Cuatro jóvenes ensayan en uno de los salones de la Casa del Faldón. Sus voces hacen eco en la construcción ocupada actualmente como centro cultural, pero que originalmente fue hogar del español Fadrique de Cázares y Puente, de acuerdo a la leyenda, luego de ser exiliado de Querétaro por una rencilla con una autoridad de la ciudad.

Para ingresar hay que cruzar un jardín. Frente a la casa se erige la parroquia de San Sebastián, que da nombre a este barrio de calles angostas. Al visitante de este centro cultural, donde también se ubica una biblioteca, lo reciben varias exposiciones que se muestran en sus salones más externos.

Al interior las habitaciones sirven para los diferentes talleres que se dan en el sitio. Marisol Flores García, supervisora de la Casa del Faldón, dice que este año el recinto cumple 28 años de abrir sus puertas como centro cultural y actualmente está bajo la administración de la Secretaría de Cultura de Querétaro.

Marisol explica que la construcción es bella, pero el mantenimiento de la misma es muy caro, además de que siempre se tiene que pedir autorización al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), por ser patrimonio de Querétaro.

Recuerda que hace siete años, aproximadamente, se hizo una remodelación total del recinto y que mantuvo cerrada la casa durante dos años. “Como el edificio tiene mucho tiempo, tiene humedad y es un tratamiento que se le tiene que dar, pero por la falta de presupuesto, y como es muy caro, nos apoyan, pero no como hace falta”, agrega.

Algunos de los muros de la casa presentan desgaste. El aplanado comienza a botarse en ciertas zonas. La cercanía del río provoca en buena medida esta situación.

Marisol explica que se tiene una galería principal y una de niños, además de contar con espacios que se prestan a los artistas para que ensayen, siempre y cuando se trate de arte, pues ocasionalmente se han acercado para solicitar los espacios para eventos que no están relacionados con las artes y se niega, pues es netamente cultural, sin que cobren por el espacio.

En el caso de los talleres que se imparten, son los talleristas quienes se encargan de cobrar a quienes los toman, y por lo regular son cuotas de recuperación, pero siempre con ellos, pues la Casa del Faldón, como espacio cultural, es totalmente gratuito.

Señala que durante mucho tiempo este recinto ofreció cursos de verano para los menores. Este año será una asociación de El Tepe, pero cuyo costo será módico y con cupo limitado, que será impartido por sicólogos y con sentido social.

Este espacio para la cultura cuenta también con una escuela de iniciación artística para niños de seis a 12 años, en colaboración con el INBAL, que tiene una duración de tres años y es formativa. Además, hay talleres de fotografía, ensamble coral, danza prehispánica y teatro.

Marisol precisa que la Casa del Faldón es un sitio importante para el barrio y para la cultura del Querétaro. Este año se incluyó en “La Noche de Museos”, con buena respuesta de los asistentes, muchos de los cuales confesaron que no conocían el recinto, pero gracias también al impulso de la Secretaría de Cultura, es que el lugar comienza a ser más reconocido.

La coordinadora añade que una buena parte de sus actividades van dirigidas a niños, pues como están rodeados de escuelas, las mamás aprovechan para llevarlos a los cursos y actividades que se llevan a cabo en la legendaria casona.

“Los vecinos están muy involucrados. Son los que apoyan, son quienes saben que el primer jueves de cada mes hay inauguración de exposiciones, entonces vienen. Tratamos de atraer a más población de los barrios aledaños, pero la Casa del Faldón es parte de la vida de San Sebastián”, puntualiza.

Una casa con su propia leyenda

La Casa del Faldón tiene su leyenda. “Fue construida por Fadrique de Cázares y Puente. Era un español muy adinerado que vivía en Querétaro. Anteriormente la Otra Banda, que era después del río, significaba el destierro.

La leyenda cuenta que don Fadrique, en una celebración de Corpus Christi (cuando hacían procesiones) en aquella época, a mediados del siglo XVII, todas las personas importantes llevaban un faldón de seda y un bastón de mando”, se narra en dicha leyenda.

En aquel entonces el regidor era Pablo de Tapia, primo de Fernando de Tapia, un personaje importante de la ciudad. La procesión de Corpus siempre era encabezada por el sacerdote, como personaje principal. Luego iban las personas adineradas de Querétaro.

Don Fadrique y don Pablo, continúa, tenían “pique” para ver quién era el más importante, luego del sacerdote y se adelantaban mutuamente. En un momento, Fadrique jaló el faldón al regidor y se lo rompió, siendo una afrenta muy grande, por lo que el ofendido demandó ante la corte a Fadrique.

La corte determinó que el culpable sería desterrado de Querétaro y, en este caso, fue Fadrique, quien tuvo que salir de la ciudad, construyendo la casa en la otra margen del río, en un terreno de tres mil 200 metros cuadrados. En la casa hay un torreón, donde dice que como no podía entrar a Querétaro, diario subía a su torre para ver su amada ciudad, a la cual no podía entrar.

Fadrique no tenía familia. Su única compañía era los sirvientes que tenía. Cuando el hombre murió, los sirvientes se quedaron con la propiedad. La casa se fue quedando sola, en el abandono. Con el tiempo, los pobladores de los alrededores la fueron ocupando, se convirtió incluso en una vecindad. Posteriormente fue ocupada por un banco. En 1991 las autoridades decidieron rescatarla para convertirla en un centro cultural.

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