El nuevo proyecto de Guadalupe Zárate Miguel se titula Fotografía histórica, historia fotográfica de Querétaro, que no concibe a las imágenes como testimonios, sino como un objeto de estudio. Y alrededor de este tema, la historiadora expone la falta de una fototeca en la ciudad y los problemas de conservación de las imágenes digitales.

Guadalupe Zárate Miguel, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Querétaro, es autora de una trilogía de obras dedicadas al estudio del patrimonio cultural de la capital queretana, un trabajo que comenzó hace 20 años.

La historia de las cosas. La formación de las colecciones del Museo Regional de Querétaro es el primer libro que conforma esta trilogía; el segundo es Los espacios de la memoria, Historia del Museo Regional de Querétaro, que habla sobre el origen y trasformación del ex convento de San Francisco.

En su tercera obra Memoria Queretana, presentada en la IV Jornada del Libro Histórico, organizada por el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes y la Dirección Estatal de Archivos, hace un recuento de las transformaciones en la ciudad desde el año 1531 hasta 1981.

“Hago una reseña de cómo se fue construyendo la urbe en la época Virreinal y cómo se va transformando con las diferentes etapas que pasa la ciudad, con la Independencia, después con la Reforma, cómo se modifica durante el Porfiriato, llegamos a la Revolución y hasta 1981, donde se hace un decreto presidencial para establecer la obligación de proteger y conservar el patrimonio cultural de la ciudad de Querétaro. Entonces, en este libro la línea de mi trabajo de investigación es descubrir por qué se conserva y por qué se destruye”, explica a EL UNIVERSAL Querétaro, la historiadora.

Para corroborar los cambios de la ciudad, la historiadora publica en su obra imágenes de reconocidos fotógrafos como Guillermo Kahlo y el queretano Esteban Galván.

Familia otomí

La investigadora del INAH también es autora de la publicación Imágenes de la Revolución en Querétaro, Memoria de Luz, en donde a través de fotografías reconstruye momentos fundamentales de la etapa revolucionaria queretana. Y en el 2012, presentó la exposición “Querétaro íntimo. Fotógrafos 1950-2012” en el Museo Regional, donde se exhibió un ferrotipo de 1857, considerada la fotografía más antigua encontrada en el estado.

La imagen muestra a tres varones, miembros de una familia otomí del municipio Tolimán; el ferrotipo permaneció como reliquia para sus descendientes hasta que la donaron al acervo del Museo Regional.

El nuevo libro de Zárate Miguel iniciará “con el ferrotipo de los indígenas otomíes, porque ésa es la más antigua y nos vamos a ir hasta la fotografía aérea de la Fototeca de la Fundación Ingenieros Civiles Asociados (FFICA)”.

Fotografía histórica, historia fotográfica es el título “porque se juega con las dos cosas, haciendo este libro, organizando las imagen se puede hacer una historia ilustrada de la ciudad de Querétaro”.

La investigación aborda el tema de la fotografía, sin embargo no lo hace como un testimonio sino como objeto de estudio, recreando “la historia de cada imagen; aquí (Memoria Queretana) la utilización es como un documento histórico, pero la fotografía por sí misma también es importante por quien la hizo, no todas las fotografías se conservan, algunas se conservan y aunque no de todos los autores es posible saber su nombre, de alguna manera se va viendo una mano, un ojo, un ángulo en la fotografías”.

Los archivos en los que trabaja la historiadora son de la Fototeca Nacional del INAH principalmente, además del Archivo General de la Nación, Archivo Esteban Galván y Fondo Federico Montes. Respecto al tema, la historiadora señaló que en la entidad no hay una fototeca, por lo cual su trabajo se basó principalmente en los fondos nacionales. “En Querétaro hace falta una fototeca, eso nos permite un estudio sistemático de las colecciones”.

Sobre la fotografía digital comentó que el proceso es contradictorio, ya que “generamos muchísimas imágenes, de las cuales se conservan como el 1%. Cualquier teléfono tiene una cámara pero, ¿cuántas de esas fotografías se imprimen, cuántas se conservan?”.

Asimismo, la historiadora afirmaque la memoria fotográfica del siglo XXI está en peligro, porque son pocos los fotógrafos jóvenes que tienen un archivo ordenado, algunos exhiben su material en redes sociales, sin embargo hay poca seguridad en los programas y equipos de almacenamiento. Además, sugiere “generar especialistas en el área de fotográfica, para su estudio, pero también para su conservación”.

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