El rastafari de Argentina, Fidel Nadal pisó el escenario del Club Latino en Querétaro, pasadas las dos de la mañana. El descendiente de negros esclavos llegó tarde, muy tarde, y modorro, y cantó “Me robaste el corazón”, entre otras cosas.

La raza con rastas tenía horas que bailaba y fumaba de esa yerba que provoca risa, de la que se fuma y se quita el hambre y sientes que la vida no es tan mala ni tan fea.

El cantante que se parece al desaparecido Osama Bin Laden cantó los temas más recientes y más fresas, de esos que hablan de “amol, amol y más amol…”.

La legión de ojos colorados y llorosos bailaba como bailan los ratafaris de barrio pobre, como en cámara lenta, como astronautas caminando sobre la superficie de la Luna.

Fidel no llevaba prisa, se hizo esperar hasta las altas horas de la madrugada, como si se tratara de un Luis Miguel del reggae music.

Los rastafaris de pueblo, en su onda “buena vibra”, aplaudieron al rastafari latino y lo procuraron como si fuera el pastor de una iglesia donde se adora al santo patrono del reggae, Bob Marley.

El ambiente raro se enrareció más cuando Fidel, el más jamaicano de los argentinos, interpretó “Carita alfajor”, y recitaba “carita de galletita, tu amor a mí nadie me quita…” a una banda de jóvenes drogados con música y con quien sabe qué cosa verde y apestosa.

De Rastrillos a Ganja. Antes del argentino, tocaron los del grupo Rastrillos, banda de reggae mexicana, veterana de este ritmo que llegó de las calles de Jamaica y se esparció por el mundo.

Los Rastrillos interpretaron sus “rolas” de contenido político y pidieron esperanza para el mundo. Hablaron de Ayotzinapa y “los 43 que nos faltan” y otras cosas.

Los Ganja, banda mexicana, fueron un poco más lejos y uno de sus vocalistas dijo: “que hubiera sido bueno que este festival hubiera sido sólo de reggae mexicano, pero bueno, bienvenido sea también don Fidel (de Argentina)”.

El vocalista de los Ganjas, Gerardo Corzo, afirmó que el reggae “no sólo era fumar marihuana”, sino una actitud, la buena vibra, el amor fraternal entre todos y para todos.

En el lugar, la raza con trenzas torcidas y enmarañadas como nidos de araña peluda, bailaban y fumaban cigarros hechos a mano, felices con la ‘yerba de la risa’, de la que se fuma y dan ganas de abrazar todo el mundo.

Ya lo dijo el sabio huevo confeti de la película Huevo Cartoon: “¡No me toquen que ando chiiiddooooo!”.

Google News

TEMAS RELACIONADOS