En 2009 comenzó el adiós de Joaquín Salvador Lavado Tejón Quino, cuando tomó un descanso en el diario Clarín para, dijo entonces, “renovar el enfoque de sus ideas”; ayer, 11 años después, el humorista argentino se despidió para siempre, falleció a los 88 años por un problema cerebrovascular que le sobrevino hace una semana y que acabó con el padre de la entrañable Mafalda.

El mítico y querido cómplice editor de Quino, de Ediciones La Flor, Daniel Divinsky, dio la noticia en Twitter: “Se murió Quino. Toda la gente buena en el país y en el mundo, lo llorará”. En entrevista telefónica desde Buenos Aires dijo a EL UNIVERSAL que Quino tenía enfermedades crónicas de su edad, “un glaucoma muy serio con el cual veía nada más que sombras, pero tuvo un problema cerebrovascular hace una semana y eso terminó con su fallecimiento”.

Quino, el hijo de inmigrantes andaluces nacido en Mendoza, Argentina, el 17 de junio de 1932, se fue pero dejó un legado inmenso e insuperable, tan solo Mafalda, la tira cómica que público entre 1964 y 1973, se ha traducido a más de 27 lenguas, pero a la par dejó una vasta obra en “páginas sueltas de humor”, como dice Divinsky, del legado de quien fue su fiel amigo por cinco décadas.

Del dibujante y humorista que todos describen como un hombre tímido, retraído y de pocas palabra, pero fiel y de trazo genial, Boligán, cartonista de EL UNIVERSAL, asegura: “Fue uno de los faros de la caricatura latinoamericana que iluminó el mundo entero”.

“Habemos muchos dibujantes en el mundo y hay algunos como estos tres: Quino, Naranjo y Rius, que se convierten en faros, que abren muchos caminos y crean un mundo por el que muchos transitamos un rato y nos influenciamos porque crean un mundo de personajes y un mundo de estilo gráfico, pero quizás el más brillante y conocido en América Latina haya sido Quino”.

Boligán asegura que Quino hacía no el tradicional humor político, combativo e ideológico del momento, “hacía una cosa más grande sobre la condición humana y los absurdos de los políticos en general, no lo limitaba a un hecho momentáneo ni hacía una caricatura con caducidad, su obra siempre ha trascendido porque era un observador de todo esto que se ha vivido en la humanidad, el absurdo en que estamos metidos desde siempre y lo reflejaba con un humor que trascendía las fronteras”.

Esa es la misma actualidad de la que habla Helio Flores. Asegura que Quino, a quien conoció en Cuba en los 80, en un encuentro de caricaturistas, lo seguiremos recordando porque sus personajes no pierden actualidad.

“Aparte de ser entrañables y simpáticos, creo que en la casa de todo mundo siempre ha habido una Mafalda de a deveras y todos conocemos a alguien que se parece a los personajes de Quino, que es igualito a Manolito. Ese era el gran valor de las historietas de Mafalda, que todos nos identificábamos de alguna u otra manera con sus personajes”, señala el cartonista de EL UNIVERSAL.

¿Qué tiene la obra de Quino que es tan vigente? Daniel Divinsky asegura que es porque “bajo la máscara del humor la obra de Quino es profundamente ideológica, filosófica, y tiene una serie de reflexiones que son parte de la condición humana”.

Boligán señala que esa niña brillante que era la conciencia de Quino, traspasó fronteras porque en ella no hablaba de los temas locales, sino mundiales que continúan, “seguimos prácticamente con los mismos problemas, le preocupaba el problema político, el social, la miseria, la condición humana, eso hizo que trascendiera, pero Quino tiene una obra inmensa, Mafalda es la que más brilla, la más conocida con una visión muy pesimista pero humanista al mismo tiempo”.

Agustín Sánchez, el historiador de la caricatura, celebra en Mafalda ser la primer heroína, “es la primer mujer-niña que cuestiona, que pregunta, que rechaza al mundo. Un ícono desde 1964 que con su imagen inundó durante todo el día las redes sociales, con los mensajes de instituciones culturales, escritores, caricaturistas y lectores que despidieron al creador de una historia que seguirá viva por los siglos de los siglos”.

En 2013, en un enlace telefónico con la prensa cuando la Feria Internacional del Libro de Oaxaca le rindió un homenaje, el artista gráfico dijo: “Yo quisiera seguir dibujando, pero ya mis ojitos no me dan” y agregó que no haría un nuevo libro porque “hacerlo sin dibujar, no sería capaz”. Hoy Quino se ha ido pero se ha quedado su obra, que seguirá tan viva como siempre.

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