Blanca Charolet fue la fotógrafa oficial de Carmen Romano durante el sexenio del presidente José López Portillo (1977-1982).

Dice que tomó algo así como 900 mil imágenes de las actividades de la primera dama, pero todas las entregó al Estado Mayor Presidencial al final de esa administración.

Sólo se quedó “con una que otra y por casualidad”.

Acerca del mito de que la señora Romano cargaba con su piano por todo el mundo, señala: “No es cierto. Lo que pasa es que a su jefe de ayudantes se le ocurrió que ella estaría más a gusto con un piano en todos los hoteles adonde se llegaba, y se encargaba de conseguir uno en la ciudad donde estuviéramos. A ella le encantó el detalle y se hizo costumbre. A veces había piano y a veces no; no siempre”.

La mitología popular dice que se llegaron a tumbar paredes de hotel para meter el susodicho piano. Charolet dice al respecto: “Yo siempre anduve cerca de la señora, y nunca vi algo así”.

La recuerda como “una persona muy educada, amable, que difundió mucho la cultura mexicana por el mundo”. Le preguntamos qué tal tocaba el piano y responde: “Pues muy bien porque era concertista”.

El próximo 4 de octubre, Blanca Charolet inaugurará la exposición “Imágenes inesperadas y construidas” en el Salón de la Plástica Mexicana (Colima 196, colonia Roma), donde muestra 115 fotografías de artistas de la cultura y los espectáculos que ha tomado a lo largo de 45 años de carrera.

No está incluida Carmen Romano pero sí Chavela Vargas, “Palillo”, Bárbara Mori, Pedro Armendáriz hijo, Leonora Carrington, Elena Poniatowska, Francisco Toledo, Diana Bracho, Tito Monterroso, entre otros. A Chavela Vargas la retrató en El Hábito.

“Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez se encargaron de volverla a programar como cantante y darle el lugar que se merecía.

“Yo había ido a otra cosa y, de pronto, me topé con Chavela. Le pedí permiso para fotografiarla y accedió de muy buena gana. La foto que muestro de ella en la exposición me gusta mucho porque ahí está plasmada la fuerza que tenía la señora, es un claroscuro”.

De ‘Palillo’: “Lo tomé en el Teatro Blanquita. Era un señor que sabía comportarse ante la cámara; se maquillaba y venía entonces una gran transformación”.

A Leonora Carrington sólo le tomó dos fotografías “porque a ella no le gustaba nada que se relacionara con las cámara”.

Una se la tomé sin que se diera cuenta y la otra es cuando muestra sorpresa, que es la que escogí para esta ocasión”.

A Pedro Armendáriz hijo lo captó en una serie que se hizo para promover Entre Villa y una mujer desnuda, de Sabina Berman.

“Los actores de primera línea saben expresarse de una forma maravillosa, y Pedro era uno de ellos, además de ser una persona dinámica y alegre”.

La foto de Bárbara Mori fue parte de la promoción de la telenovela de Azteca Azul tequila, donde Blanca Charolet pudo expresar su amor por todo lo mexicano.

En sus inicios, Blanca Charolet fue reportera gráfica en el periódico Avance y en EL UNIVERSAL.

La fotógrafa dice que en el fragor de esas batallas diarias pudo darse cuenta de que el mundo es muy amplio. La nota roja fue su pesadilla porque “se necesita cierto carácter para andar en ese ambiente”.

En las fuentes de cultura y espectáculos, en cambio, se sentía como pez en el agua.

Cuando finalmente pudo montar su propio estudio, se dedicó a capturar cientos de imágenes de cantantes para portadas de los discos, así como de actores para todo tipo de publicaciones.

En el año 2005 realizó el libro Henestrosa, el otro Andrés: el mío, editado por Porrúa.

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