La presencia simultánea de dos fenómenos meteorológicos como la tormenta tropical Manuel y el huracán Ingrid, que la semana pasada “atacaron” costas mexicanas por los flancos del Pacífico y el Atlántico, respectivamente, es un hecho poco frecuente. La última vez que ocurrió algo similar en territorio nacional se remonta a junio de 1958.

El día 14 de ese mes confluyeron el huracán Alma, en el Pacífico y la Tormenta Tropical Número 2 en el Atlántico, según informó el Servicio Meteorológico Nacional.

El huracán entró al Golfo de Tehuantepec y en Puerto Arista, Chiapas, provocó deslaves, caídas de árboles y pérdida de cosechas.

Los habitantes de ese centro turístico, reportó EL UNIVERSAL entonces, abandonaron sus casas después de que el mar comenzó a inundar las calles. Luego, fueron trasladados en autobuses y camiones de redilas hacia Tonalá, donde recibieron ropa y alimentos.

No se reportaron decesos. En contraste, en el recuento preliminar de los daños causados por Manuel e Ingrid la semana pasada se incluyen más de 300 mil damnificados y decenas de muertos. Sin embargo, no se requiere que haya dos tormentas simultáneas para provocar grandes inundaciones.

Así lo señala el investigador Jorge Zavala Hidalgo, del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, quien advierte que, si bien en este caso se supo con anticipación que habría fuertes lluvias, es necesario mejorar la red de monitoreo y la calidad de los pronósticos para conocer con más precisión y tiempo los posibles impactos.

En este planteamiento coincide Víctor Manuel Velasco, del Instituto de Geofísica, quien recuerda que la Organización Meteorológica Mundial emitió un documento donde reconoce que 70% de los países -entre ellos México- requieren fortalecer sus redes de observación hidrometeorológicas, sistemas de pronóstico y comunicación.

“Los Sistemas de Alerta Temprana (SAT) están siendo reconocidos en los más altos niveles políticos como una herramienta para reducir los desastres”, afirma Velasco, quien desarrolló un modelo numérico con el que ha predicho la llegada de seis súper huracanes (categoría 5) cercanos a costas mexicanas entre 2013 y 2018.

Fenómenos fortuitos

Zavala aclara que es completamente fortuito que en algunos casos coincidan dos fenómenos meteorológicos, sobre todo en tierra, pero esto no es asombroso: “El periodo con mayor número de huracanes en el Atlántico y el Pacífico del Este (en América) es precisamente de septiembre a mediados de octubre”.

El académico, doctor en Oceanografía Física, reconoce la magnitud de los daños provocados por el paso de Manuel e Ingrid, pero recuerda que otros grandes desastres en México, como los provocados por el huracán Paulina en 1997 o Gilberto en 1988, no se suscitaron debido a la confluencia de dos tormentas.

Ha habido casos de hasta cuatro fenómenos meteorológicos simultáneos (el mismo día) en el Atlántico, según reportes de la Agencia Nacional del Océano y la Atmósfera (NOAA) en Estados Unidos.

La primera vez que ocurrió fue el 22 de agosto de 1893, cuando confluyeron las tormentas 3, cercana a costas de Nueva Escocia (Canadá); la 4, entre Bermuda y Bahamas, que llegó a Nueva York como huracán categoría 1; la 6, al noreste de las Antillas menores y la 7, al oeste de las islas de Cabo Verde. La tormenta 6 se desplazó hasta las costas de Carolina del Sur y Georgia, a las que arribó como huracán categoría 3, con un saldo de entre mil y 2 mil personas muertas.

Otra notoria confluencia sucedió el 27 de septiembre de 1998, cuando cuatro tormentas se convirtieron en huracanes al mismo tiempo: Ivan, Karl y Jeanne (al este de las costas de EU y Cuba) y Georges, en la zona del Golfo. Este último produjo la muerte de miles de personas al entrar a las costas de Haití.

Mejor monitoreo

El doctor Zavala recuerda que desde el pasado viernes 13 de septiembre tanto el Servicio Meteorológico Nacional como el Centro de Ciencias de la Atmósfera pronosticaron que habría lluvias muy intensas en el país por efecto del paso de Ingrid y Manuel. El problema es que no se alertó suficientemente a la población local y a los turistas.

“Nuestro pronóstico del viernes 13 mostró más de 400 milímetros (de precipitación) para los siguientes cinco días en amplias zonas de Guerrero, Tamaulipas y Nuevo León, así como más de 200 milímetros en otros estados del país”, refiere el académico.

En Guerrero, Manuel produjo precipitaciones de hasta 795 milímetros en cuatro días, es decir, tres veces la cantidad promedio de lluvia esperada para este mes en ese estado, según información de la Comisión Nacional del Agua.

“Es necesario evacuar a la gente antes de que ocurra el evento y no después, cuando ya están afectados los aeropuertos y las autopistas. Así ha ocurrido por ejemplo en Cuba o recientemente en Estados Unidos, con el huracán Sandy el año pasado”, advierte Zavala, quien se pregunta por qué no se emitió la alerta correspondiente si se contaba con conocimientos suficientes sobre lo que podría ocurrir.

“Necesitamos avanzar en muchos aspectos, mejorar la red de monitoreo (en la que se emplean los satélites de la NOAA, radares meteorológicos, perfiladores de viento y boyas, entre otros instrumentos) pero sobre todo -recalca- necesitamos tener mucha más gente capacitada”.

“El intercambio de información es primordial para realizar una óptima toma de decisiones y responder ante los fenómenos hidrometeorológicos, con la finalidad de minimizar las pérdidas humanas y económicas”, señala por su parte Víctor Manuel Velasco, quien insiste en establecer una red de alerta.

Para la observación remota de estos meteoros, México recurre a la información e imágenes recabados por los satélites meteorológicos de la NASA y la NOAA.

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