El ciclo de todo un año está llegando a su fin, se acerca la época en que el cuidado y esmero que los vitivinicultores han puesto en la vid sea cosechado, la elaboración de una nueva añada de vino está por venir, el mes de agosto es la fecha de la vendimia para casi todas las variedades de la Vitis Vinífera, una época de fiesta para todas las bodegas, pues el trabajo realizado está llegando a su punto culminante, el nacimiento de un nuevo vino.

El enólogo, en esta etapa, está día a día a la expectativa del momento justo para realizar la colecta de las uvas que celosamente vigiló durante su crecimiento, el cuidado de llevar las pequeñas perlas del jugo de la tierra y de la vid a la transformación de ellas en vino es el momento trascendental en el origen de esta bebida milenaria.

Historia entre viñedos

La Vitis Vinífera fue traída al nuevo mundo por los conquistadores españoles desde el siglo XVI y México fue su punto de partida para todo el continente, la expansión de la doctrina cristiana jugó un papel fundamental para la propagación de la planta.

Hernán Cortes, hombre dual, constructor y destructor, dispuso el 20 de marzo de 1524 “que todo vecino que tuviese repartimiento sembrara mil sarmientos por cada cien indios”.

En realidad es Fray Toribio de Benavente quién nos da la pista definitiva acerca de los primeros vinos de uva elaborados en América y en concreto en México.

Este franciscano llegó a nuestro país en 1524 y escribió su Historia de los Indios de la Nueva España hacia 1565; esta cita se refiere a mediados del siglo XVI, “Hay en muchas partes de estos montes parras bravas muy gruesas, sin saber quién las haya plantado, las cuales echan muy largas vástigas y cargan de muchos racimos y vienen a hacer uvas que se comen verdes; y algunos españoles hacen de ellas vinagre y algunos han hecho vino, aunque ha sido muy poco”. Ésta fue la primera noticia contundente de vinos de uva mexicanos.

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