrededor, sin darle un valor de maldad o verdad absoluta, pero sí pensando que es un rasgo más que caracteriza a las personas, y siento que si me identifico con mi pieza es mucho más fácil que alguien más también se pueda identificar con mi obra. Cuando trabajo siempre pienso, ‘Si quiero que trascienda tiene que trascender en mí’, si no esto va a quedar sólo en la intención”, agregó.

El primer Bilis nació en Hungría, hace poco más de un año; Francisco Diego realizaba una residencia artística y a su alrededor había más personas mayores que no hablaban inglés, sólo húngaro.

“Entonces no había con quién platicar, y en esos ratos de soledad y contemplación hice el boceto del primer Bilis, la pieza se titula ‘Seguro te dejaré’, es una pequeña escultura en la que el personaje parece meter su pie en el agua, pero no hay tal, la forma en que se esculpió marca las líneas del agua en su pie”.

En la exposición también se incluye la pieza “Hay una luz”, que formó parte de la composición escenográfica del musical “Casi normales”, en el que actuó Susana Zabaleta y Federico Di Lorenzo, con la dirección de Diego del Río.

“Dulce Bilis” estará en el Museo de los Conspiradores hasta el 15 de agosto, y como parte de la misma exposición, se incluyen una serie de textos que son parte del proceso de creación que utiliza el artista para llegar a su obra final.

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