“El país está en una etapa incipiente, ha habido muchos avances; sin embargo, tiene que madurar, es necesario fortalecer los ciclos iniciales de financiamiento, establecer incubadoras y aceleradoras, porque todavía no se ve una articulación entre los diferentes actores”, considera Haru Yamasaki, directora general de la aceleradora internacional de empresas mexicanas de base tecnológica, TechBA (Technology Business Accelerator).

Al respecto, Vincent Speranza, director nacional de operaciones de la firma de asesoría Endeavor señala: “fuimos pioneros en hablar de los emprendedores en 2012. Hemos visto un efecto multiplicador y hoy hay instituciones, incubadoras, fondos de inversión... El ecosistema se está construyendo”.

Siguiendo el ejemplo de éxitos internacionales como Dell, que se creó en un garaje o Facebook, que surgió a partir de un proyecto universitario, ha quedado comprobado que a partir de los jóvenes con buenas ideas se pueden formar grandes industrias. Los inversionistas lo saben y están en busca de proyectos que puedan cambiar al mundo y dejarles ganancias.

Sin embargo, la cultura mexicana puede ser un impedimento para el crecimiento, “tendemos a castigar el fracaso y a no reconocer el éxito de los demás, por eso muchos jóvenes se retiran del camino, pero en ecosistemas maduros como el de los Estados Unidos el capital privado y los ‘ángeles inversionistas’ prefieren emprendedores con tropiezos, porque piensan que se aprende de los errores y se canalizan en aprendizaje. No castigan el fracaso, celebran el intento”, revela el representante de Endeavor.

La ejecutiva de TechBA comenta que “hay gente con talento, con muchas capacidades en diversas áreas, pero que cuando se es emprendedor se debe estar consciente de que se va a fallar, y si no, es un golpe de suerte. Se tiene que tener en mente que es difícil establecer una empresa, hacerla crecer y consolidarla”.

Endeavor ha visto progresar el empeño de los mexicanos por desarrollar nuevas empresas, de hecho hasta 2006 sus operaciones se basaban en el DF, Guadalajara y Monterrey; hoy están presentes en 11 estados de la República.

Pero para que el sistema triunfe es necesario también transformar la mentalidad de los jóvenes, “hemos logrado meter en la cabeza de los recién graduados que existe algo más allá de un empleo, que es emprender, aunque si ejercen primero en la industria que los apasiona pueden aprender y ganar madurez”, comenta Speranza.

Y agrega que el próximo paso es conseguir emprendedores de alto impacto, es decir que aquellos que iniciaron su empresa con éxito sean quienes brinden el apoyo a los que empieza el camino, ya sea con asesoría o recursos.

Yamasaki expresa: “si tienen las oportunidades y los recursos, los emprendedores son dinamizadores de la economía”. Sin embargo, aclara que “los programas no se promueven del todo bien en México ya que se necesita ayudar más a los jóvenes a analizar sus ideas, a entender los mercados e impulsar en ellos una visión global”.

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