Pararse a decir un chiste frente al público puede parecer cosa de risa, pero en el “Curso de stand up para principiantes”, que se imparte en La caja popular, enseñan desde cómo dominar el pánico escénico, hasta a dar una conferencia o un “pitch” de negocios.

En entrevista exclusiva con EL UNIVERSAL Querétaro, el comediante Bubu Romo platica sobre las técnicas que se aquí se aprenden y cómo estas ayudan, no sólo a quienes desean dedicarse a la comedia, sino a enfrentar cuestiones cotidianas como entablar una conversación.

A lo largo de 20 horas de clase, entre teoría y práctica, los estudiantes aprenden a crear chistes, a contarlos y sobre todo, a reírse de sí mismos para contagiar a los demás.

¿Cómo surgió la idea de impartir cursos de este tipo?

—En realidad así fue como yo empecé a hacer stand up comedy; tomé un curso en la Ciudad de México que era impartido por el comediante argentino Tomás Strasberg y fue algo que me sirvió mucho, por eso decidí empezar a hacerlos en Querétaro y llevo ya casi cinco años organizándolos.

¿Siempre se han llevado a cabo en La Caja?

—Últimamente sí, pero antes los organizábamos en algún teatro e incluso en casas.

¿Cuáles son las materias que se llevan en este tipo de cursos?

—Cómo evitar caídas I, II y III (risas). No, creo que lo más importante es lo que dice el comediante Jerry Seinfeld, que el ser gracioso es un talento intransferible, es decir, esta no es una clase en la que enseñamos cómo ser chistoso, eso es algo que ya cada quien trae, más bien lo que explicamos es cómo darle orden a las ideas para que tengan sentido y a la vez, más posibilidades de éxito; es escritura humorística tomando en cuenta las diferentes técnicas para crear un chiste y cómo hacer que la rutina sea interesante, partiendo desde elegir un tema hasta cómo llevarlo para provocar risas.

La técnica del taller depende de cada profesor, pero yo creo que el stand up es como un método científico porque requiere pasos como: generación de la hipótesis, observación y búsqueda del tema, que pueden ayudar a fomentar el yo creativo y humorístico.

¿Tienen alguna técnica específica para las clases?

—El curso lo da el gran profe Bobby Comedia, que viene de Venezuela y lleva 13 años haciendo comedia; tiene una serie de técnicas que no son precisamente una marca registrada, pero que comparte tomando como base todo lo que ha aprendido a lo largo de su carrera.

¿Cuál sería la clave para triunfar en el stand up?

—Lo esencial es que todo el material debe surgir desde la verdad y el autoconocimiento porque es una cuestión súper honesta y clara. Muchas veces llega gente y cree que decir que se es gay, por ejemplo, va a ser muy divertido, pero al no serlo termina siendo una caricatura de una persona o cuestión.

¿Cuánto dura el curso?

—Cerca de 20 horas; de salón son 16 para escribir y luego desarrollamos una serie de talleres y reuniones en las que revisamos el material, para finalmente concluir con una graduación en la que se presentan con lo que escribieron, procuramos que por lo menos tengan cinco minutos de guión armado.

¿Alguna vez alguien ha reprobado?

—No (risas), en realidad no ponemos calificaciones aunque sí hay gente que lo llega a abandonar porque sienten que les cuesta más trabajo de lo que creían, pero son los menos. A final de cuentas no importa si no vuelves a subirte a un escenario, ya que en general sirve para hablar en público y entablar conversaciones con gente de cualquier lugar, además de entender el humor y poder aplicar esas técnicas para todo.

Incluso estoy generando toda una teoría junto con gente del Tec de Monterrey en la que aseguramos que se puedes hacer un “pitch” de negocios, a través de la misma estructura con la que se cuenta un chiste. De hecho, Bobby Comedia y yo estuvimos dando cursos para profesores en donde les enseñamos a incorporar estas técnicas a la enseñanza de temas particulares.

Para tomar el curso, ¿se debe cumplir con algún requisito?

—No, en realidad el único requisito es que quieran hacer reír, y es mucho mejor cuando entra alguien sin experiencia en el escenario, porque cuando llega un actor tiene que desaprender todo lo que sabe, ya que el standupero no actúa, ni interpreta, sino que entrega el material.

¿Alguien ha egresado con mención honorífica?

—Tenemos varios alumnos a los que les está yendo muy bien como Sandro Ruiz, que actualmente está abriendo shows de Ricardo O’ Farril, Alex Fernández y Mau Nieto.

También en la última temporada de Comedy Central, Querétaro fue la ciudad que más comediantes aportó después de la Ciudad de México, entonces hay muchos queretanos que van saliendo de estos cursos y están teniendo un acercamiento a las grandes ligas de este género.

¿Se han topado con alumnos que sufran de pánico escénico?

—Muchísimos, incluso mucha gente se inscribe sólo para superarlo, hay conferencistas que quieren saber cómo lidiar con algunas cuestiones del público, pero por el otro lado, también llegan estudiantes súper confiados y seguros de sí mismos por la experiencia que tienen entre sus amigos, pero al momento de subir al escenario se “paniquean”, entonces en el curso logramos que esa confianza esté realmente bien dirigida.

Además de preparación del guión, ¿qué otras áreas cubren en el curso?

—Lo más importante para nosotros es la estructura del guión, pero también vemos otros temas como dicción, modulación de la voz, uso del micrófono, cómo pararse en el escenario, energía, tonos de voz y presentación física, es decir cómo vestirse; hay una infinidad de temas que tocamos.

¿Entonces la energía también es importante para este oficio?

—Claro, pero tampoco está mal que alguien tenga baja energía, más bien es saber enfocarla para que sea parte de su rutina, si ponemos como ejemplo a Carlos Ballarta, él rompería con todas las reglas de lo que supuestamente debe ser un intérprete en un escenario, sin embargo funciona porque a todos nos hace click verlo y va ad hoc con lo que está diciendo.

En los salones de clase hay varios roles y siempre hay un chistoso, ¿aquí todos cumplen con esa descripción?

—Tratamos de que todos sean los chistositos, pero también hay un aplicado y el que no lo es, pero ese es de los que más nos gusta porque es el clásico que no hizo la tarea y suele dar pretextos con una onda muy creativa, son los que más nos enorgullecen.

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