La nutricionista Lucía Eguiguren explica que los productos orgánicos son aquellos que se cultivan en un entorno totalmente natural, sin la utilización de semillas transgénicas, pesticidas, fungicidas.

En el proceso de siembra no se usa agua contaminada para el riego. Estas características, que parecen más recomendaciones para una agricultura natural, tienen efectos directos en la salud. 

Según la nutricionista, consumir frutas o vegetales que fueron cosechados con los cuidados anteriormente mencionados, trae beneficios. Entre los más importantes están la conservación de las propiedades nutricionales y del sabor auténtico.

Luz Guerrero, especialista mexicana en medioambiente, anota que existen también productos orgánicos de origen animal como la carne, los huevos y los lácteos. Esto implica que los animales de los que se obtiene la materia, recibieron una alimentación sin químicos, que estaban libres de hormonas o antibióticos y que tuvieron acceso a espacios abiertos para su desarrollo.

Tener estas consideraciones, antes de preparar una comida, al parecer va mucho más allá de una moda temporal y se ha convertido en una tendencia. Según los datos que maneja la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica (Ifoam, por sus siglas en inglés) , a pesar de la crisis económica global en los últimos años, este tipo de agricultura experimentó un crecimiento.

A decir de estas instituciones, el mercado de Estados Unidos es el mayor del mundo, seguido por Alemania, Francia y el Reino Unido. En Latinoamérica, Argentina es el país que lleva la delantera en esta materia, seguido de Uruguay y Brasil. En Ecuador, de acuerdo con una publicación en Revista El Huerto, en el 2010, se cultivaban más de 30 productos con certificación orgánica. Esto no quiere decir que la producción en el país sea mínima, sino que los costos para lograr la certificación son elevados. 

Al obtenerla, los productos llevan un sello verde, el cual avala que han seguido todas las normas requeridas para su cultivo. Para Eguiguren, esta etiqueta permite comprobar las buenas prácticas de manufactura y da fe de la no presencia de elementos tóxicos que contravengan el consumo humano o causen daños al medioambiente.

Galo Salazar, experto en nutrición y propietario de la tienda restaurante Wellbeing, tiene otras técnicas de identificación. Desde su experiencia en su huerto cercano a Quito, donde cosecha la mayoría de los vegetales que emplea para las recetas que prepara, afirma que la apariencia es fundamental. 

La inclinación por adquirir los frutos más grandes, coloridos y perfectos en el supermercado es común en casi todas las personas. Sin embargo, los alimentos orgánicos no se ven tan atractivos a la vista y ningún ejemplar luce igual al otro. Salazar cita el ejemplo de las papas de su cosecha, en las que no usó más plaguicida que el ajo, y las de la siembra de su vecino, quien empleó pesticidas químicos. 

Sus papas no lucían hermosas, pero conservaban la suavidad y el sabor. Las de su compañero, eran físicamente envidiables pero tenían la dureza de una roca. Para Salazar, la mayor desventaja de los pesticidas químicos, a más de alterar el sabor y el valor nutricional, es que se convierten en factores que inciden en el desarrollo de enfermedades degenerativas o del temido cáncer.

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