De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cerca de cien millones de personas en el mundo sufren de pobreza y padecen de hambre. Pensar en esta realidad pone actividades cotidianas como una visita al supermercado o a la Central de Abastos en perspectiva. A lo largo de la cadena de producción de alimentos hay un margen de desperdicio de proporciones titáticas: según un estudio del Global Food Losses and Food Waste, el 32% de la comida que se produjo a nivel mundial, terminó en la basura.

En México

En nuestro país se desperdicia cerca del 37 por ciento de los alimentos que se producen, de acuerdo con un informe publicado por la SEDESOL en 2013. Entre los alimentos que son más desaprovechados se encuentran la leche de vaca, la guayaba, el mango, el aguacate, el plátano y el nopal, este último con 53 por ciento de margen de desperdicio.

¿Qué podemos hacer?

Como consumidor final, podemos adoptar prácticas en casa para evitar el desperdicio, como crear consciencia en la familia sobre la cantidad de comida que compramos y la que realmente consumimos. Además, existen estrategias comunitarias como Foodsharing, una plataforma que comienza ya a trabajar en Guadalajara, que pone en contacto a particulares para compartir comida y ofrece menús elaborados con el desperdicio de supermercados y proveedores.

Por otro lado, están 3 simples pasos para reducir las mermas: planear, cocinar y reutilizar. Planea un menú semanal y evita adquirir comida extra al hacer la compra; congela la comida que no consumirás de inmediato. En la cocina, considera las porciones y gestiona la cantidad justa al preparar los alimentos; porciona los sobrantes y almacénalos en el congelador. Finalmente, reutiliza los productos y elabora conservas con la fruta y las hortalizas maduras, pues proporcionarán dulzor sin añadir demasiada azucar y de esta forma tendrán una vida de anaquel larga.

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