La adrenalina, curiosidad y emociones que les generaba subirse a una motocicleta, llevó a un grupo de apasionados a fundar en 1979 el BMW Motoclub en Querétaro. Con el paso de los años la voz de la existencia de este grupo se fue corriendo y los integrantes fueron en aumento. Y del 19 al 22 de octubre la asociación recibirá a miles de amantes de las motocicletas en la XXI Convención Internacional BMW.

Un poco de historia

En 1980 su lugar de reunión era el restaurante “El Tirreno”, en donde planearon su primer viaje significativo, el destino fue Morelia. A partir de ese momento, supieron que era un proyecto para toda la vida.

Actualmente es una asociación civil sólida, con reglas y objetivos claros. Todos los lunes se reúnen en las instalaciones de su casa club ubicada en San Agustín #112, Colonia Plazas del Sol 1ra. sección para tocar temas como la admisión de nuevos socios, celebrar cumpleaños o delegar actividades.

Los ahora 37 miembros buscan gozar de su pasión de una manera organizada y divertida; en conjunto han logrado organizar magnos eventos como la “Novena Convención Internacional BMW” o el 30 aniversario del propio Club con la concurrencia de motociclistas de toda la República.

Y entre sus viajes más entrañables destacan los destinos de Alaska, La Patagonia o el Yellowstone Park.

Aventureros domingos

Eran las 8:45 de la mañana, poco a poco llegaban miembros montados en sus motocicletas con los corazones dispuestos a explorar los alrededores de Querétaro. Cascos, guantes, chamarras y pantalones protectores parecieran ser extensiones de piel de cada uno de ellos.

La casa club está abierta, el reloj avanza y todos se van preparando. Se escuchan propuestas de lugares por visitar. “Cada domingo salimos a divertirnos, la idea es rodar temprano y regresar con bien a casa para comer con nuestras familias. Nos citamos a esta hora, pero nunca sabemos quién va a llegar, simplemente esperamos a que den las 9 de la mañana y tomamos camino”, explicó Fernando Carmona, actual Presidente.

No hay un rango específico de edades, compañeros de 30 hasta 70 años conviven sin problemas como si fueran conocidos de toda la vida. Entonces, lo deciden, la ruta para esta ocasión será San José Iturbide, al llegar ahí el plan es hacer una parada obligatoria para desayunar.

En seguida seguirán su curso a Salto en Guanajuato para contemplar el paisaje y luego regresar por Tolimán.

Los asistentes se dividen en grupos, máximo seis personas, con un capitán a la cabeza, quien es el responsable de llevar el kilometraje. “En cada viaje van sumando las distancias, al final del año se da un reconocimiento a las personas que más kilómetros acumulen. Es importante decir que no es una competencia, es una convivencia”, aclaró Fernando.

En los pasados domingos, el grupo ha viajado a lugares como Pinal, San Joaquín, Michoacán y el Estado de México, entre otros. Y cada año organizan una salida a un destino más retirado, ya sea dentro de México o a los países vecinos.

Al regresar al punto de reunión se despiden y agradecen por un día más de aventura y convivencia. Cada miembro tiene la responsabilidad de avisar al grupo de WhatsApp que llegó con bien.

Voces de pasión

Arturo Díaz practica el motociclismo desde los 14 años, es miembro del club hace 29 y cada que toma el volante su mente se transporta a otro espacio. El sentimiento de libertad es lo que lo ha hecho apasionarse día a día y viajar a lugares como Ushuaia en Argentina.

“Estuve fuera de Querétaro, regresé y me encontré a un conocido que me invitó a esta asociación. La fraternidad que hay entre todos es increíble porque tenemos una misma ideología”, comentó.

Enrique Guerrero es un viajero de corazón, siempre ha vivido alrededor de la motocicleta, pues lleva 50 años en esta práctica. Ha tenido un sinfín de paseos representativos, pero uno de los más reconfortantes para él fue por la Costa Oeste de Estados Unidos hasta llegar a Washington.

“Se siente muy padre disfrutar el contacto con la naturaleza, vas sintiendo los climas, los olores, todo. Es un gusto que aparentemente es molesto pero que en realidad es satisfactorio para el alma”, expresó.

Mario Rico es uno de los miembros con más historia detrás de la moto, su pasión es evidente desde la forma en la que ve a su compañera trotamundos. El motociclismo ha sido parte de él desde hace 59 años, por lo que destinos como Costa Rica y Nuevo Orleans son lugares que conoce como la palma de su mano.

“Me casé con ella cuando cumplí 15 años y hasta la fecha no he ni siquiera pensado en divorciarme de ella. Ando en moto todos los días, realmente me siento liberado”, expresó.

José Antonio Grandvallet es un joven de 14 años, aún no es miembro del club pero cada domingo acompaña a su papá Luis Eduardo Grandvallet para ser testigo de distintas experiencias. “Cuando sea mayor sin duda quiero hacer lo mismo que hace mi papá, me encanta viajar con él”, aseguró el apasionado joven.

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