vidaq@eluniversalqro.com.mx

Luis Miguel regresó este jueves al Auditorio Nacional en la ciudad de México con su Déjà vu Tour para romper su propio récord de presentaciones, 216 según la página del mismo artista y 223 de acuerdo con la prensa de espectáculos.

Pero también regresó para demostrar que Luis Miguel no siempre es el mismo Luis Miguel y que a sus 44 años todavía puede sorprender.

En el tramo final del show y mientras cantaba “Labios de miel”, de su disco homónimo de 2010, apareció con camiseta pegada al cuerpo y chaleco.

El cantante mexicano dejó ver músculos y pectoral, para deleite de las 10 mil fanáticas, presentes la noche del jueves en el Auditorio Nacional.

El llamado “Sol” dejó ver lo mínimo necesario para enloquecer todavía más a sus seguidoras, miles mujeres de todas las edades y condición social.

De esta forma concluyó la primera de ocho noches programadas en ciudad de México, como parte de la nueva gira Déjà vu, los días 30 y 31 de enero, y el 1, 12, 13, 14 y 15 de febrero.

El artista inició su gira de presentaciones el 27 de enero en el Auditorio XXI del estado de Puebla, a dos horas de la ciudad capital del país.

Luego de casi cinco años de no lanzar disco, desde 2010, con el material Luis Miguel, el “crooner” mexicano estrenó Déjà vu el 12 de septiembre de 2014, durante la gira The Hits Tour por Estados Unidos, título del nuevo sencillo del álbum del mismo que está por salir, el número 23 de su carrera.

“Buenas noches, ¿cómo se la están pasando?”, afirmó quien tampoco se destaca por sus discursos en el escenario.

El cantante llegó una hora después de lo programado, pero todo fue pisar el escenario para que los ánimos de las féminas y los varones se incrementen a niveles peligrosos de adrenalina.

Discreto pero provocador, como no queriendo, el cantante tocaba oído y nuca y dejaba ver los “conejos”, resultado de largas horas en el gimnasio, y ese color de piel dorado, producto de largas horas en la playa o en la cama de bronceado, que tanto lo caracteriza.

Los tumultos frente al escenario fueron tales que los elementos de seguridad tuvieron que obligar a las damas la circular y dar oportunidad para que muchas más pudieran tocar al ídolo del bolero y la canción romántica.

Fuera de esa revelación de músculo y testosterona, Luis Miguel respetó el guión de casi todas sus presentaciones en los últimos años: traje y corbata color negro, de marca internacional para las baladas románticas; chaleco y corbata, esta vez del mismo color, para acompañar al mariachi y cantar “La Bikina”, una canción de música tradicional mexicana que ya es obligada en sus conciertos.

Aparte del golpe sorpresivo de sensualidad, se vio al Luis Miguel de siempre, el de todos los años, el cantante de voz privilegiada, el chico de la sonrisa y grandes dientes que brillan de blancos y brincos de Karate Kid.

Google News

TEMAS RELACIONADOS