MADRID.— A sus 73 años el pianista, compositor y arreglista cubano Chucho Valdés (Quivicán, Cuba, 1941) sigue teniendo una vitalidad impresionante. Hace unos meses publicó Free-Border (Comache / Harmonia Mundi), un disco que en estos días está presentando en España; y acaba de terminar de grabar un nuevo trabajo que saldrá a la venta en septiembre y que contiene las canciones que grabó en su adolescencia. Así que en la charla que mantiene con EL UNIVERSAL habla de los dos con el mismo entusiasmo, como también de sus actuaciones en los Veranos de la Villa de Madrid y en el Festival de Starlite, donde toca la próxima semana y donde presentará el primero de ellos.

Free Border es mi mejor disco porque en él he conseguido una fusión de más elementos que no había utilizado antes: tiene mucho de flamenco, de la música afrocubana, de la música popular cubana, de jazz, de los clásicos, de la música árabe de Marruecos, de los indios y de los indígenas, y todo esto llevado desde la misma raíz afrocubana. Es un disco en el que he querido romper fronteras, de ahí el título”, explica. “Y también es el final de una etapa y el comienzo de otra en mi carrera de compositor”, añade.

En el disco el hijo del inolvidable Bebo Valdés, fallecido hace unos meses, hace un tributo a toda su familia. “A mi madre que falleció en el 2011, a mi padre que falleció el año pasado y a mi abuela Caridad Amaro que fue el cerebro de la familia”. “Ella fue la inspiradora de la carrera de Bebo y de mi carrera. Vivíamos todos juntos en un pueblo de campo en Cuba donde no había escuelas de música y mi abuela dijo que había que ir a la capital para que sus hijos pudieran estudiar, y así fue. Se mudó para La Habana y gracias a eso mi padre hizo su carrera de música y mis tíos también fueron al conservatorio. Así que todo se lo debemos a mi abuela”.

Del disco dice que es “la síntesis de la etapa que hice, con otros conceptos diferentes y más elaborados”, y señala que “a partir de ahora viene una nueva etapa en mi carrera, sobre todo en la composición”. De hecho el día que se llevó a cabo la entrevista explicó que acababa de terminar en su casa de Benalmádena (Málaga, sur de España), en la que Bebo vivió los últimos años de su vida, un disco a piano que se titula Mis canciones favoritas y son las canciones que compuso en su adolescencia, entre los 15 y los 25 años, un nuevo álbum que seguramente saldrá a la venta al final del verano.

Pero lo más curioso de su nuevo trabajo fue la anécdota que vivió mientras lo componía: “Necesitaba comprarme un piano”, recuerda. “Así que decidí hacerme un regalo a mí mismo por mis 70 años de carrera (empezó con tres) y comprarme uno que fuera lo máximo”. Por eso buscó un piano Steinway de Hamburgo: “Sentí una atracción especial hacia él. Me prestaron otros pero desde el principio tenía claro que ese era el que quería. Así que dije que no había nada más que hablar, que lo quería comprar. Entonces el que me lo vendía levantó la tapa y me gritó: ‘¡Mira lo que dice, ahí adentro!’, me señaló. Entonces dejé de tocar, me di la vuelta y vi que estaba firmado por mi padre. Él no sabía que estaba firmado por mi padre así que para los dos fue algo increíble”, contó. “Me lo llevé lo tengo aquí y es donde he grabado el disco de mis canciones favoritas”.

Aquel piano fue el que tocó su padre por última vez en su vida, pero no era de él. “Durante su última gira por España dio un concierto en Madrid. Y en ese concierto tocó con ese piano. Pero yo no sabía que lo había firmado. Luego el piano pasó por varias tiendas en varias ciudades españolas hasta que llegó a Benalmádena en el momento en que yo quería comprarme uno. Y justo yo lo encontré en una tienda aquí”.

Para Chucho grabar su disco en ese piano hace que tenga un sonido hermoso, magnífico. “Yo siento que mi padre está en el piano, que cuando toco está conmigo, es una sensación muy rara que no sé explicar. Por eso creo que las canciones tienen un sonido tan bello. Yo no suelo escuchar mis discos después de grabarlos, pero este lo he oído tres veces, y cuando más lo oigo más me gusta”, asegura.

De su padre dice que entre los dos siempre hubo una conexión muy grande. “Él nació el 9 de octubre de 1918 y yo el 9 de octubre de 1941 el mismo día, imagínate, y siempre tuvimos una conexión muy grande en todos los sentidos. Lo extraño mucho pero a veces siento como si estuviéramos muy cerca, lo siento conmigo. Sobre todo cuando toco”, puntualizó el artista.

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