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Inspirado en los colores y las técnicas artísticas mexicanas, el maestro chocolatero José Ramón Castillo elaboró una colección de nueve huevos de Pascua. Estos son tanto para quienes acostumbran regalarlos, como para aquellos quee simplemente aman, como él, el chocolate.

“A nivel mundial los chocolateros hacen huevos de Pascua, entonces yo quería hacer cosas con acento mexicano de una tradición extranjera. Lo que elaboramos fueron estilos acanalados, como las ollas de barro negro de Oaxaca, y otros en una apariencia de peltre azul con punto blanco”, explica el experto.

Utilizamos técnicas de diversos lugares del Sureste mexicano, “hicimos diferentes formas, una de ellas fue la de República Mexicana en tres texturas distintas. También difuminados otros con estilo del pintor estadounidense Jackson Pollock, con textura de aguacate pagua y otros con una combinación de varios collages. El chiste era hacerlo juguetón”, agrega.

Delicioso pretexto

Obsequiar huevos es una tradición más arraigada en países, como Alemania, Eslovaquia, Inglaterra y Polonia, entre otros; del lado del continente americano se vive principalmente en Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos y Uruguay.

José Ramón afirma que en nuestro país donde más se acostumbra regalar o esconder huevos es en los estados fronterizos, debido a la influencia estadounidense.

“No obstante, hacia el centro del país, se va perdiendo, por eso no pretende dar inicio a una tradición en la ciudad, sino que simplemente disfruten el chocolate”, explica el experto y principal promotor del cacao nacional.

Todos los colores que utilizó el chocolatero son llamativos, pues reflejan no sólo el toque mexicano, sino también el inicio de la primavera. Y es que, de acuerdo con la Enciclopedia Católica, “el huevo es el emblema de la vida que germina al comienzo de la primavera”.

“El significado simbólico de una nueva creación de la humanidad por Jesús resucitado de entre los muertos fue, probablemente, una invención de épocas posteriores. La costumbre puede tener su origen en el paganismo, pues una gran cantidad de costumbres paganas, que celebraban el retorno de la primavera (en el hemisferio norte), se introdujeron en la Pascua”, se puntualiza en el documento.

Se dice que durante el tiempo medieval se inició el hábito de decorar los huevos y estos se convirtieron en uno de los alimentos de Semana Santa, además de ser un preciado regalo para niños y sirvientes.

En la actualidad, es un buen pretexto para comer un delicioso y bonito chocolate hecho por el maestro chocolatero José Ramón.

En la prehistoria

Se piensa que el origen de la tradición de comer huevos al finalizar el invierno es una reminiscencia de la Edad de Hielo. Tras el invierno y cuando apenas quedaban provisiones, con la llegada de la primavera volvían las aves desde el sur (esto sólo es aplicable al hemisferio norte) y empezaban a poner huevos, de los que se alimentaban los seres humanos hasta que podían volver a cazar con la llegada de mejores temperaturas.

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