Capítulo final

Hoy les traigo el final de la historia, todo en la vida tiene un final (todo excepto esta cuarentena eterna al parecer) Vamos por partes:

Eduardo y Sofía tenían un acuerdo en el que su relación se basaba en el dinero y la libertad. Hoy parece que dicho acuerdo no es funcional. La convivencia diaria entre ambos, la falta de viajes para Sofía y la falta de sexo para Eduardo los han llevado a un escenario que, aunque conocido, hoy se cuestionan si realmente seguir adelante vale la pena.

—¿Cuánto crees que dure esto?

—¿Qué? ¿Lo de Ximena? Eso ya está terminado Sofía, ya ella buscó lo que necesitaba en otro —respondió un Eduardo sincero y molesto.

—No idiota, ¿cuánto crees que dure el encierro?

—Ah, no lo sé. Pero por lo menos lo que resta del año puede ser que vivamos de la misma manera.

—¿Crees que aguantemos? —preguntó ella mirándolo fijamente, departían en el comedor con suma tranquilidad.

—No creo Sofi, pero no te preocupes ya hice un par de llamadas y si tú quieres te puedes ir a Suiza con tus amigas la próxima semana.

—¿México puede entrar a Suiza?

—Yo pensé que no, pero Juan Carlos me dijo que uno de sus socios investigó y es posible. Ya tengo todo arreglado, es cosa de que decidas las fechas.

—Ok, solo me voy con La Beba, es la única que se puede pagar un viaje así, ya veré qué les digo a las demás con lo del crucero y pues ahora tengo que lavarle el cerebro a esta mujer para corregir mi error.

—¿Qué le dijiste?

—Pues que andabas con esa mosquita muerta. El día que ella me contestó necesitaba ser escuchada y aunque La Beba no es la mejor opción, me tiene el miedo suficiente para no andar de chismosa.

—No entiendo porqué te tiene miedo.

—Es tan inexplicable como tu dependencia a mí, no trates de entenderlo. En fin, solo tengo una regla más y espero la cumplas.

—La que quieras.

—No quiero que salgas con mujeres menores de 35 años, me hiere que busques la juventud, no lo hagas, es todo lo que te pido.

—Hecho.

La conversación terminó. Hay relaciones que funcionan mediante acuerdos y aunque no podamos entenderlos, si para la pareja es funcional, nosotros como espectadores solo podemos contemplar.

¿Eduardo sentirá curiosidad por Ximena? No, para Eduardo esta vez se llamó Ximena, después será Claudia, Sara, Julieta, en fin, su ego no necesita el refuerzo de una sola fémina. En cambio, el ego de Mauricio solo requiere la aprobación de una sola, la protagonista de todas sus fantasías, no se han preguntado ¿qué hacía Ximena con Mauricio? No encaja en el patrón de su clientela, aunque ciertamente no era del género predilecto de Tomás, él pertenece a un sector de la población privilegiado, tal como Pablo y Eduardo. ¿Qué encanto podría tener Mauricio? Un taxista de barrio, casado y con tres hijos, macho, misógino, nada atractivo. El inconsciente de Ximena la traicionó, como mujer liberal no podría aceptar que fue educada para tener un compañero con esas características, al final el reflejo de su padre ausente y hermanos recaía en este personaje, era su manera de “vengarse”, “miren soy una puta y me necesitan”, era la frase silenciosa que se colaba en las vestiduras del taxista.

Las amigas de Sofi aceptaron la “desinvitación” del crucero por el Caribe, algunas respiraron aliviadas, no querían vivir una experiencia como aquel barco que quedó en cuarentena por el Covid y una cuarentena con esas brujas ¡Ni soñarlo! Otras sospecharon que algo andaba mal, pero el temor a Sofía no les permitía expresar sus maquinaciones y con la mano en el pecho agradecían a su querida amiga la noble intención: “No te preocupes Sofi, bastante haces por nosotras siempre, te queremos”. “¿Me veo preocupada?” pensaba Sofía. Marisol por otro lado, buscaba a su hijo después de un par de meses, fue al departamento donde sabía que se quedaba y la recibió Tomás:

—Señora Marisol, ¡Qué sorpresa!

—Gracias, ¿Raúl verdad?

—Sí señora, pase por favor —Marisol se topó con un lugar ordenado, con mucha luz y un aroma delicioso a pan recién horneado.

—¿Está mi hijo?

—Pues ya no vivimos juntos, decidimos separarnos, Tomás tiene muchas cosas que arreglar, está muy herido. Necesita que lo acepten y esa aceptación no viene ni de él mismo y no me extraña. Su familia debería hacerle sentir que es amado.

—¿Sabes a dónde fue?

—Solo sé que no está en México.

Marisol agradeció la información y salió sin llorar. Le llamó a su marido para exigirle su ayuda en la búsqueda de Tomás.

—Yo no tengo ningún hijo que se llame Tomás.

—Pues entonces tampoco tienes esposa.

Colgó el teléfono y la búsqueda por su hijo y por una nueva vida para ellos comenzó.

Ximena informó del deceso de Pablo a sus amigos, ya que no había familiares a quienes dar tan triste noticia. Como en novela de Televisa, se casaron en el hospital, durante el apocalipsis clínico. Tres días le duró la vida de casada, viendo a través de un cristal como el único hombre que la había amado realmente se desvanecía en suspiros. Regina le llamaba a diario, solo para escucharla llorar. Le dolía no poder estar con su amiga, no poder abrazarla, reconfortarla, ayudarla con los trámites para los que seguro no tendría cabeza.

Don Antonio, esposo de La Beba, le dijo a su mujer que tenían que ir a casa de su querido amigo a entregar los poderes notariales de propiedades y empresas que pasaban a ser nombre de Ximena, “Yo ni loca me paro en la casa de esa arribista Antonio, ve solo si tanto te apura”. Don Antonio no insistió y le llamó a Mauricio para que lo llevara.

—¡Qué casononón patrón! ¿Quién vive aquí? —preguntó Mauricio lleno de asombro.

—Vivía uno de mis mejores amigos, mi querido Pablo que en paz descanse, hoy pues todo esto le pertenece a su mujer a la que le ha cambiado la vida por completo. Es buena muchacha, Pablo no le habría dejado todo de no ser así.

—¿Es joven la viuda, patrón?

—Como de tu edad hijo, mira ya nos espera afuera. Solo le entrego el folder y le explico un par de cosas y nos vamos.

Cual fue la sorpresa de Mauricio al encontrarse con Ximena la viuda, la nueva rica, la ex puta y nueva señora. Tuvo ganas de salir, de gritarle, de vomitar, se sintió mareado. No supo cuánto tiempo pasó que ya su jefe le pedía se dirigieran ahora a sus oficinas. Ya en la noche, Mauricio se despertó con un zumbido en las orejas, un dolor en el pecho y sudor que parecía ser de fiebre. No lo pensó dos veces, se levantó de la cama sin dar razones, tomó el arma que guardaba en el clóset, subió a su taxi y se dirigió a las Lomas de Chapultepec.

FIN

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