Luego de cuatro años de trabajos ininterrumpidos, llegará a buen fin la tercera y última etapa de estabilización del Fondo Bibliográfico Vicente Lira Mora. El acervo que consta de 11 mil 251 volúmenes que datan de entre los siglos XVI, XVII y XVIII, así como de un cuantioso fondo de volúmenes del siglo XIX y de parte del XX, es uno de los tesoros más preciados que resguarda la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana.

En la estantería descansan los libros con forros de cuero y piel, con carteras de pergamino o telas preciosas, con cantos dorados o con herrajes y brocados; se trata de un fondo singular que cuenta con libros desde 1496 y 1550, posee muchas obras de arte, sobre todo en lengua francesa; y por contener colecciones completas de revistas y enciclopedias, algunas ricamente encuadernadas en textiles, pues Vicente Lira era un importante filántropo mexicano y empresario textilero.

“Hay muchas rarezas, he encontrado carteras con textiles, algunas como si fuera un petate; se ve la tendencia en cuanto al tipo de encuadernaciones con influencia de textiles. Vicente Lira fue filántropo, le encantaba el arte, la historia, con gran interés en libros de arte en francés. Fue una persona que apreciaba su colección”, señala Ricardo Paquini Vega, restaurador de libros que tiene a su cargo el trabajo de estabilización del acervo.

Aunque el año de llegada del acervo a la UAM-Iztapalapa es incierto, se ha logrado constatar que desde que esa unidad universitaria abrió sus puertas hace 40 años, los 11 mil 251 volúmenes que pertenecieron a Vicente Lira, ya se encontraban entre sus tesoros. Sin embargo, también se pudo constatar que durante más de 30 años los libros permanecieron en difíciles condiciones que propiciaron su deterioro.

“El acervo estaba como la mayoría de los acervos antiguos. Sólo los especialistas pueden advertir que esos documentos o libros viejos tienen la importancia de un fondo antiguo”, dice Paquini Vega.

El restaurador que también es el conservador de la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM, asegura que en 2011 el acervo tenía hongos, carteras que abandonan los cuerpos o cuerpos que abandonan la cartera, volúmenes rotos, muchas hojas con fracturas y desgarradas, libros muy maltratados y deteriorados por la humedad y por las condiciones climáticas a las que estuvieron expuestos en la historia del libro, desde mediados del siglo XVI.

“Estaban sin ninguna atención. Los libros de gran formato al no tener un espacio ad-hoc para su almacenaje se deterioran, por eso era importante que a la par de la restauración y estabilización se fueran creado las condiciones con estantería móvil y el sistema de humedad y climatización adecuadas”, afirma Paquini Vega.

A finales de 2011, el acervo de Vicente Lira Mora entró a un proceso de restauración que en este momento está en su tercera y última etapa; cuenta ya con la catalogación completa, conservación y le han creado las condiciones adecuadas de humedad y temperatura, en un lugar especial de la Biblioteca de la UAM Iztapalapa.

El proceso de intervención. Estabilizar al Fondo Bibliográfico Vicente Lira Mora requirió de todo un proceso y de una planificación. La restauración se dividió en tres etapas, primero se intervinieron los libros más antiguos, no por más importantes sino porque una restauración integral que se hizo, se limpió hoja por hoja, se trabajaron todas las tapas y los elementos de cerca de 500 libros antiguos. En la segunda etapa, se trabajaron otros 500 libros, los de mayor tamaño, los más grandes porque suelen ser los más deteriorados por su propio peso.

La tercera y última etapa, en la que están trabajando, incluyó una estabilización completa de la colección. “No estoy trabajando estructuras para avanzar un poco más rápido, pero se están trabajando carteras, algunas hojas rotas, rasgaduras y fracturas. Si llegamos a encontrar un libro que requiera una intervención como la que requerían los antiguos o grandes, entonces se le hace una guarda de cartulina con un punto azul que indica que ese libro necesita una integración integral”, comenta Paquini Vega.

En esa tercera etapa están los 10 mil 251 que faltaban y son los que se están atendiendo ahora de una colección de la que aún no se ha escrito su historia. “Lo que sabemos es que estuvo más o menos 30 años en este lugar que conocemos ahora como el Parque Lira, una casona que perteneció a Lira Mora, sin embargo, los libros vivieron una mala situación pues hasta demolieron la casa y el acervo fue de un lado para otro; incluso desde 1976, cuando se iba a fundar la unidad Iztapalapa, llegó esta biblioteca”, afirma Maricela Jiménez, coordinadora de Servicios Documentales de la UAM Iztapalapa.

Vicente Lira Mora fue un filántropo y bibliófilo a la usanza del siglo XIX; nació en 1890 y murió en 1966. Fue el último dueño de la Casa Barrón que, posteriormente fue llamada Casa del Parque Lira, una residencia que antes de ser demolida fue utilizada como escuela pública entre 1928 y 1940.

En esa casona de Tacubaya, que fue expropiada en 1935 con la finalidad de que fuera la residencia presidencial, pero desistieron, se mantuvieron los 11 mil 251 libros antiguos que hoy custodia la UAM-Iztapalapa, institución a la que los descendientes de Lira Mora decidieron donarlos.

Se trata de un acervo curioso marcado por el arte, por las colecciones de revistas y enciclopedias y por las texturas de las encuadernaciones. “Muchas veces preguntas ¿quién es el personaje? Sabes quién es por el tipo de libros que colecciona”, señala el restaurador Ricardo Paquini Vega.

El restaurador, que es egresado de la Escuela Nacional de Conservación Restauración y Museografía “Manuel del Castillo Negrete” INAH-UNESCO y es uno de los pocos mexicanos especializados en la conservación y restauración de material bibliográfico, hemerográfico y de obra gráfica, asegura que se trata de un acervo rico en encuadernaciones.

Entre las joyas que se pueden encontrar en este fondo está el Libro de firmas del Parque Lira, un libro de grueso volumen con las firmas de los visitantes distinguidos a esa casona del siglo XVIII que fue mandada a hacer por el Conde de la Cortina. Un volumen que hoy está en excelentes condiciones y que es ejemplo de la intervención y restauración del fondo.

“Este libro estaba todo roto, por el tamaño era de difícil manipularlo, la piel estaba deshidratada, perdimos lo que supongo que era un medallón pero quedaron los herrajes; la piel se nutrió por completo, se le hizo un tratamiento a la cartera, las contraguardas de seda también se consolidaron. se intervinieron las hojas con injertos de papel japonés, se volvieron a reforzar las uniones, se trabajaron todas las láminas”, cuenta Paquini Vega.

El Fondo Bibliográfico Vicente Lira Mora está a punto de terminar su estabilización y mantiene su espíritu antiguo, de viejo. “Con los pergaminos, por jemplo, procuramos no llegar hasta el fondo para no dejarlos completamente nuevos, queríamos dejar las firmas, los grafitis porque son parte de la historia del documento”.

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