La Asociación Mujeres Amadi, A.C., en su programa “Enlazando Sueños y Voluntades”, logró reunir a empresas y a la sociedad queretana para hacer realidad el sueño de 11 pacientes del Hospital de especialidades del Niño y la Mujer.

Fueron 10 jovencitas del área de oncología, donde algunas se encuentran en vigilancia y otras aún en tratamiento, así como Erick, un chico con distrofia muscular de Duchene.

Para agradecer a la vida, se llevó a cabo una misa de acción de gracias que se celebró en el Seminario conciliar de Hércules, la cual fue oficiada por Monseñor Javier Martínez y el Presbítero Alejandro Buenrostro, para después continuar con una comida en el Salón Villagrán.

Los festejados disfrutaron de la fiesta en compañía de sus familias, amigos y personal hospitalario. Este evento se organizó para 700 personas.

Gracias a cada persona que se subió al barco de los sueños, el cual fue capitaneado por Erick, Yesenia, Ana Karen, Alondra, Monserrat, Carolina, Adriana, Karla Paola, Karen Fernanda, Mayra y Verónica.

Fue una experiencia inolvidable para cada uno de ellos, ya que algunas niñas vinieron de Landa, Pinal de Amoles, Jerecuáro, Amealco, San Juan del Río y de la capital queretana.

Conciencia humana

Tomando como inspiración esta frase de la Madre Teresa de Calcuta “Yo hago lo que usted no puede, y usted hace lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas”.

La asociación coincidió en que, al unir voluntades, se logra cada año sensibilizar a más personas, que se dan la oportunidad de conocer lo que viven estos niños y jóvenes.

Los pacientes son grandes maestros de vida, no necesitan tener una maestría ni un doctorado otorgado por alguna universidad. Ellos le dan un significado muy importante a cada instante de sus vidas.

El hospital se convierte en su segundo hogar, donde los desconocidos de la cama de al lado se vuelven confidentes y una nueva familia, donde el pronóstico se vuelve esperanza, donde la desesperación se convierte en paciencia, donde el dolor se vuelve fortaleza y donde cada segundo se vuelve tan valioso que no se puede dar el lugar de desperdiciarlo, donde junto con su fe, comienzan a soñar y a creer en los sueños.

El personal del hospital, así como los voluntarios, son testigos de como día a día estos seres que pasan por experiencias difíciles y dolorosas se van transformando, creciendo en disciplina, valor y espiritualidad.

Para el equipo de voluntarios es un verdadero honor estar al lado de ellos, y poder presenciar cómo se aceptan con sus cambios físicos, (al perder el cabello o alguna extremidad de su cuerpo), a reaprender a caminar y algunos, incluso a volver a comer.

Mientras vivas, no te olvides se soñar.

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