En el siglo XXI, la fiesta brava se ha convertido en una actividad políticamente incorrecta y la Plaza México sólo tiene grandes entradas el día de la inauguración (como es el caso de hoy con Ponce, Spínola y Silveti), y en la corrida de aniversario del 5 de febrero, porque son actos sociales en los que todo mundo quiere ser visto y ver a los demás (¡viva la reventa!).

En la segunda mitad de los años 40, la capital del país era una urbe pujante pero que todavía se movía en cámara lenta. La monumental de Insurgentes estaba en las afueras de la ciudad y era una excursión asistir a una corrida.

Pero se llenaba, porque había una gran afición y pocas oportunidades de asistir a espectáculos masivos, aparte del futbol. Y no sólo figuras como Manolete y Silverio Pérez llenaban la México, sino también alguien que era amigo de ambos: Mario Moreno Cantinflas.

Para no andarnos con rodeos, hay que decir de una buena vez que Cantinflas fue el mejor torero bufo del mundo. Y lo fue por dos razones: porque era un genio de la comicidad y porque conocía la técnica del toreo. Incluso llegó a decir: “De no haberme dedicado a la actuación, me hubiera gustado mucho ser torero”.

No fue matador, pero sí ganadero de reses bravas. Su sobrino, Eduardo Moreno Laparade, recuerda para EL UNIVERSAL que él (Eduardo) se encargaba de tirar los becerros, aplicándoles una especie de llave de lucha libre, y su tío los herraba. Moreno Laparade practicó desde joven levantamiento de pesas y por eso tenía la fuerza suficiente para dominar a los animales.

En 1959, Cantinflas adquirió La Purísima, una hacienda en Ixtlahuaca, Estado de México, donde instaló la ganadería Moreno Reyes Hermanos. El momento cumbre de ese hierro se produjo el 6 de febrero de 1966, cuando Joselito Huerta indultó al toro Espartaco en el Toreo de Cuatro Caminos.

Moreno Laparade comenta que su boda, con María Asunción Goiricelaya, se llevó a cabo el 5 de octubre de 1969, en La Purísima; esa tarde Cantinflas toreó una vaquilla para regocijo de los novios y de los 300 invitados. “Él fue muy lindo con nosotros, también prestó un auto antiguo para que mi esposa llegara a todo lujo a la iglesia”.

Según el libro Mario Moreno Cantinflas. El actor, el torero, el empresario, el hombre, bellamente editado en 2011 por la Fundación Mario E. Moreno, A.C., el mimo “toreó su primer novillo en la Plaza Vista Alegre, que se encontraba en la Ciudad de México, en San Antonio Abad”.

En el volumen viene un cartel taurino escrito jocosamente por Cantinflas, en el que se anunciaba un festejo estrictamente familiar. Los “asesinos” eran “El desnutrido” Eduardo Moreno y “El supersónico” Edwin John Davison (que en realidad era el piloto que manejaba el avión de don Mario).“En un mano a mano y tet a tet con chic tu chic, disputá…ndose una ídem”.

Sus ansias de novillero las trasladó Cantinflas a la pantalla grande en cintas como Ni sangre ni arena (1941), pero también en fragmentos de Así es mi tierra (1937), La vuelta al mundo en 80 días (1956), en la que alterna con el torero Luis Miguel Dominguín, padre de Miguel Bosé, y El padrecito (1964), entre otras.

Google News

TEMAS RELACIONADOS