Inolvidable será el 2016 para Imanol Martínez, por el éxito cosechado y las despedidas obligatorias. El ganador del Premio Nacional de Dramaturgia “Manuel Herrera” 2016 y la primera edición del Concurso de Cuento “Ignacio Padilla” 2016, platicó a EL UNIVERSAL Querétaro de su cercanía con Nacho Padilla, el llamado físico cuéntico.

Además el joven escritor adelantó que en enero saldrá Tríptico sobre las despedidas, libro editado por Tierra Adentro que incluye tres de sus obras de teatro: “Quemar las naves”, “Bunker” y “Vis a vis”. Y participará en la Feria Internacional de Libros de Minería 2017, presentando Blau Cel (Herring Publishers México, 2016); y su libro Neighborhood, obra ganadora del Premio “Manuel Herrera”.

Del hogar y las despedidas

Imanol Martínez se encontraba trabajando en una novela sobre las renuncias creativas, obra que comenzó a escribir en Barcelona, cuando salió la convocatoria del Concurso de Cuento “Ignacio Padilla”, entonces dejó la novela, comenzó a releer la obra de Nacho y se dedicó a escribir el cuento “Figuraciones del hogar”.

El 15 de diciembre es un día que Imanol recordará por siempre. Pasado el mediodía se anunció públicamente que había ganado el primer lugar del Concurso, premio creado por el municipio de Querétaro para honrar la memoria de Padilla, quien radicada en esta ciudad y aquí falleció, en este mismo 2016.

En el mensaje de Facebook, donde Imanol compartió los resultados del concurso, dedicó su premio a su abuelo recién fallecido. Por la tarde de ese mismo 15 de diciembre Imanol estaba en su taller de narrativa, ahí se enteró de la muerte del poeta queretano Luis Alberto Arellano. “Fue un día muy raro. Estoy seguro que volveré a ese día muchas veces”, dijo Imanol, recordando ya con nostalgia y extrañeza ese momento.

¿Tú conociste a Nacho Padilla?

—Personalmente lo conocí en el tiempo que mi madre (Elizabeth González) coordinaba Radio Universidad y donde él tenía una colaboración, ahí tuve la fortuna de acercarme a él y platicar; nunca sucedió nada más con esas charlas, pero era generoso, porque siendo yo un chavito de 15 años me facilitó su correo electrónico para estar al pendiente, aunque nunca pasó a más. Más bien coincidíamos, llegué a tomar con él un par de talleres y me acuerdo de ir siempre a sus presentaciones de libro y siempre saludarlo, él siempre me saludaba amablemente, pero hasta ahí. Mi relación con él, aunque lo conocí personalmente, es una relación más bien de tipo lector, yo admiro su trabajo y lo digo sinceramente.

¿Tenías 15 años y ya leías a la Generación del crack?

—Sí, llegué por Volpi. Es muy raro porque a esos escritores no he vuelto más que a Padilla. A raíz de la muerte de Nacho, justo releí sus cuentos. El cuento es un género que ya no leo tanto, como lo leí en la juventud. Me parecía necesario volver a releer a Padilla; hay un cuento formidable “Las furias de Menlo Park”, que viene en El androide y las quimeras, es un cuento impresionante que intenté desentrañar el entramado, cosa que no hecho con nadie más que con Padilla, y no me interesa mucho hacerlo con alguien más.

Al releer a Nacho, ¿qué tanto te influyó para escribir ese cuento con el que ganaste el premio?

—El cuento lo escribí a raíz de que salió la convocatoria, yo ya tenía en mente la idea de escribir ese cuento, pero como estaba trabajando en otras cosas no me quería distraer aún. Cuando salió la convocatoria pensé que era un buen pretexto sentarme a escribir, decíamos entre otros escritores: Hay que concursar por varias cosas, uno, por el nombre. Yo recuerdo mucho que decían en la radio: Es una grosería 20 mil pesos. Y yo decía, a la mejor es desproporcionado el nombre Nacho Padilla con los montos del premio. Y, dos, los que lo dicen eso no saben lo que son 20 mil pesos para un escritor. El concurso era muy necesario en la ciudad y yo digo: Ojalá que no solamente fuera en la ciudad, sino en todo el estado, para hacer un mapa de quiénes estamos escribiendo. Para eso también sirven los premios.

¿De qué trata el cuento “Figuraciones del hogar”?

—Es la historia de unos adolescentes, casi niños, que se convencen de abandonar su casa un día, están enamorados con la idea de dejar la casa, crecer. El cuento es la primera noche que pasan lejos de casa, que es durmiendo en un centro comercial de la ciudad donde viven. El tema es el hogar. Si son ruinas sigue siendo un hogar o el hogar tiene que estar ligado a la idea de felicidad o cada quien podemos tener un infierno en casa. En el fondo era importante para mí lo del centro comercial, porque al mismo tiempo que esos niños crecen hacen referencias a cómo va cambiando la ciudad, eso me interesa mucho porque la infancia es la calle que recorrías de niño, de tu casa a la casa de los vecinos o la escuela, uno idealiza la ciudad que nos está siendo arrebatada. No suena muy descabellado si habla un niño que creció en Querétaro y ahora es un profesionista viviendo y sufriendo Querétaro.

Hablando de historias de hogar, Nacho Padilla eligió a Querétaro como su hogar.

—Claro, es muy triste y lamentable que también se despidiera aquí y haciendo una cosa tan hogareña como volver a casa. Es raro. Yo no puedo pensar en Querétaro desde fuera porque he crecido acá, pero lo que sí pienso de Querétaro, que tiene que ver con las letras, es que cada vez se está produciendo más obra, que hay cada vez más gente y más puentes para no quedarnos siendo el escritor del pueblo.

En alguna entrevista se le preguntó a Nacho cuál era el consejo que le daba a los escritores jóvenes queretanos. Y él contestó que salieran de Querétaro, porque notaba cierto conformismo.

—Quizá yo me refiero a un poco a eso, a esta idea del escritor de pueblo, está muy bien que te reconozca tu comunidad pero a veces el reconocimiento no va de la mano con la exigencia, tenemos una deficiencia de crítica en general de las artes, aquí en la ciudad, por no decir del estado, hace falta confrontar el trabajo, que alguien le diga a los artistas si lo están haciendo bien o no. En cuanto a literatura, por eso es una pérdida lamentable, estaba Luis Alberto Arellano. Yo hablaba en estos días con Horacio Warpola y con Jaime He, que todos escribimos pensando en qué va a decir Luis Alberto, porque él le metía rigor, y en su momento Luis Enrique (LEGOM) cuando estaba acá, y eso es contra el conformismo.

Te haré una pregunta que tú le hiciste a Arellano. Le preguntaste: Padilla decía que visualizaba a Querétaro como una metrópoli, pero que para eso falta una literatura donde la misma ciudad se reconozca, ¿tú que piensas?

—Me acuerdo mucho de lo que dijo Padilla, era una conferencia sobre los viajes, le preguntaron: ¿Cuál era el lugar de Querétaro? Lo que yo pienso es que tiene que haber gente escribiendo, que ya está. Yo creo que no existen temas queretanos, algo que si no está existiendo es, cómo estamos viviendo Querétaro, no basta con que pensemos un cuento que a la mejor en nuestra cabeza ocurre en Barcelona y para hacernos los cool ocurre en un callejón del centro de Querétaro, y empezar a retratar ese Querétaro que está cambiando enormemente, creo que hace falta esa correspondencia, un poco yo lo intento con el cuento “Figuraciones del hogar”, cómo un grupo de chicos puede sufrir los cambios que tiene una ciudad.

¿Podemos hablar de una literatura queretana?

—No creo que exista tal, creo que existen programas editoriales, le toca al estado publicar a los autores que están generando obra que es interesante, eso por un lado, en términos institucionales, y en términos creativos no creo que exista literatura queretana, creo que existen escritores queretanos… escribiendo, generando ficciones.

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