Cerca de 5 mil personas se dieron cita en las instalaciones de la cava de quesos Bocanegra, quienes con característicos cascos, armaduras y largos vestuarios de la época, recrearon el estilo de vida de los llamados “Gigantes del norte”, para unirse a la segunda edición de la Fiesta Vikinga.

Desde la entrada, el lugar lució decorado con elementos como carpas, vikingos monumentales y hasta un dragón, por lo que los escenarios eran dignos de los clásicos relatos nórdicos, logrando así que los presentes fueron transportados a aquellas fastuosas celebraciones, que destacaban por exquisitos y abundantes manjares.

“Este año superamos la meta, recibimos a más personas que la edición anterior, la mayoría con atuendos y creo que logramos el objetivo, que era que se sintieran en una verdadera fiesta vikinga. Este año contamos con la participación de 10 expositores de comida que ofrecieron desde jabalí hasta sushi, 30 actores en escena, un expositor de cerveza artesanal, una marca de hidromiel, una barbería y un mercadito vikingo, donde se vendió desde un anillo hasta un atuendo completo”, detalló Fernando Robledo, organizador.

Una auténtica fiesta vikinga
Una auténtica fiesta vikinga

Uno de los stands más visitados fue el de hidromiel, bebida muy popular en la mayoría de las culturas, entre ellas la nórdica. El productor de este brebaje de la marca Brokkr, Rodrigo Morales, compartió que se trata del fermentado alcohólico más antiguo, ya que cuenta con más de 6 mil años de historia y es preparado a base de miel de abeja, agua y levadura.

“Ha estado presente en todas las culturas; la bebían los romanos y los griegos, pero nosotros la conocemos gracias a las leyendas nórdicas. Manejamos tres tipos, una basada en la tradición nórdica, otra en la romana y una más en la leyenda poética de la hidromiel, la cual aseguraba que quien bebiera este fermentado, que fue robado a los gigantes por Odín, tendría los dones del canto y la danza, la diferencia de estas tres está en los ingredientes y el proceso de elaboración”, comentó.

Además se celebró un concurso de disfraces, en el que se premió a los mejores de la tarde, tomando en cuenta su originalidad, ya que los asistentes invirtieron ingenio y dinero en la vestimenta que lucirían este gran día.

“Me gusta toda la cultura vikinga desde que mi abuela me regaló un libro a los 11 años que se llama El país del hielo, que retrata crónicas vikingas, entonces cuando vi que iban a organizar esta fiesta decidí disfrazarme y me está gustando mucho, las actividades que tienen son buenas”, celebró Silvia Gutiérrez, quien confesó que gastó más de mil pesos en su vestuario.

Por ora parte, los encargados de lograr el ambiente vikingo fueron los integrantes del proyecto “Guerreros del aire”, el cual presentó espectáculos con épicas batallas, criaturas fantásticas, aves rapaces , danzas con fuego y performance con víboras, que transportaron a los asistentes a otra época.

“Somos alrededor de 18 personas entre los que realizan los combates y los que se encuentran al cuidado de las aves, ya que estos ejemplares pertenecen al grupo de estudio y conservación de aves rapaces mexicanas; a través de este tipo de eventos se comparte la cultura ambiental, dando un mensaje de conservación de las especies”, comentó Erick Montesinos, líder del proyecto.

Para completar esta experiencia cultural, bandas de la escena local y grupos de danza prepararon repertorios que fusionaron elementos tradicionales de la cultura vikinga con ritmos contemporáneos.

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