Parte 10

Ximena aceptó casarse con Pablo, a mí me alegra, ¿a ustedes? Pero momento, en esta historia con final feliz le hace una dosis de justicia, ¿recuerdan por culpa de quién Ximena está en el hospital? Tomás, un cliente que le pagaba por fingir que era su novia, porque su familia homofóbica no lo aceptaría por quien era realmente. En un arranque de ira contenida, destruyó a la mujer que le había cubierto la espalda por casi tres años, ¿qué pasó con Tomás?

Esa noche no llegó a dormir a su casa, se fue al departamento de Raúl, quien no lo esperaba, pero se alegraba de verlo.

—¡No te esperaba! ¡Qué bonita sorpresa Tomy! —lo recibió Raúl con un beso cariñoso, Tomás no contestó—. ¿Qué tienes? ¿Pasa algo?

—Nada pasa.

—Estás muy raro —Raúl inquieto no entendía porque su novio estaba tan ido—. ¿Qué te metiste Tomás? —las pupilas lo dilataban, estaba muy drogado.

Raúl lo tomó de la mano y lo sentó en un sillón, entonces se dio cuenta que su ropa estaba manchada de sangre y que algunas gotas secas parecían resbalar de sus mejillas.

—¿Qué hiciste Tomy?

—Ximena ya no es un problema.

—¿Qué le hiciste Tomás? —no obtuvo respuesta, solo una mirada aterradora—. ¿Qué carajo hiciste? ¿Dónde está Ximena? ¡Contéstame!

Tomás lo abofeteó un par de veces, le abrió el labio y le ordenó que se callara. Raúl le regresó el golpe, pero a esas alturas era incapaz de sentir dolor. Permanecieron en silencio, con la respiración acelerada, no había lágrimas, solo miradas penetrantes y el olor a muerte que se fundía con el vaho de su exaltación.

El sonido del timbre interrumpió sus pensamientos, no se movieron. Entonces la puerta sonó un par de veces, seguían sin moverse. La puerta se tornó agresiva y las patadas resonaban en la madera. Tomás escuchaba el eco de la madera como si fueran las costillas de Ximena bajo sus botas. La puerta se abrió.

—¡¿Qué hiciste cabrón?! —Raúl rompió en un grito.

Recordemos lo que pasó momentos antes desde la trinchera de Pablo en aquel hospital en Ecatepec:

<< El médico requirió a las autoridades para que pudiera levantarse la denuncia. Le comunicó a Pablo lo sucedido y le entregó el diagnóstico: tres costillas rotas, el pómulo izquierdo fracturado, derrame en el ojo izquierdo.

—No hay necesidad de notificar a las autoridades, voy a llamar a mi abogado y yo me encargo —dijo con serenidad un Pablo rejuvenecido, las enfermeras se miraron y sin una palabra pudieron sentir el fuego que emanaba de aquel hombre.

—Tengo que pedirle que se retire, es parte de la población de riesgo señor y este no es un lugar seguro para usted.

Pablo lo ignoró totalmente pues ya estaba llamando a su abogado, “Tomás Feria, Interlomas, Huixquilucan” fue todo lo que alcanzó a escuchar el médico>>.

En México solo se arreglan las cosas de dos maneras y Pablo tenía ambas opciones: dinero y poder. Bastaba una llamada para que la vida de Tomás girara todavía más de lo que siempre había rodado. “Uno tiene que hacer justicia por su propia mano, porque si esperamos a las autoridades, no procede, ¿qué van a decir? Que Ximena tuvo la culpa por andar de piruja, que Ximena lo provocó, que Ximena no debió salir a esas horas. Al final ella terminaría siendo responsable por tener el cuerpo que tiene, por el simple hecho de no ser hombre ella siempre será la culpable”, pensó Pablo para calmar su consciencia, jamás había requerido ese tipo de servicios, conocía a la gente, claro, pero siempre la mantenía a distancia, porque era un hombre bueno, pero hoy era un hombre herido y sin mucha fuerza para pelear por su amada.

Revisando el registro de llamadas del celular de su ahora prometida, encontró que había tres intentos al 911, pero ya saben, en nuestro país el 90% de estas llamadas son falsas, porque el gobierno parece tener, como siempre, otros datos. Nadie quiso auxiliarla. Llegó un mensaje de Regina “¿Estás bien?”. Pablo llamó a Regina para contarle lo ocurrido.

Regina y Ximena estudiaron juntas en la universidad, se hicieron amigas porque estaban en el mismo equipo de tenis. Sus carreras eran distintas, pero había una buena química entre ellas, con el tiempo se volvieron más cercanas, ambas pagaban sus estudios y la relación con sus familias no era tan buena. Ximena era la mayor de seis hermanos, ella la única mujer, había decidido vivir sola porque su madre estaba negada a dejarla estudiar, para Doña Alondra una mujer que estudia es un desperdicio de tiempo y dinero, porque al final se embarazan y ahí uno tiene que andar cargando con ellas. Una mujer vale por su descendencia, no por las aportaciones que ella cree que puede hacer a la sociedad. Así que decidió rentarse un cuartito y entrar a la universidad pública para estudiar economía.

Ximena se sabía una mujer bella, tal vez no era tan inteligente, pero era astuta, sabía cómo llegar al resultado sin tener que esforzarse mucho por ello. Un día recibió una invitación a cenar por parte de un profesor, ella aceptó por diversión, pero al terminar la cena se dio cuenta de todo lo que podía obtener con solo sonreír y cruzar las piernas. Regina como su confidente la escuchaba y se preocupaba que, en algún punto, su amiga resultara perjudicada. Ximena le decía a Regina que la vida era un riesgo y que ella necesitaba ascender rápido, para demostrarle a su madre que no necesitaba servirles a los hombres, que ella podía lograr lo contrario con sus encantos.

No pasó mucho tiempo para que Ximena tomara la decisión de volverse escort, era de esperarse que la relación con su madre no mejoró. Ahora cuando le preguntaban a la señora por su hija, la señora prefería contestar: “Ximena está muerta desde hace seis años”. Elegir la muerte, antes que la vergüenza.

Hoy Doña Alondra desconocía que su profecía estuvo a pocos minutos de volverse realidad.

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