La cocina mexicana es el legado de una fusión cultural, que a lo largo de su historia ha hecho propios los ingredientes que hace 500 años fueron traídos del viejo continente a la Nueva España.

Fue en este periodo que al maíz, al jitomate, al cacao, la calabaza y el cacahuate, nativos de esta región, se sumaron productos europeos como el arroz, el azúcar, el trigo, la vid, el olivo, las naranjas, la carne de res y de cerdo, así como sus derivados, los cuales ya son imprescindibles en la cocina no sólo de México, sino de todo el continente.

De Europa también llegaron berenjenas, rábanos, zanahorias, alcachofas, lechugas, nabos, espinacas, pepinos, betabeles, chícharos, acelgas, espárragos, poros, coles, apios, la coliflor, y hierbas aromáticas como el perejil y el cilantro, que tuvieron gran difusión durante la colonización española.

Entre las principales bebidas alcohólicas que los conquistadores españoles aportaron a nuestra cultura, fueron el vino, la cerveza y la sidra.

Por su parte, los ingredientes autóctonos como el chile, el cacao, el aguacate, el epazote, el frijol, la guanábana, los agaves, y el nopal, fueron la gran aportación gastronómica de las culturas prehispánicas no sólo a España, sino a todo el mundo.

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