Faltaba un poco más de media hora para que el espectáculo Slava’s Snowshow comenzara en el Centro Cultural Teatro I, pero en los camerinos el experto en clown Bradford West, quien da vida a uno de los payasos verdes en el show, se toma su tiempo para prepararse ante de salir a escena.

El hacer aparecer al payaso de mueca triste en su rostro, fue algo mágico, “de hecho ya lo tengo en la cara”, dice el artista mientras coloca sobre la base blanca la pintura negra que destaca los rasgos de su personaje, completando en tan sólo 15 minutos su transformación.

“Los payasos siempre estamos listos, porque siempre somos payasos. Esta es una forma diferente de experimentar la vida, muchos de nosotros somos payasos diariamente, aunque esto no quiere decir que todo lo que hacemos no sea en serio, sino que el estado de un payaso es de felicidad y tenemos nuestra vida siempre en esa emoción, la cual tratamos de llevar al escenario”.

Antes de seguir con el vestuario Bradford comenta que falta un detalle a su maquillaje, “quiero que me digan cuál es mi nariz”, dice señalando a ocho bolitas de esponja roja, de diferentes tamaños, colocadas bajo el espejo. Es entonces cuando explica que nunca es el mismo payaso el que sale a escena, sino que tiene ocho personajes y a cada uno le corresponde un maquillaje y nariz diferente, y lo elige dependiendo del humor que tenga.

De la misma forma como decide cuál de sus payasos saldrá a escena, Bradford West trata de encontrar algo distinto a este show, al que se integró hace ocho años. Un método que ha logrado que el clown no se aburra y vea siempre un desafío en cada función.

“Hay mucha improvisación en el espectáculo, cada momento en escena es un entrenamiento. Cualquier cosa puede suceder en determinado punto, por ejemplo, alguien del público está haciendo algo de ruido y vamos hacia él, tal vez tu compañero en el escenario hace algo extraño o diferente, y tienes que reaccionar a eso, siempre estamos tratando de buscar diferentes cosas, es el mismo esqueleto, pero con pequeñas diferencias”.

Hasta las fallas hay que saber aprovechar, según explica el artista, “para un clown los momentos más hermosos son en un escenario, para él un error no es un error, es una oportunidad, cuando los errores ocurren son los momentos más chistoso, son los que dan más felicidad, un payaso que esté bien formado, tiene la opción de hacer algo maravilloso a partir ahí”.

El momento de ponerse el vestuario llega, se coloca el traje verde, los enormes zapatos y el mejor detalle, el sombrero con dos enormes alas a los costados, lo que le da el toque cómico a su payaso. De esta manera, en menos de 30 minutos, Bradford West está listo para salir a escena, lugar donde se realiza parte de la magia.

“Nosotros tratamos de crear una atmósfera no solamente en el escenario sino también afuera. Detrás del escenario está el mismo ambiente de alegría y felicidad, jugamos, nos divertimos. En esta compañía es muy importante tener el placer de la vida”.

Compartirá este regalo hasta el 26 de junio, con el público del DF, para viajar después a Querétaro y Ciudad Juárez.

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