A las 7:19 del 19 de septiembre de 1985, la ciudad de México comenzó a temblar y se vinieron abajo decenas de edificaciones. Con la tragedia emergió la sociedad civil y a la par una estética del derrumbe edificada por fotógrafos, caricaturistas, artistas plásticos, creadores visuales, cineastas, documentalistas y escritores que, por primera vez, confluyen en la exposición multidisciplinaria Los días del terremoto, quese inaugurará en septiembre en el Museo del Estanquillo.

La mirada de los moneros Rogelio Naranjo, Rius, El Fisgón, Helioflores, Helguera y Hernández establece un diálogo con las imágenes fotográficas de Manuel Álvarez Bravo, Bob Schalkwijk, Pedro Valtierra, Guillermo Aldana, Fabrizio León, Sergio Toledano y Marco Antonio Cruz; en una conversación con fragmentos de las películas Ciudad de ciegos, de Alberto Cortés; Mariana, Mariana de Alberto Isaac; y No les pedimos un viaje a la luna, de Maricarmen de Lara.

Esa muestra, nacida de la curaduría del escritor Fabrizio Mejía Madrid, de las curadoras e historiadoras del arte Ana Elena Mallet y Lorena Botello, y del caricaturista José Hernández, propone por vez primera un diálogo entre artistas a tres décadas del sismo del 85. Es así como la obra de Carlos Mérida, Vicente Rojo, Felipe Ehrenberg, Francisco Castro Leñero, Germán Venegas, Paloma Torres, Santiago Sierra, Boris Viskin, Amar Muñoz, Laura Soria, Susy Bielak, Rubén Ortiz, Mónica Mayer e Isaac Torres, establece una rica conversación con textos literarios de Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco y Juan Rulfo.

La exposición está compuesta por más de un centenar de piezas artísticas, entre fotografías, pinturas, caricaturas, objetos, instalaciones, textos literarios y crónicas sobre la repercusión artística del sismo, donde también se exhibirán reproducciones de publicaciones periódicas, un sismógrafo, un mapa de la República Mexicana de las placas tectónicas, el traje de Superbarrio, y el registro sismográfico de magnitud 8.1, en Pinotepa, Oaxaca.

Se trata de una exposición que delinea una estética del derrumbe dirigida para todo público, pero especialmente para las generaciones más jóvenes; una muestra que incluye una extensa selección musical ochentera realizada por Luis Gerardo Salas, quien en 1985 estaba a cargo de la estación de radio Rock 101. Él ha creado un loop de más de una hora en la que no falta la canción de Soda Stereo Cuando pase el temblor, que no nació del sismo en México, pero que se volvió una especie de himno del temblor emocional de quienes se cimbraron con el terremoto del 19 de septiembre.

Los días del terremoto apunta a convertirse en la primera gran exposición que demuestra que el arte nunca estuvo ajeno al sismo de 1985, y que a partir de ese día y hasta años recientes, los artistas se han mantenido activos y creativos en torno a ese episodio de desastre en esta ciudad de México que tanto interesó a Carlos Monsiváis, de ahí que se trate de un proyecto que tiene al cronista, al Museo del Estanquillo y a su libro Los días del terremoto como un elemento central de la exhibición.

“Por alguna razón se vio como que los artistas no habían hecho algo en torno al terremoto, pero hay centenas de obras que se hicieron, hay que recordar tan sólo que Felipe Ehrenberg se fue a vivir a Tepito e hizo una revista que estaba inspirada en el Alarma! con las historias de lo que había pasado en el sismo; Joel Rendón les pidió a sus alumnos de La Esmeralda que hicieran grabados en torno al terremoto; pero después una buena cantidad de artistas hicieron instalaciones, video, performance, iluminación, por ejemplo del único edificio derruido que quedó en Salto del Agua. La idea de la expo es decir: hubo una reacción estética al terremoto”, dice Fabrizio Mejía Madrid.

El escritor y cronista asegura que hubo una reacción ética de las brigadas de rescatistas, pero también hubo una reacción estética “que probablemente tardó un poco más en desarrollarse pero esa es la idea de la exposición, plantearse que hay una estética del derrumbe que quedó en la memoria política y social de la ciudad de México y también quedó en la memoria artística”.

A tres décadas del sismo. Dividida en tres grandes ejes: “Las profecías de la tierra”, A golpe de pico y pala: La sociedad civil toma los poderes y Escenas de una ciudad reconstruible, la exposición pretende dar cuenta del arte nacido a partir del terremoto. “Nos dimos cuenta que no sólo había habido mucha creación inmediatamente después del terremoto, sino que hay piezas contemporáneas que siguen hablando de ese suceso histórico”, afirma Lorena Botello, curadora e historiadora del arte, quien junto Ana Elena Mallet han desarrollado el guión curatorial.

Es ella quien detalla que en la primera parte de la muestra se agrupan las piezas que le dan contexto: el registro sismográfico en color rojo que marca el sismo de 8.1 grados richter con epícentro en Pinotepa Nacional y las posteriores réplicas; el mapa de las placas tectónicas y la cobertura periodística que se le dio al tema, además de las fotografías de Manuel Álvarez Bravo sobre el sismo de 1957 y un sismógrafo que aunque no fue el que midió el fenómeno es de esa época.

En la segunda parte de la muestra, dice Botello, están las piezas inspiradas en el temblor, como el registro de las demoliciones de todos los edificios del multifamiliar Juárez capturadas por Bob Schalkwijk, que dialogan los diseños de Carlos Mérida que adornaban los edificios; están las muñequitas de trapo de Vicente Rojo hechas a favor de las costureras; toda la producción de cartones de los moneros, especialmente de Rogelio Naranjo, pero también de Hernández, El Fisgón, Helguera, Rius y Helioflores; están las fotos de la sociedad rescatando con pico y pala, el traje de Superbarrio y los fragmentos de películas como Ciudad de ciegos, Mariana, Mariana y el documental No les pedimos un viaje a la luna.

En la tercera parte están las piezas inspiradas en el terremoto, como las de Rubén Ortiz, Germán Venegas, Francisco Castro Leñero y las de Paloma Torres y Monica Mayer, hechas entre 1985 y 1986. Luego vienen piezas más contemporáneas como el registro fotográfico de Edificio iluminado de Santiago Sierra, una acción que hizo en 2003; el video de Susy Bielak de 2009, una pieza de Boris Viskin del mismo año; otra de Amor Muñoz, de 2010, y una más de Isaac Torres, de 2009.

“La exposición no sólo es conmemorar ni revisar las representaciones artísticas que ha habido en estos 30 años, sino tratar de describir lo qué significó el terremoto”, afirma Hernández, quien reconoce que él y Mejía Madrid comenzaron a idear el proyecto cuando editaron juntos la novela gráfica Septiembre. Zona de desastre.

Fabrizio Mejía, quien hizo la curaduría de los textos literarios que se incluyen en la muestra que permanecerá abierta hasta enero de 2016 en el Museo del Estanquillo, asegura que Los días del terremoto, que él quería titular Estética del derrumbe, va a representar un recorrido interesante para las nuevas generaciones:

“Es decirles fue tragedia, pero hay una lectura posible de la ciudad después del terremoto que hicieron los artistas plásticos y que también hicieron los ciudadanos”.

Hernández, el monero, va más allá; dice que son 30 años desde ese episodio trágico, pero no pierde actualidad porque una de las razones por las que ocurrió la tragedia del 85 fue por la corrupción de las autoridades en las construcciones “y ahora estamos viviendo actos de corrupción bastante lamentables, sin ir más lejos, el de la construcción del segundo piso Bicentenario en el estado de México”.

Esta muestra cuenta con la colaboración de distintas instituciones de la UNAM y de todos los artistas.

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