Uno de mis cuentos favoritos es “La Tona” del libro El Diosero, de Francisco Rojas Gonzáles, el contexto es la importancia del ritual para nombrar a los recién nacidos en una comunidad indígena Zoque:

—¿Qué hace ese? —inquirió el doctor.

Entonces Altagracia habló dificultosamente en español:

Regará Simón la ceniza alrededor de la casa… Cuando amanezca saldrá de nuevo. El animal que haya dejado pintadas sus huellas en la ceniza será la tona del niño. Él llevará el nombre del pájaro o la bestia que primero haya venido a saludarlo; coyote o tejón, chuparrosa, liebre o mirlo, asegún…

—¿Tona has dicho?

—Sí, Tona, ella lo cuidará y será su amiga siempre, hasta que muera.

—Ahá —dijo el médico sonriente—, se trata de buscar al muchacho un espíritu tutelar…

El nombre es nuestra primera seña de identidad, aquello que nos identifica y nos da entidad, forma parte de nosotros y de nuestra personalidad. El nombre, como la sonrisa, es nuestra carta de presentación. ¿Qué dice su nombre de ustedes? ¿Saben qué significa? ¿Por qué se llaman así? Seguramente muchos tendrán una historia tierna, llena de amor del cómo sus padres encontraron el nombre indicado. Pero también hay otros cuyos progenitores sacaron la frustración que tenían a través de ustedes, la creatividad parece ser su mejor carta en un desquite emocional inexplicable.

Hace algunos años era  una costumbre muy arraigada en nuestro país poner al bebé el nombre del santo del día de su nacimiento. Así pues, tradicionalmente, las madres ponían el nombre a sus hijos con ayuda del santoral; de ahí que hoy existan seres llamados: Constitución, Aniv. De la Rev o Christmas Day.

Ayari me gusta, pero me molesta tener que deletrearlo: Ayari A-Y-A-R-I, no Ayaris, no Atari, no Yaris. Ayari. Significa corazón en maya. Mis hermanos cuentan con nombres pronunciables: Federico y Alfredo. Federico rescatado por mi abuelo de llamarse Tonatiuh.

Continuemos el texto por categorías ¿Les parece?

Nombres extravagantes. A continuación, nombres que necesitan ser deletreados y explicados, como en mi caso: Sahara, Ashanti, Sujail, Diva, Aylan, Dejanira, Luxana, Susset, Yupanky. Este gremio, y es pura suposición, está respaldado por la filosofía de querer darle a los vástagos un nombre único y diferente.

Nombres fanáticos. Este fin de semana conocimos a una chica de nombre América. En un punto, después de horas de conversación, hablamos de futbol. “¿A quién le vas?”, reguntamos. Ella puso una cara entre el hartazgo y la risa. Entre miradas Arnoldo y yo gritamos al unísono “¡Por eso te llamas América!” Sonrió. “Mi papá le va al América”. Nos platicó que tiene siete hermanas y que en un arranque de digámosle fanatismo, a su papá se le ocurrió que cada hija que tuviera se llamaría América. Su mamá no lo permitió, “por lo menos deja que sus nombres terminen en ica”, insistió su padre, de ahí el origen de: Erica, Yessica, Verónica, Angélica, Mónica. Ella comparte el nombre con su hermana la más pequeña América Rebeca.

En el Mundial de México 70, muchos padres quedaron encantados con la participación brillante de la selección brasileña, de ahí los nombres de Edson, Gerson, Everaldo, Brito. El futbol pareciera ser utilizado tanto como el santoral para nombrar a los nuevos individuos: Gerard, Iker, Cristiano, Neymar, Lionel, James.

Nombres gringos. ¿Qué me dicen de las Ladys o Leidis, Dylans, Bryans, Melanys, Brandons, Kimberlys, Kevins, Allisons, Britanys, Michaels? Apellidados Pérez, López, Martínez, Juárez, Díaz.

Nombres mexas. A la inversa de los nombres gringos aquí se busca demostrar lo orgullosos que estamos de tener sangre azteca, de nuestras raíces, de nuestra historia. Lo que no se piensa es en la complejidad para escribirlos y el problema que implica a la hora de realizar trámites de cualquier tipo: Ixchel, Nicté, Ameyali, Quetzalcóatl, Cuitláhuac, Ehécatl, Yolotl, Tizoc, Yatzaré, Yunuén, Ayari.

Nombres homenaje. Existe la tradición de poner al primer hijo el nombre del abuelo paterno, y a la primera hija, el nombre de la abuela materna. En algunas ocasiones se pierde el contexto de la realidad en la que vivimos, importa muy poco la burla que de ellos emerge. La única “solución” es emplear diminutivo, los cuales terminan siendo muchas veces peor que el nombre original: Filemón, Fili; Domitila, Tila; Nepomuceno, Nepo; Porfiria, Porfis; Teodomira, Mirita; Isidra, Chira; Arnulfo, Nufo; Armodio, Moyito; Eustolio, Toli.

Nombres sin clasificación. Un amigo de la familia se llama Procónsul, sus padres pensaban que esto era un título de poder y respeto. Un compañero de trabajo se llama Protacio, nadie se atreve a preguntarle el origen de su nombre. Un tío lejano se llama Urbano Proceso, le decimos Pros. Alguna vez tuve alumnas llamadas Arcoíris, Tsunami, Almendra.

Al analizar toda esta lista podemos pensar: ¿Por qué el Registro Civil permite que pase esto? Bien, hasta hace 20 años no existía legislación en esta materia y al día de hoy en algunos estados de la República, la Ley del Registro Civil establece en su artículo 46 la prohibición al Oficial del Registro Civil de registrar al menor con nombre propio que sea peyorativo, discriminatorio, infamante, denigrante, carente de significado o que constituya un signo o siglas. Por ejemplo, en el estado de Sonora, se prohíbe a los oficiales de las oficinas del Registro Civil registrar a los menores con más de dos nombres o, bien, que exponga al registrado a ser objeto de burla, ya que los padres insisten utilizar el albur o el doble sentido para nombrar a sus hijos: Elba Gina, Elton Tito.

Me gustaría terminar con la parte final de “La Tona”, me parece que ilustra muy bien todo lo anterior:

Por allá, hacia la loma, se miró al grupo que se dirigía a la iglesia. Crisanta fresca y rozagante, cargaba a su hijo seguida de Altagracia, la madrina. Atrás de ellas, Simón y el médico charlaban amigablemente…

¿Y qué nombre le vas a poner a mi ahijado, compadre Simón?

Pos verá usté, compadrito doctor… Damián, porque así dice el calendario de la iglesia… Y Becicleta, porque ésa es su tona, así me lo dijo la ceniza…

Conque ¿Damián Bicicleta? Es un bonito nombre, compadre…

Áxcale —afirmó muy categóricamente el zoque.

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