Considerado uno de los árboles más grandes del mundo, el majestuoso Árbol del Tule, nombrado así por el municipio donde éste se ubica, ha librado grandes batallas contra el tiempo desde hace más de dos mil años, tiempo en que su fama ha sobrepasado fronteras.

Aun cuando la contaminación, la falta de agua y las inevitables plagas han amenazado más de una vez su existencia, este enorme ahuehuete se erige orgulloso frente a la iglesia de su comunidad Santa María del Tule, desde donde ha observado el paso de miles de personas que le han admirado.

Tal es el caso del Padre Francisco de Burgoa, quien en su obra geográfica de 1674 hace una vaga referencia al Árbol del Tule, al mencionar de manera genérica a los ahuehuetes del Tule, a los que clasificó como "aceibos".

En tanto, en el siglo XIX con la creación de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, científicos nacionales y extranjeros elaboraron varios documentos que mencionan la existencia y majestuosidad del Árbol del Tule.

Asimismo, en 1834 el escritor José P. Nicoli, registró la realización de la última ceremonia efectuada en torno al Árbol del Tule por los lugareños.

En este ritual que realizaba ante viajeros o visitantes distinguidos, explicó, los indígenas sacrificaban una paloma en el transcurso de la ejecución de una danza denominada "La Danza del Sabino", al que le seguía una comida con tamales.

"... los danzantes se presentaban en traje indígena de carácter, luciendo vistosos penachos, las mujeres también se presentaban ataviadas con tocados sencillos y llevando al cuello un rosario de cuentas de vidrio amarillo que era símbolo de bienvenida.

"Las casadas llevaban el pelo recogido y trenzado y las doncellas ostentaban suelta la cabellera, el baile o danza tenía lugar en torno del árbol y carecía de movimientos provocativos, la música tenía una languidez tal que cada nota parecía un suspiro", narró el autor.

El árbol del Tule, se ubica a diez kilómetros de la capital, donde su enorme copa arbolada cubre las caprichosas figuras que se muestran entre los pliegues de su tronco.

Estas curvilíneas figuras, han sido aprovechadas por el ingenio de los lugareños quienes les han encontrado similitudes con animales y hasta con atributos físicos de artistas y cantantes de moda como "las pompas" de la actriz Olga Breeskin o la cabeza de un león, entre muchas otras figuras.

Los nobles guías de este singular tour a través de los pliegues de este árbol, por decisión de la población, son siempre niños de la comunidad, quienes provistos con una lamparita o un pequeño espejo, iluminan para los turistas "la zona a observar" y brindan su ingeniosa explicación.

Aún cuando su sobrevivencia ha estado en juego en diversas ocasiones, a partir del 2003, el Tule cuenta con mejores condiciones para su conservación y protección tras ser declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

De acuerdo a información de la Comisión Nacional Forestal en Oaxaca, este árbol es reconocido por la SEMARNAT como el árbol más notable del Estado de Oaxaca "por su excepcional diámetro del tronco, que mide 14.36 metros" y una circunferencia de 45 metros.

"Por si fuera poco, este portento de la naturaleza que los botánicos han clasificado como Taxodium Mucronatum con una edad que sobrepasa los 2000 años, corresponde al grupo de los sabinos y alcanza una altura de más de 40 metros.

"Se calcula que esta maravilla natural posee un volumen de 800 metros cúbicos y tiene un peso aproximado de 630 toneladas por lo que puede considerarse como uno de los más grandes y antiguos del mundo", subrayó.

Actualmente, este milenario ejemplar, es protagonista de la fiesta del pueblo en el mes de octubre, cuando los lugareños y las autoridades municipales elegidas por Usos y Costumbres, realizan una serie de actividades tradicionales en su honor.

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