La gira “El oficio de hacer canción”, en donde los cantautores Miguel Inzunza y Pavel Núñez unen su ingenio para crear temas de autor alejados de los “lugares comunes”, arrancó en Santo Domingo, pasó por la Ciudad de México con un sold out y llegará hoy a El Portón de Santiago, en punto de las 21:00 horas.

Los cantantes describen este concierto como una tarde de trova que bien podría realizarse en la sala de la casa de alguno de ellos, pero que toma lugar en el escenario para compartir con el público la intimidad de estos momentos.

En entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro ambos hablan de los gajes del oficio, la manera en la que se compenetran y cómo han hecho posible la fusión de las raíces mexicanas y dominicanas.

¿Cómo surgió su complicidad?

Miguel: Nos conocimos en la Ciudad de México en el Festival de la palabra, en la Feria del libro y luego de unos años volvimos a coincidir en el Trovafest, donde se gestó una química increíble, además de un entendimiento musical y existencial de amistad.

Pavel: Somos dos cantautores que evocamos al romanticismo, pero que tenemos un perfil reflexivo y eso nos hace tener una química en escena bastante viable, que la gente disfruta mucho.

¿Qué características de uno complementan al otro y viceversa?

P: Creo que en primer lugar las voces se complementan muy bien y lo segundo sería el hacer una canción mediante la búsqueda honesta.

Además de “El oficio de hacer canción”, ¿han hecho algún otro tema juntos?

M: Yo he tenido el honor y el gusto de compartir una canción que se llama “De vez en cuando”, donde Pavel estuvo como invitado y también “Agonizando”, que marcan esta sinergia de este dueto.

Además de la música, ¿qué sucede en una tarde bohemia entre Miguel y Pavel?

P: De eso se trata este concierto, quien vaya podrá presenciar lo que sucede cuando nos juntamos en una de nuestras casas, ya sea en México o en Santo Domingo, podemos pasar horas platicando acerca de la canción, buscando melodías y haciendo el anecdotario de los temas; todo eso simplemente los transportamos a un escenario.

¿Qué es lo mejor de este oficio de “hacer canción”?

P: La capacidad que tiene la gente de identificarse con los temas que uno hace, primero es un reto y luego se convierte en una satisfacción.

M: Poder transmutar las emociones y los momentos difíciles que a veces nos toca vivir, en canciones que se convierten en un aviso para aquellas personas que también están viviendo un momento así, es una especie de fotografía emocional que nos permita ir ahí cuando necesitemos un impulso o una motivación para inspirarnos y amar la vida.

Y en contraparte, ¿cuáles serían los gajes del oficio?

P: La lejanía con la familia y el sacrificio como los viajes de carretera, que luego también cantamos y convertimos en canción.

M: Indudablemente el principal es alejarse de la gente que queremos porque a veces uno tiene que ir a diversos destinos a cantar y con ello vienen todos los padecimientos como aprender a dormir en aviones y sincronizarte con la logística de los eventos en los que no eres tan dueño de tu tiempo, por lo que uno aprende a vivir con diferentes horarios y luego es difícil disciplinarse en cuestiones tan sencillas como el régimen alimenticio y eso de alguna manera moldea la vida del artista.

¿Cómo se complementan las raíces dominicanas con las mexicanas?

P: Es importante el idioma y que entra la manera del sentir latino en general, porque somos pueblos afines, República Dominicana tiene un flirteo musical de hace mucho tiempo con los exponentes de la música mexicana. México ha sido “la meca” del entretenimiento en Latinoamérica por lo que abrió muchas puertas, por ejemplo nosotros sí consumimos a José José y al Chavo del 8.

M: Yo puedo hablar de autores como Juan Luis Guerra, quien me hizo reflexionar sobre enriquecer la cultura musical del país y tomar los géneros folklóricos para hacer una obra con un nivel mucho más rico y extenso, y de esta manera nos hemos ido compenetrando. Al final Latinoamérica se parece mucho y tenemos esa misma estructura de valores y eso también incide en el arte.

Entonces también tiene que ver con la universalidad de la música, ¿verdad?

M: Nuestra búsqueda dentro de la música es hacer canciones que tengan un nivel de reflexión y experimentación, mediante una nueva manera de decir las cosas, escapar a los lugares comunes y por eso se llama canción de autor, porque intentamos plasmar la particular forma de ver las cosas; no es una canción premeditada, sino retratar las emociones de la manera más honesta.

P: Sí, de hecho hice un bolero que está por salir y trata de esa búsqueda, se llama “Tengo”, y dice “tengo un corazón de doble filo, una duda en el cariño, un poema en un rincón, un bolero no bailado, una lluvia en el costado, un deseo de ver el sol”, en donde usamos lo inusual para que alguien se identifique con el discurso y sepa que no vamos por la vía del “casimismo”.

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