Las fotografías de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecidos el 26 de septiembre, aparecen casi al final de la obra El año de Ricardo de Angélica Liddell, que se estrena en el Foro de La Fábrica y que dirige Alonso Barrera.

Parece un accidente, pero no lo es. Ese trozo de la realidad mexicana se mezcla con los trozos de realidad macabra del siglo XX, como la guerra de Vietnam.

Esa herida doliente del México bárbaro engarza con los discursos más crueles y absurdos del Ricardo de la obra, interpretado por María Aura.

“Hay cosas que están pasando en el país y son importantes, y el teatro también sirve para (hablar de) eso”, dijo Alonso Barrera.

Ricardo, el de la obra, no es otro que Ricardo III de William Shakespeare que, en manos de la dramaturga española Angélica Liddell, se transforma en un dictadorzuelo, deforme y chaplinesco.

“Al momento de planear esta obra no imaginábamos el momento en el que iba a estar el país”, contó Barrera.

El director de teatro se refiere a los desaparecidos de Iguala, a todos los movimientos sociales y denuncias ciudadanas que le han precedido.“Nos da mucha tristeza ver que el país está muy mal, por culpa de los políticos asquerosos que nos gobiernan”.

El año de Ricardo es un montaje con dos personajes: Ricardo (Aura) y Catesby (Juan Velázquez Blanco), ambos con maquillaje de arlequines o máscaras chinas. Escenografía mínima en tonos blanco y gris, y algunos elementos rojos.

Vestuario de lujo Alex Medina, con trajes andróginos para Ricardo, elegante y desproporcionado, y traje gris rata, ajustado, para el mudo Catesby.

En el audio participan siete jóvenes, la música no es música, es ritmo, sensaciones sonoras, que se logran con tecleos de máquina de escribir. Genial.

“No podemos ignorar más lo que sucede alrededor, porque lo que le pasa al de a lado también nos afecta”.

Las palabras de Barrera y el estreno de esta pusta en escena son un día antes de que en el país se decretara un paro nacional activo, en protesta por los hechos de Iguala. Parece un accidente de la vida, pero no lo es.

“Nos reímos de las cosas siniestras porque sabemos que es verdad”, manifestó Barrera, esta vez sobre la obra y sobre su personaje.

Cuánta verdad tienen las palabras de Barrera y de su obra, El año de Ricardo. En el teatro nos reímos de las cosas grotescas para no llorar.

Es, con poco riesgo de equivocarme, la mejor puesta en escena del año en Querétaro. El director informa que estará poco tiempo en cartelera. Si se la pierde lo lamentará y divagará por la vida, lamentándose de sus errores, como el mentado Ricardo de la obra.

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