En 1969 nadie tenía duda del caudal creativo y la calidad literaria de José Emilio Pachecho. El joven escritor de 30 años fue aceptado en el Centro Mexicano de Escritores (CME) de manera unánime por los miembros del jurado: Juan Rulfo, Salvador Elizondo y Felipe García Beraza. La frase para aceptarlo fue contundente: “Ni hablar. Está más que comprobada su calidad de escritor” escribió Juan Rulfo de su puño y letra, seguido de la inicial de su apellido: R, en una tarjeta blanca, bibliográfica, que a máquina dice: JOSÉ EMILIO PACHECO. Reynosa 63. México, 11, D.F. 30 AÑOS.

A renglón seguido, también con su puño y letra pero utilizando otro color de tinta, Salvador Elizondo acota a la apreciación de Rulfo: “Estoy de acuerdo”, y tras el punto su firma: SE. Y luego de él, Felipe García Beraza, durante muchos años secretario del Consejo Ejecutivo del CME, agrega y concluye: “Yo también. Merece beca 'B'".

Esa beca otorgada por unanimidad a José Emilio Pacheco, quien apenas tenía 30 años pero ya contaba con un enorme reconocimiento internacional, duró apenas un par de meses, pues a pesar del interés que Pacheco tenía por confrontar sus textos con otros escritores: “nada me gustaría tanto como escuchar opiniones críticas acerca de mis textos en proceso”, los contratos para ser profesor invitado en las universidades de Vancouver, en Canadá; y de Búfalo, en Estados Unidos, le impidieron concluir la beca 1969-1970 del Centro Mexicano de Escritores.

El paso de José Emilio por esa institución formadora de escritores mexicanos fue breve pero dejó una huella imborrable, tal vez porque cuando la solicitó ya era un escritor potente. A los 30 años, Pacheco, ya tenía seis libros publicados: La sangre de Medusa, Los elementos de la noche, El viento distante, El reposo del fuego, Morirás lejos y No me preguntes como pasa el tiempo; había coordinado seis antologías de poesía, entre ellas La poesía mexicana del siglo XIX, Poseía del modernismo: 1884-1921 y Poesía en movimiento, trabajo en colaboración con Octavio Paz, Alí Chumacero y Homero Aridjis.

También había publicado ya medio centenar de colaboraciones periodísticas en distintos diarios y revistas mexicanas, había sido editor, jefe de redacción o director de proyectos editoriales; había traducido obra de varios autores, entre ellos Samuel Beckett, y algunos de sus poemas habían sido traducidos a otras lenguas. Sin embargo quería tiempo para escribir y decidió optar por la beca del CME para trabajar un libro de cuentos.

En la carta para obtener la beca, con fecha 25 septiembre de 1969, Pacheco apunta: “Para aspirar al generoso patrocinio del Centro Mexicano de Escritores, me comprometo a escribir una colección de doce o catorce cuentos. No puedo ofrecer un minucioso plan de este libro pues de él lo único que tengo es el deseo de hacerlo”.

Expediente. Su breve estancia en el CME está contada en el expediente: “José Emilio Pacheco”, que es parte del archivo del Centro Mexicano de Escritores, bajo resguardo de la Biblioteca Nacional de México, un expediente que contiene notas escritas a mano y la carta fechada el 1 de enero de 1970 y dirigida a Dr. Francisco Monterde, presidente del Consejo del CME, donde José Emilio informa que la Universidad de la Columbia Británica en Vancouver, le ha llamado a impartir dos cursos entre enero y abril de ese año, que le impide continuar la beca.

“Pido a ustedes suspendan la beca que con tanta generosidad me concedieron para la promoción 1969-1970. Mi breve estancia en el Centro Mexicano de Escritores fue tan grata como provechosa, y no es una simple fórmula de cortesía decir que lamento separarme de él. Espero que la beca que me correspondía pueda favorecer a algún otro escritor mexicano, y estoy en la mejor disposición de devolver el dinero que se me dio, a fin de que la suma anual pueda ir íntegramente a manos de mi sucesor”, afirma el escritor fallecido justo hace un año.

En ese expediente también se encuentra el Contrato de trabajo que celebran el CME y José Emilio Pacheco, donde se señala que el becario recibirá “a partir del 1 de noviembre de 1969 y durante doce meses la cantidad de $ 1.816.50”. Hay también un seguimiento periodístico de premios, doctorados y reconocimientos que fue recibiendo con los años; están las notas de su ingreso a El Colegio Nacional, el Premio Internacional Alfonso Reyes y el Octavio Paz, y la Presea Pablo Neruda.

Allí está también el telegrama de color azul que José Emilio envío desde Vancouver, el 22 de marzo de 1970, donde agradece pero rechaza continuar con la beca a su regreso en abril, pues ha recibido una segunda invitación de la Universidad de Búfalo para dar dos cursos en la escuela de verano. “Espero, asimismo, que mi conducta involuntariamente desordenada no me impida presentarme a concurso en los años por venir”, señala el poeta, narrador y traductor nacido en la ciudad de México el 30 de junio de 1939, que en su curriculum vitae de 1969 también apunta que está casado desde 1962 y “con una hija nacida en 1963”.

En el expediente hay una fotografía de Enrique Bostelmann donde se ve a un José Emilio joven con chamarra de cuero y lentes de pasta con un cigarrillo en las manos; pero también está un recado de su puño y letra, del 7 de enero de 1982, dirigido a Felipe Beraza: “Como te dije el año pasado, me encantaría colaborar contigo en el CME y te agradezco muchísimo (como también a Don Francisco, Juan y Salvador) el haber pensado en mí. El problema es que cada vez tengo menos tiempo para lo que de verdad me interesa: escribir”.

Si algo quiso e hizo José Emilio Pacheco en la vida fue leer y escribir; sus aspiraciones eran amplias desde que comenzó a dedicarse a la literatura a los 20 años.

El 15 de octubre de 1971, por segunda vez, solicitó la beca del Centro Mexicano de Escritores: “Se trataría de una novela de unas 150 o 200 páginas que, completamente al margen de toda intención documental o de exactitud histórica, sucede en el contexto de nuestra revolución de independencia pero en un sitio inexistente con personajes imaginarios”; esa propuesta de tratar “con toda libertad algunos temas contemporáneos -por ejemplo, el debate acerca de la violencia-”, la externó, pero esta vez no obtuvo respuesta.

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