Cuando el maestro José Antonio Mac Gregor platica emocionado sobre su experiencia en el tema de la gestión y promoción cultural, es imposible no vibrar ante la intensidad con la que relata sus anécdotas. Este hombre lleva la vocación por la cultura bajo la epidermis, inscrita en su ADN.

Promotor cultural desde 1974, ha trabajado en diversas instancias de Conaculta desde 1990, con una experiencia de 11 años en la Dirección General de Culturas Populares. También ha sido consultor internacional de la UNESCO y la OEI y presidente de PRAXIS Gestión Especializada.

Entre las últimas experiencias que han marcado la vida de José Antonio Mac Gregor, se encuentran dos, principalmente: su trabajo en Medellín, Colombia, y Tamaulipas, México, que, como se sabe, han sido lugares con altos niveles de violencia y desintegración social.

En la alcaldía de Medellín, Colombia, colaboró como asesor para la elaboración del Plan Decenal de Cultura, donde se convocó a toda la comunidad artística, cultural, jóvenes, vecinos de las colonias y líderes vecinales, así como a varios asesores internacionales y nacionales, donde llamó su atención el alto nivel propositivo de la gente, tratándose de uno de los lugares más violentos del mundo, lacerado por el narcotráfico durante los años 80 y 90, con 6 mil 600 jóvenes muertos con arma de fuego en un año, en una ciudad de menos de un millón de habitantes.

“Esta ciudad se reconstruyó de las cenizas a través de la cultura. Una ciudad configurada para producir muchachos violentos, se modificó en la primera década de este siglo, con el liderazgo de un alcalde extraordinario como fue Sergio Fajardo, que le apostó a la cultura no solamente a nivel discursivo sino a través de muchos recursos en la construcción de parques biblioteca, centros culturales comunitarios y un gran trabajo de movilización ciudadana para recuperar los espacios”.

La experiencia de José Antonio Mac Gregor en Tamaulipas como gestor cultural independiente en la creación de una red de colectivos culturales comunitarios, tiene una parte muy sensible: conocer a jóvenes que viven y crecen en un estado con tanta violencia, “que sienten que se están jugando la vida cada vez que salen de sus casas, cada vez que piensan, dicen o hacen algo, o cada vez que salen a los parques y plazas a ofrecer su repertorio de talentos y generosidad para compartir con las familias que tienen años sin espacios públicos, porque se los secuestraron”.

“Ver a estos chavos conscientes de los riesgos, pero que saben que tienen que salir, que no pueden encerrarse en el miedo y en el silencio. Eso los ha cambiado y los ha dignificado frente a la comunidad que ya no los ve como la escoria peligrosa, sino como promotores culturales que congregan a las familias”, comentó.

“El día internacional del libro, en el kiosko de Valle Hermoso, rociado de balas, hay una foto con más de 50 niños sentados en las escaleras leyendo libros. Ahí están los símbolos… disímbolos: las balas por un lado y el ‘arma’ que usamos los gestores culturales: los libros, los tambores, las guitarras…”, dijo José Antonio convencido de los alcances de la cultura en la restitución del tejido social.

Actualmente, Mac Gregor, quien está a cargo de la Dirección de Cultura en el municipio de Querétaro, tiene planes para potencializar las actividades de las delegaciones, así como de articular a los distintos actores de la vida comunitaria en torno a varios proyectos culturales.

Su plan contempla, entre otras estrategias, el fortalecimiento de la identidad cultural sustentado en la red para el Desarrollo Cultural Comunitario, a su vez sustentado por colectivos culturales comunitarios, integrados por jóvenes promotores y gestores culturales.

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